Ciencia

Ciencia Ciudadana 

La satisfacción de hacer algo por el otro

ONG’s e investigadores de Olavarría reflexionan sobre la importancia de la ciencia ciudadana para tratar de dar respuestas que el Estado no brinda. Motivaciones y vínculo con lxs científicos de Olavarría.

Sol Sraiber

Cuando se habla popularmente de ciencia muchas veces se piensa en las ciencias exactas y el trabajo de laboratorio, representado en el o la investigador/a con guardapolvo blanco, pero la ciencia va más allá de eso. Implica una multiplicidad de metodologías y áreas de estudio que se alejan de la idea de el o la investigador/a trabajando en un laboratorio. De hecho, la historia de la ciencia está llena de iniciativas que nacieron fuera de la formalidad académica (Mary Somerville, Michael Faraday, Thomas Edison, entre muchxs otrxs) y que, sin embargo, contribuyeron a su avance. Se trata de la ciencia ciudadana, una forma de participación pública en esfuerzos de investigación organizados, en la que puede incluirse a algunas organizaciones no gubernamentales que se basan en el conocimiento científico para exigir cambios en el modo de vida y en los hábitos de la sociedad. Estas personas demandan respuestas a distintas luchas sociales y necesitan del aporte de lxs científicxs para, en conjunto, resolver demandas que el Estado no está cumpliendo. En Olavarría existen diversos grupos que forman parte de la ciencia ciudadana y que, desde su lugar se comprometen bajo un proyecto en defensa de distintas cuestiones. Esto es lo que se denomina una ONG: Organización no gubernamental. Estas entidades son independientes y sin fines de lucro, surgen a partir de demandas populares y prestan su servicios a la comunidad especialmente en aquellas demandas que el Estado no resuelve. Marcelo Sarlingo, antropólogo, trabajador social e investigador sostiene que la existencia de las ONG’s “son el fracaso de un sistema de organización social que no consigue expresar toda la diversidad de intereses mediante sus estructuras formales y sus aparatos políticos y, por lo tanto, quienes no son escuchados terminan en el denominado "Tercer Sector" tratando de legitimar su actividad”. Hay muchas actividades de gobiernos y científicxs que no benefician a la población y por eso lxs ciudadanxs recurren a las ONG’s. “En Argentina comemos comida contaminada con agroquímicos y esta situación solo ha sido denunciada por organizaciones como GGR o Naturaleza de Derechos”, ejemplifica Sarlingo.


Ciencia y salud obstaculizadas por prejuicios


Cannabis Activa surge en octubre de 2016 en Olavarría a partir de demandas de personas con diversas patologías (Autismo, Epilepsia, Fibromialgia, Parkinson, Alzheimer, síndrome de Tourette, entre otras) que se unieron en busca de soluciones que salgan de lo que implica el tratamiento tradicional de la medicina. Está integrada por ciudadanxs civiles que luchan por una regulación total del cannabis, sea para el uso terapéutico, el uso industrial o el uso cultural. “Defendemos la no demonización de la planta de cannabis porque tiene muy mala prensa en cuanto a su uso y en realidad es parte de una gran campaña, la prohibición es ridícula, no tiene sentido”, asegura Emilio Hurtado, integrante de la organización quien fundó esta ONG para poder contar con toda la información y algunas respuestas para ayudar a quienes lo necesitan y que, según él, aún esperan respuestas de un Estado ausente. Hurtado sequeja de que ellos cumplen un rol que no les corresponde porque “la gente necesita cannabis para sus tratamientos y el Estado no asegura el acceso, con lo cual las personas recurren a un mercado paralelo o en el mejor de los casos autocultivan su propio cannabis con el riesgo de ir presos”.

No obstante, lxs científicos (financiadxs por el Estado) están presentes. Cannabis Activa forma parte de un proyecto llamado “Universidad y Cannabis” como entidad vinculante ya que son una organización de bien público. Mediante este proyecto, en el laboratorio de la Facultad de Ingeniería se están analizando muestras de derivados cannábicos y cogollos para determinar la cantidad de THCV que tienen con el objetivo de llevar un registro y que la comunidad conozca qué es lo que está cultivando. Es un modo de llevar conciencia y en esto hay un trabajo en conjunto entre lxs científicxs y la ONG. Gastón Barreto, profesor de física y química e investigador universitario, explica que “quienes ponen en agenda el tema para avanzar en investigaciones científicas y en obtener las evidencias son las asociaciones civiles, la sociedad, que son los que demandan una regulación por parte del Estado y también el abordaje académico con respecto al tema”. De hecho, su vínculo con la investigación de derivados cannábicos partió de su rol como asesor de la ONG nacional "CAMEDA".

