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Especial Che Sida

“Si de un acto médico uno no puede mejorar la situación de la persona no sirve de nada”

 

Entrevista realizada por “Che Sida”, Grupo de Trabajo Interdisciplinario parte de la Secretaría de Extensión, Bienestar y Transferencia de la Facultad de Ciencias Sociales de la UNICEN.

 

La Residencia en Medicina General de Olavarría se fundó en 1978 y fue la primera en constituirse en la Provincia de Buenos Aires. A lo largo de los años formó a profesionales capacitados en atención primaria con especial énfasis en la salud comunitaria, atención inicial de la emergencia y realización de trabajos de investigación. María Florencia Lestrada es médica generalista recibida de la Escuela Superior de Ciencias de la Salud de la UNICEN. Se ha desempeñado como médica residente en el Centro de Atención Primaria de la Salud Nº 6 del barrio “12 de Octubre” y actualmente es la Jefa de la Residencia en Medicina General y  Familiar de Olavarría. A través de su trayectoria cuenta cómo trabajan y cuáles son los desafíos en diferentes situaciones a nivel individual, familiar y colectivo.

¿Cómo trabajan desde la Residencia de Medicina General?

Es una especialidad que muchos no conocen y tiene que ver con contemplar el grupo familiar en su contexto, teniendo en cuenta lo que es la comunidad. Por eso nosotros estamos en los centros de atención primaria, cerca del grupo familiar y de la gente. Tiene que ver con controles de embarazo, la salud de niños y adultos, de todo el grupo familiar. Este año trabajamos con muchísimas problemáticas sociales entendiéndolas en su complejidad, teniendo en cuenta todas las barreras u obstáculos que tenemos para abordarlas. Las herramientas que uno necesita brindar muchas veces no las tiene, entonces nosotros, como parte de la formación, consideramos fundamentales los encuentros como el que tuvimos en el Conversatorio de Marta Dillon. A la hora de trabajar en situaciones vinculadas a violencia de género existen dos cuestiones: cómo lo abordamos  y qué respuesta le damos después a la víctima de violencia. No es que el hecho esta en escucharlas y decir ‘vamos a tomar tal o cual medida’. Lo que nosotros nos planteamos, desde nuestras prácticas, es cómo la residencia de salud puede mejorar las prácticas, cómo las podemos hacer más inclusivas, más participativas y más cercanas a la realidad.

¿Trabajan con alguna organización?

En las mesas de violencia tomamos contacto con algunas de las organizaciones que se presentan pero es todo como un esfuerzo personal. No estamos acostumbrados a manejar las situaciones de violencia de manera interdisciplinaria o multidisciplinaria. El abordaje interdisciplinario que habría que darle tiene que ver con un trabajo que lleva tiempo de establecer y que tiene que ver con entrelazar distintos objetivos y distintas redes, todos con el mismo fin. Esto no tiene que pasar estrictamente por lo médico ni por lo familiar sino por lo comunitario. En diez consultas que tenemos a la mañana el tema es muy profundo y amerita a que estemos todas esas horas con la misma persona y muchas veces los tiempos no están dados... Ojalá pudiéramos generar un tipo de conciencia en donde abordar las situaciones en equipo y en comunidad. Mínimamente el primer paso sería visibilizar las prácticas y ver dónde están los errores al interior de uno y del equipo. Del Conversatorio me sorprendí cuando las compañeras trans plantearon que en Azul había un proyecto y que para ellas fue como un logro haber encontrado un lugar, una sala amigable donde pudieran asistir a atenderse.

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¿Cómo llevan adelante la atención cuando se acerca una persona trans?

Nosotros no tenemos una gran cantidad de personas trans aunque muchos no logran hacerlo público. Nos ha pasado que hay gente que se abre con nosotros en el barrio pero vos después los ves en las consultas del Hospital con su sexo biológico y no como se sienten realmente. Existe un proyecto que obliga a los médicos o a cualquier personal de salud a llamar a los pacientes por su apellido, pacientes que por ahí no cuentan con DNI o no han podido realizar el cambio y por ahí tenemos que llamar por un nombre que la persona no siente. Me parece que promovemos una salud para todos con igualdad pero tenemos que generar un espacio que sea amigable. Lo que veo es que si te atienden en un lugar es porque en el resto de los lugares no te van a atender. La gente que vive en el barrio considera que la sala es central y lo periférico es el hospital. La atención primaria se desarrolla tanto en una sala como en un hospital. Uno no solo concurre a las salas por cuestiones de salud sino que también para asesoramiento general de otras cuestiones. Hay trabajadoras sociales, nutricionistas, psicólogos.

¿Qué opinas acerca de la existencia del cupo laboral trans?

Me encantó. ¿Qué hay más integrador que alguien dentro de un equipo o ámbito laboral que se considere desde su perspectiva y ser como se siente y se ve ante los demás? Existe en el imaginario colectivo eso de que si quiero ir al ginecólogo, por ejemplo, mejor que sea mujer porque me va a saber entender… Yo con mis pacientes noto el miedo que tienen de hablar. Por ahí es por el problema que tienen con la sociedad que no los puede integrar y no les puede brindar las mismas oportunidades que a los demás. En Olavarría no tenemos muchos promotores de salud que se formen para ayudar, que sean independientes y no solo intermediarios. El paradigma médico no debe perder la parte psicológica y social de las personas, en la cual no tenemos tantas herramientas y tampoco se estudia demasiado. Muchas veces creemos que podemos con una gran comunidad y sus singularidades. Sin embargo hay un colectivo a la que no estamos llegando ni comprendiendo ni escuchando. A lo que me refiero es si estamos llegando a donde necesitan ellos que apuntemos…

Si de un acto médico uno no puede mejorar la situación de la persona no sirve de nada. El tema es ir construyendo de a poco. Ahí entra en juego hasta donde uno está dispuesto a dar, a ceder, a cambiar. En mi caso, como la gran mayoría de los residentes, venimos de facultades con un perfil y una impronta generalista. Y muchas veces nos vemos sobrepasados por mas buenas intenciones que tengan nuestro profesores de ampliarnos la mirada, de ir más allá. Nos falta y si uno hace un análisis de los egresados de nuestra facultad, somos ocho o nueve los que estamos haciendo medicina general, el resto eligió especialidades. Los problemas van a estar pero hay que ver de qué manera podemos resolver esto que realmente daña mucho no solamente a las personas sino a la comunidad. Detrás de cada persona hay una familia, hay amigos, hay un entramado de relaciones que sufren y se desgasta la capacidad de poderlo cambiar. El tema es rever las prácticas constantemente, ver de qué manera podemos mejorar con conocimientos, escuchando a otras personas, haciendo partícipe a la gente. Yo no critico al personal médico sino a la gente que esta quieta, al margen, eso también hay que sembrar, el compromiso. En la residencia tratamos de dar esos lineamientos: el trabajo en equipo como línea fundamental, la promoción de salud pero desde una visión crítica y emancipadora. No posicionarnos desde el rol dominante. La gente tiene que participar y entender, la salud no es estar sano físicamente, la salud tiene otras muchísimas dimensiones. Yo volvería a elegir mi profesión, no la critico. Pero si le podría dar la impronta de la manera en la que más pueda colaborar con la comunidad no lo dudaría. Pero bueno, terminamos haciendo muchas otras cosas que estar con el estetoscopio y el guardapolvo blanco... No todo está escrito, es muy versátil y dinámico. Las herramientas las tiene que buscar uno.