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Salud y educación

Comedores escolares: cuando el equilibrio está en conflicto

La situación de los comedores en Olavarría muestra un complejo recorrido de avances y retrocesos en donde aumenta el valor de los cupos pero además empieza a aumentar la demanda del servicio.

 

El Servicio de Alimentación Escolar (SAE) forma parte de una política socioeducativa de alimentación. Su organización está estructurada y depende, por una parte, de la Dirección de Cultura y Educación, la cual dirige las cuestiones administrativas y pedagógicas de las escuelas provinciales, y por otra parte, del Ministerio de Desarrollo Social, quien emite los fondos para el servicio y el equipamiento de las cocinas. En Olavarría el Servicio garantiza 3000 platos diarios de comida. La población alcanzada está organizada de dos formas: por un lado, se ofrece la alimentación a quienes concurren a un establecimiento educativo con jornada completa; y, por otro, el SAE apunta a brindar un plato de comida a aquellos niños y niñas que por diversos factores se encuentran en situación de vulnerabilidad socioeconómica.

Durante este año, si bien el funcionamiento del Servicio no estuvo en riesgo, hubo ciertos inconvenientes considerados como errores administrativos. “Al ser el Ministerio de Desarrollo Social y la Dirección de Cultura y Educación dos carteras distintas, con dos ministros diferentes, tienen que cruzar información, datos e implementar una política de consenso para llevar adelante cualquier programa que las involucre. Es una de las cosas que por ahí hay que afinar. Las escuelas, necesidades y relevamientos los tiene la Dirección de Cultura y Educación; y el plan de comedores lo tiene el Ministerio de Desarrollo Social. De a poco pareciera que están queriendo encauzar lazos en común”, explica Andrea Rodríguez, vicepresidenta del Consejo Escolar.

Una de las dificultades que se presentaron estuvo relacionada al cambio de gestión en La Plata. “Hubo un intercambio de opiniones con la gestión de La Plata porque dijeron que el Consejo Escolar de Olavarría había perdido la base de datos de todos los chicos que comen”, señala Rodríguez. Las bases son las declaraciones juradas que se piden para acceder al Servicio. Finalmente se supo que esos datos no habían sido solicitados y estaban en los consejos escolares. “Los dormidos fueron los del Consejo Escolar porque la base de datos la tienen ellos. Hay declaraciones juradas que se hacen en las escuelas de acuerdo al relevamiento que hacen los equipos orientadores o los pedidos de los propios padres que solicitan el SAE (…) Eso fue una excusa. Cuando nos llegó la asignación de los cupos en marzo vimos que había menos cantidad que el año anterior. Y el fundamento era que la base de datos se había extraviado”, reflexiona Rodríguez.

Luego de varias reuniones se pudo reorganizar favorablemente la asignación de los cupos pero apareció otro problema: el valor de los cupos estaba desactualizado. Los mismos tenían un valor de $3,90 para el desayuno y $6,40 para el almuerzo. En un contexto de inflación del 40% en lo que corresponde a la canasta básica de alimentos, quedó en evidencia la insuficiencia de los montos establecidos. Esta situación dio lugar a otra serie de reclamos que apuntó a actualizar el valor de los cupos. “Empezamos muy mal porque en diciembre hubo un aumento del 40% en todos los productos y nosotros arrancamos marzo con el mismo valor de julio. Nos decían las directoras que con dos dedos marcaban la cantidad de leche que llenaban la taza, mientras el plato de comida se limitaba a un solo plato escaso de comida”, detalla Rodríguez. Luego de presentar los reclamos necesarios, el Servicio pudo duplicar el valor de los cupos que actualmente está en $12,60 para el almuerzo y $7,80 para el desayuno.

La mesa… ¿Está servida?

El aumento en el valor de los cupos para desayuno y almuerzo trajo aire a quienes negocian y disputan para que niños, niñas y adolescentes puedan acceder a un plato de comida diaria. Asimismo, el SAE trabaja con una nutricionista que se encarga de elaborar una dieta equilibrada y rica en nutrientes y vitaminas. Los desayunos consisten en ofrecer, un día, leche con cacao y facturas con dulce de leche o medialunas; y al otro, yogurt con cereales. Con respecto al almuerzo, este año consistieron en tallarines a la boloñesa, arroz con albóndigas, milanesas con puré mixto, pastal de papas, y una fruta de diaria de postre.