Desde esta organización se intenta brindar un servicio a la sociedad, dándole la información necesaria sobre cannabis a quien lo necesite, para que esa persona pueda fabricar su propio aceite mediante un cultivo, hasta que el Estado les brinde una respuesta. Fue el caso de Mónica, una mujer de 57 años que padece cáncer y el cannabis funcionó muy favorablemente en su vida luego de decidir abandonar la quimio, el incentivo de los integrantes de Cannabis Activa para pensar en poder transmitir sus conocimientos sobre la planta y su cultivo a toda la comunidad. No regalan aceites, ni plantas, simplemente información mediante talleres y charlas para que todo aquel que tomó la decisión de cultivar lo haga de la manera más responsable posible. Si bien Hurtado comenzó su vínculo con el cannabis “hace más de 20 años” como un “usuario recreativo o cultural”, explica que hoy en día su relación con la plata “trasciende a otro lugar” y que se considera un usuario terapéutico porque para él “cultivar es una terapia” y el cultivo del cannabis le despertó el interés por otras plantas, tanto que hoy en día tiene su propia huerta.

El uso del Cannabis es un tema que está en agenda desde hace mucho tiempo. Según Barreto, en nuestro país la puja mayor en la militancia del cannabis medicinal se dio a fines de 2015 y todo 2016 “cuando empezaron a llevar a los programas más importantes de la televisión a familiares de personas con enfermedades tratadas con cannabis medicinal” y, un año después se reglamentó en Argentina la Ley 27350 que regula la investigación médica y científica del uso medicinal del cannabis y sus derivados. También recalca el respeto que se debe tener con estas cuestiones sociales ya que, si bien hay avances, el problema sigue siendo la falta de presupuesto y que “el sistema científico sigue apostando a investigaciones más tradicionales y de ciencias duras”. Es importante el trabajo de todas las instituciones para avanzar en las investigaciones y conseguir resultados: la academia, las organizaciones civiles, el Estado. Hurtado aclara que si bien reciben apoyo de la sociedad “aún se siente señalado”. “Olavarría es más cerrada de lo que yo pensaba, es bastante estrecho el pensamiento, no dejan de juzgarte por ser cultivador o usuario de cannabis”.

Cannabis Activa

Una ciudad verde a la espera del aporte científico


Olavarría Verde surgió en febrero de 2019 por parte de jóvenes interesados en el cuidado del medioambiente. Está compuesta por dos grupos: uno de organizadores (cuatro personas) y otro de colaboradores (37 personas). Entre todxs realizan diferentes acciones que van desde la organización de actividades, como la recaudación de plásticos para fabricar “cuchas” para perros de la calle, la venta de productos ecológicos o el brindar charlas sobre cuestiones medioambientales a niñxs y adultxs, la adhesión a distintas marchas como la del 27 de septiembre abocada a la “Huelga internacional por el clima”, el dictado de talleres, por ejemplo el de ecoladrillos etc. Lo que defienden es el cuidado y el respeto por el medio ambiente, por “la Madre Tierra” y buscan generar conciencia colectiva, interpelando a la sociedad para que cambie sus hábitos además de solicitar a lxs dirigentes políticos mejoras ambientales. Por el momento, esperan avances teniendo en cuenta que la ecología fue un eje compartido en las campañas electorales de 2019 de todxs lxs candidatxs a intendente.


A diferencia de Cannabis Activa, ellxs no han recibido muchas respuestas de parte de la ciencia local y denuncian la falta de estudios realizados en la ciudad para conocer el grado de contaminación o los cambios que ha habido en los ecosistemas. “Si se hicieron estudios, nunca hemos podido conocer los resultados”, lamenta Antonella Marra, integrante de Olavarría Verde. Ella hace alrededor de 2 años que empezó a tomar cuidados con el medio ambiente, reduciendo consumos, llevando sus bolsas de tela a hacer mandados, reciclando y haciendo ecoladrillos. En cuanto a la relación con lxs científicxs locales se queja: “no tenemos contacto con ellos, si lo tuviéramos habría más información sobre lo que está pasando en Olavarría y alrededores”.”Ya sabemos que desde hace siglos estamos contaminando el planeta, ¿qué hay que esperar para dejar de hacerlo?” finaliza la activista.

