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Investigación y comunidad

“Nuestro trabajo no puede quedar aislado en una torre de cristal inaccesible porque hablamos para todo el mundo”

Juan Guillermo Martín Rincón, doctor en Arqueología, repasó las características de su labor en Colombia y Panamá, la importancia de la vinculación con investigadores de Olavarría y la necesidad de trabajar para las comunidades.

 

Juan Gullermo Martín Rincón es Antropólogo de la Universidad Nacional de Colombia, Doctor en Arqueología y Doctor en Patrimonio Histórico y Natural de la Universidad de Huelva (España). En su trayectoria de investigación ha sido coordinador del proyecto “Panamá Viejo” durante diez años (2000-2010) y trabajó en diversos proyectos de puesta en valor del patrimonio subacuático en Panamá y Colombia. Actualmente es investigador de “Colciencias”, director del Museo Arqueológico “Pueblos Karib” y profesor de la Universidad del Norte (Colombia). En el marco del Simposio Internacional de Patrimonio Cultural y Comunidad Local realizado en Olavarría, dialogó con Radio Universidad acerca de su experiencia en Colombia y Panamá, los modelos de investigación y el rol de los gobiernos y sus políticas públicas.

¿Sobre qué aspectos trató la conferencia brindada en el Simposio de Patrimonio Cultural y Comunidad Local?

La conferencia “Modelos de gestión patrimonial: las ruinas de Panamá Viejo y el Museo Mapuka de Barranquilla” trató sobre dos puntos distintos de gestión de patrimonio arqueológico. Uno vinculado a un museo de la Universidad del Norte que posee una colección arqueológica, donde trabajo actualmente. Desde los años 70 consolida una colección que estaba en un sótano guardada, custodiada, pero que no estaba al alcance del público. Entonces se explicó en cómo se consigue que una institución educativa asuma el reto y la responsabilidad de poner en marcha un museo universitario. El caso de Panamá Viejo es un modelo de gestión muy distinto ya que es un parque arqueológico, un sitio donde trabajé 10 años y ahora estoy adelantando un proyecto de investigación. Son alrededor de 27 hectáreas de parque arqueológico, inmersas en una ciudad moderna como la ciudad de Panamá. La finalidad es ver las gestiones realizadas que buscan garantizar su conservación y difusión.

La tendencia actual en la forma de gestión, ¿está centrada en estos dos modelos o va tendiendo más al patrimonio natural en su lugar o su emplazamiento?

Hay una combinación. En el caso de una colección arqueológica, se plantea no solamente el valor arqueológico intrínseco de una colección sino cómo el pasado se vincula con el presente, cómo establecer esa relación o hacer ver ese vínculo que existe entre lo que somos hoy día y los procesos sociales que llevan 10 mil o 15 mil años de antigüedad. En el caso de un sitio arqueológico como el de Panamá Viejo, el reto es complicado porque es el origen de la ciudad que queda abandonado y que ahora se ve la modernidad y se entiende a Panamá como una ciudad moderna. Entonces ese pasado queda ensombrecido. Por eso entra en juego, desde la investigación, cómo dar nuevos contenidos que permitan a las personas apropiarse de ese espacio y sentirlo propio.

Seguramente has estado en contacto con nuestros investigadores. ¿Qué opinión tenés al respecto?

Sí obviamente. Los que nos dedicamos a esto buscamos constantemente ejemplos de otras latitudes para ver qué modelos funcionan. No pretendemos inventar nada nuevo sino adaptarlo a nuestro contexto. La investigación de patrimonio realizada por María Luz Endere es un ejemplo a nivel continental de cómo se estudia y cómo se gestiona el patrimonio. El trabajo de Rafael Curtoni también es un ejemplo de cómo hacer arqueología comunitaria, de cómo trabajar con las comunidades y aprovechar el conocimiento de ellas para una investigación científica, pensando además en cómo estas comunidades se benefician por la investigación. Creo que los ejemplos y la trayectoria de ustedes aquí son muy valiosos para el resto del continente ya que no tenemos realidades muy diferentes. Solo hay que conocer esos procesos y adecuarlos a una realidad particular. Justamente eso es lo que pretendo, conocer otras experiencias que se hayan aplicado aquí en Argentina para que podamos aplicar en Panamá y en Colombia.

¿Cuáles son los modos de relacionarse y cuál es el nivel de aceptación que hay con los gobiernos respecto de los proyectos acerca del patrimonio?