Aunque la actual situación del sistema muestra una mejoría, expresa en la variedad de alimentos como en la abundancia del plato, comienza a vislumbrarse otro inconveniente. “Hay  escuelas secundarias que tienen una población bastante vulnerable. A pedido de los directores en muchos casos le hemos implementado un desayuno alternativo. Escuelas como la Secundaria Nº 20 del Barrio Villa Aurora, la Escuela Nº 18, la secundaria Nº12 del Barrio Fonavi, la Secundaria Nº 14 y la Técnica Nº 1. Esos lugares son vulnerables históricamente con la diferencia de que por ahí se agudizan en ciertos períodos”, puntualiza Rodríguez. Dicha agudización está referida a un aumento en la demanda del servicio. “La situación se va agravando. Cuando yo te digo ‘de un tiempo hasta ahora’ te digo más de dos años. Y se agrava a pesar de todos los esfuerzos que uno ve que se han hecho y se siguen haciendo. Esta vez hay chicos con más necesidades y que pueden ser por varios factores. La cuestión es que los chicos vienen con hambre y eso es una de las realidades” explica Mario Fernández, director de la Escuela Secundaria Nº 13 de Villa Aurora. Si bien considera que el cambio de gobierno puede tener otra perspectiva en relación a las escuelas y al cumplimento de derechos vinculados a la misma, Fernández enfatiza en que “a esta situación no se llega de un día para el otro sino que viene de por lo menos tres o cuatro años”.

Su perspectiva de la situación deja entrever una serie de procesos que se van sucediendo y que decantan en algún punto en una sincronía crítica. “Hemos visto un aumento en chicos que tienen hambre. Hay más necesidad de comer acá que lo que pueden comer en la casa. En algunos casos hemos tenido chicos que comen salteado. De todos modos, no es algo generalizado, pero sí es algo que se está empezando a notar”, reflexiona Fernández. A la demanda de alimentación en las escuelas se suma el pedido de ropa y de trabajo por parte de los padres. “Son muy pocos los que tiene un trabajo formal y estable, la mayoría tiene changas. Hay gente que me viene a decir que está muy complicada, eso se ve, pero no es algo de ahora solamente: las necesidades están pero existen desde antes”, concluye. “Hay un crecimiento en la presencia del comedor. No sólo en el aumento del plato de comida diaria. Ahora piden dos platos y también para llevar a la casa”, señala Maximiliano González, director de la Escuela Nº 24. Esta situación, se generalizó en el barrio, por lo que la nueva junta vecinal de Amparo Castro decidió articular con la escuela para poner en funcionamiento un comedor en la misma sede. “Ellos plantearon la necesidad de darles un plato de comida los viernes a la noche. Son los mismos chicos que vienen a la escuela.  Y ellos también ven esto, ven hambre. El hambre de los chicos. Inclusive los papas van”, detalla González y sostiene que el trabajo en conjunto con la junta vecinal lo hacen por el bien de los chicos. “Tiene todo que ver con todo, lo que pasa en la actualidad, en el país, no son tiempos muy esperanzadores, pero hay que pelearla", describe.

El SAE es pensado desde sus directivos y equipos de trabajo como un sistema complementario al educativo. Tanto Andrea Rodríguez como Maximiliano González hacen hincapié en el “momento pedagógico” que implica reunir a miles de chicos diariamente en una mesa. “El SAE forma parte del derecho a la educación, el cual tiene que tener incorporado la alimentación pero no desde el asistencialismo sino desde la efectivización de un derecho”, explica Rodríguez. Por estar inmerso en una trama de significados y problemáticas más generales, el SAE se encuentra rodeado por parte de las contradicciones presentes en la realidad, en donde un aumento en los cupos puede no ser suficiente si lo que empieza a aumentar es la demanda del servicio. Ante ello, es vital seguir profundizando el derecho a la educación, incluido el derecho a la alimentación y el transporte como complementarios del mismo. De esa forma el SAE podrá ser pensado como un espacio en dónde la única preocupación será coordinar un momento pedagógico para dejar de ser un territorio auxiliar en donde se expresan las dificultades para garantizar derechos. Si con la comida no se juega, con el hambre de los niños y niñas tampoco./ AC-FACSO