Olavarria Verde

Lo que tienen en común todas las ONG es que no reciben dinero de ninguna entidad política o de otra índole, sino que se auto sustentan. En el caso de Olavarría Verde, hacen un aporte individual de $20 a $30 por cada reunión para ir juntando dinero para posibles gastos. En consecuencia, ninguna de estas personas vive de esto y eso hace que el tiempo destinado a las actividades sea difícil de mantener ya que todxs ellxs tienen que trabajar o estudiar.

Hacer “ciencia con conciencia” es el lema de esta organización que intenta sobrellevar los problemas ocasionados por el propio ser humano. Si bien no ven muy comprometida a la sociedad con este tema aún, celebran que ya haya muchas personas que tienen actitudes amigables con el ambiente. “Invitamos a la gente a aprender más, a aportar y apoyar las movilizaciones en favor del ambiente a nivel local, provincial y nacional”.

Corazones de barro

Esta organización surgió en 2017 y en total son un grupo de 8 personas con varixs voluntarixs que participan de las distintas actividades que desarrollan. Actualmente se encuentran en el proceso de lograr la categoría legal de entidad de bien público. Trabajan en base a tres ejes, también vinculados al medioambiente: la bio construcción, la soberanía alimentaria y las energías renovables. En base a estos ejes dictan talleres para aprender y enseñar, compartiendo los saberes y a su vez, persiguiendo fines solidarios.

A través de sus servicios logran auto sustentarse como organización, mediante lo que ellxs denominan trueque. “Hacemos trabajos en las casas y en vez de que la gente nos pague con dinero, tenemos una lista de materiales que utilizamos para las actividades solidarias, entonces les pedimos esos elementos, para después poder hacer los mismos trabajos en, por ejemplo, una familia que no tiene acceso a la red de gas o no tiene cómo calefaccionar su casa de manera gratuita”, explica un integrante de la agrupación, que prefiere que no se haga visible su nombre porque “siempre trabajan de forma colectiva”.

Sus integrantes agradecen el apoyo de la comunidad que siempre está atenta y presente en la donación de materiales tanto como la predisposición de lxs científicxs. Trabajan con la Facultad de Ingeniería y junto con un investigador del CONICET que es parte de la organización y actualmente están trabajando en la combustión por materia fósil.

corazones de barro

La ciencia en estos últimos años ha sufrido un serio impacto por la reducción del presupuesto a la mitad. El Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) rechazó en su última convocatoria a 2.145 doctorxs de los 2.595 que se habían presentado. La ciencia ciudadana hoy muestra que cada unx puede aportar desde su lugar una gran ayuda para que distintas investigaciones avancen, se puedan resolver y obtener respuestas a distintos reclamos sociales y populares. Esto se puede lograr aún más eficazmente con el aporte de lxs científicxs que poseen los conocimientos teóricos y la posibilidad de llevar a cabo proyectos académicos e institucionales de investigación. El antropólogo Sarlingo sostiene que “no existe sociedad moderna sin el trabajo científico y sin los aportes del conocimiento al desarrollo de tecnologías y de formas de organización social”.


La ciencia ciudadana le da voz a lxs menos escuchadxs, a lxs que reclaman soluciones a la falta de políticas públicas del Estado, ya sea de salud, económicas, medioambientales, culturales, etc. El trabajo en conjunto y el estar “abierto” a concientizar y a remover nuestros hábitos y pensamientos hace que la ciencia avance. Como analiza Barreto: “estaría buenísimo que las ONG no existieran, pero desde una visión de una regulación amplia porque la cantidad de organizaciones denota la cantidad de problemáticas que vive la sociedad y que no estarían siendo correctamente abordadas desde las políticas del Estado”. Satisfacer necesidades y mejorar la calidad de vida de las personas generando un mundo de igualdad y equidad, de eso se trata la ciencia.