Esa es una relación complicada. Los estados y los gobiernos son finalmente los que realizan las políticas públicas relacionadas con el patrimonio pero no nos tienen en cuenta… La academia juega un papel secundario entonces normalmente se toman decisiones desacertadas. Por eso, creo que estos dos modelos han funcionado. En el caso del museo universitario donde yo trabajo es una universidad privada, entonces no depende de una subvención estatal y eso ha garantizado que en estos últimos cuatro años nos hayamos podido establecer como un museo referente. Y en el caso de Panamá Viejo que es un Conjunto Histórico Monumental protegido por el estado desde la década del ‘70, finalmente hasta los 90 por interés de la sociedad civil es que se ha consolidado el patronato de Panamá Viejo, que es una institución mixta pero que es manejada desde la empresa privada y que ha conseguido mantener este parque arqueológico. Eso demuestra a veces que cuando la iniciativa es desde la sociedad civil, las cosas tienen más posibilidades de mantenerse en el tiempo.

¿De qué manera juegan las políticas públicas establecidas del estado?, ¿Hay regulaciones respecto a cómo se trabajan las colecciones arqueológicas?

El que sean iniciativas privadas o de la sociedad civil no significa que puedan estar al margen de la ley. Hay normativas en Colombia y Panamá muy claras y que, nos guste o no, son las que están y sobre la que nos debemos regir. En el caso de Colombia las colecciones arqueológicas son de patrimonio nacional, no son patrimonio de la universidad ni mucho menos. Debieron ser registradas para garantizar esa legalidad y lo que solicitamos es una custodia. Nosotros somos custodios de una colección que entendemos que tiene una responsabilidad y es la de difundir el pasado prehispánico del caribe colombiano. Esa es la responsabilidad que asume la Universidad. Manteniendo obviamente unas condiciones de temperatura y humedad para garantizar por ejemplo que la colección se conserve para las generaciones futuras y en el marco de la legislación colombiana.

Igual pasa en el caso de Panamá Viejo. La junta directiva del Patronato está representada por la Dirección Nacional de Patrimonio Histórico que es el ente gubernamental que maneja el patrimonio arqueológico de Panamá y la Autoridad de Turismo de Panamá. Eso da la garantía de que todo lo que allí se gestiona y se realice esté en el marco de la ley. A mi forma de ver, ese es un modelo que ha funcionado porque todos los actores de la sociedad están allí trabajando de manera mancomunada.

¿Cuáles son las perspectivas a futuro en cuanto a los proyectos que están a punto de ponerse en funcionamiento?

En el caso del Museo Mapuka, al cual dirigí, el año que viene cumplimos cinco años. Es un museo muy joven en búsqueda de la consolidación de un equipo de trabajo, de unas líneas de investigación, de educación y de extensión bien claras. Han sido cuatro años en los que ha habido que ir probando, qué funciona, qué no funciona… Ya que la costa caribe es muy distinta de donde yo vengo que es el interior del país. Hemos aprendido y hemos consolidado, por ejemplo, un portafolio educativo que es fundamental. En el caso de los museos, debemos formar un público y para eso hay que llegarle a los más chicos y hay que llegarles con temas distintos… Mostrando que el pasado no es aburrido y que de ese pasado podemos aprender muchas cosas que son aplicables al presente y que nos van a servir para el futuro.

Y en el caso de Panamá Viejo hay que consolidar una identidad nacional alrededor de un sitio arqueológico tan importante… No solamente para el turismo sino para la región y el continente. Panamá Viejo fue un puerto fundamental en el proceso colonizador europeo durante los siglos XVI y XVII. Entender esa importancia y difundirla a través de la investigación científica es el reto más importante que tiene Panamá Viejo y todos los investigadores que estamos trabajando allí.

¿Cuál es tu reflexión sobre los procesos políticos-sociales que se están dando en este momento en Latinoamérica?

Siempre he sido muy crítico de las políticas públicas. Creo que tenemos que volvernos protagonistas de estos procesos, tenemos que empezar a abrir este tipo de espacios donde se discuten estos temas. En estos simposios debe estar la clase política que nosotros a veces desmerecemos y decimos que no vale la pena invitarlos... Porque finalmente son ellos quienes toman las decisiones y tienen que saber sobre lo que nosotros estamos hablando, entonces estos espacios resultan fundamentales. Éstos no son eventos solamente para estudiantes o para especialistas, son para todo el mundo. Nuestro trabajo no puede quedar aislado en una torre de cristal inaccesible porque hablamos para todo el mundo. Ese es nuestro compromiso y nuestra responsabilidad como investigadores sociales: que la investigación que nosotros hacemos se haga con la gente, llegue a la gente y que al crear una opinión formada seamos capaces de cambiar los destinos de las políticas públicas que los gobernantes hacen sin tenernos en cuenta./ AC-FACSO