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Niñez y educación

La promoción de la lectura en el nivel primario

La Escuela Nº1 de Olavarría trabaja en el incentivo de la lectura mediante distintas actividades. La labor de docentes y bibliotecarios en un desafío que trasciende las aulas.

 

Por Milagros Pianciola

“El interés por la lectura tiene que empezar por uno. Yo como bibliotecaria tengo que ser lectora, leer mucho para poder lograr que los chicos se interesen por los libros” expresa Karina Modarelli, bibliotecaria durante diez años en escuelas públicas de Olavarría. Para ella, fomentar la lectura depende de las personas que rodean a los niños y las niñas, es decir, directivos, docentes y familias En este sentido, distintas escuelas primarias de Olavarría implementan actividades para fomentar la lectura y la escritura utilizando diferentes estrategias con la finalidad de alcanzar un hábito que les permita aprender y divertirse mediante un instrumento formador y liberador como el libro. Los tipos de libros y géneros literarios con los que trabajan son variados: hay libros-álbum solo de imágenes, libros-objetos, de narrativa (cuentos cortos) y otros exclusivamente para ser narrados. La lectura no siempre genera lo mismo en todos sino que cada uno posee una mirada distinta para con los libros. “Quizás hay chicos que dicen que no les gusta leer pero es porque todavía no les llegó el libro indicado”, señaló Modarelli. El impacto siempre se produce pero no es inmediato. Con el tiempo, y a través de un trabajo contínuo, se genera un mayor interés. De allí la importancia de generar estímulos en los alumnos acercándoles libros que les resulten interesantes. 

Con la idea de incentivar el vínculo con los libros, existen diferentes estrategias de vinculación: la asistencia a bibliotecas, la participación en ferias, posibilitarles el acceso a diferentes materiales o la narración de cuentos en determinadas jornadas. “La promoción de la lectura se hace para provocar el goce estético, para provocar el placer por la lectura”, subrayó Modarelli. Asimismo, desde hace algunos años y hasta la actualidad, se llevan a cabo concursos, talleres literarios y encuentros de lectura entre distintas escuelas. En sus visitas a la ferias, además, tuvieron la oportunidad de conocer a algunos autores de los libros que habían leído. “Para los chicos no había nada más lindo que conocer al escritor ya que lo veían como alguien lejano” afirmó Graciela Mónaco, maestra y bibliotecaria de la Escuela Nº1 “Juan Bautista Alberdi”, ubicada en Sargento Cabral 2543.

Para las docentes entrevistadas, las familias deben ser de una gran influencia a la hora de incentivar la lectoescritura. Actualmente, la lectura no aparece como un hábito en los hogares. A raíz de ello, las docentes hacen hincapié en el rol de las familias para generar prácticas como la lectura en voz alta o la narración de cuentos con expresividad. “Los ejes fundamentales de la promoción son las escuelas pero también las familias. La escuela debe promover la lectura a través de actividades y la familia a través del ejemplo” remarcó Mónaco.

La experiencia de la Escuela Nº1

La Escuela Nº 1 lleva adelante, desde hace más de diez años, un proyecto con la finalidad de incentivar la lectura en los niños y las niñas. Se trabaja con cuatro libros diferentes al año con estudiantes de 1º a 6º: durante distintas clases, se aborda la producción y la comprensión de textos pero principalmente se busca un avance de la práctica en el hogar. De esta manera, la bibliotecaria de la escuela pasa por los salones una vez cada 15 días y guía a los estudiantes en las tareas; la semana intermedia envía una caja con diferentes libros para que tengan su momento de lectura. Otra actividad consiste en la búsqueda de información relacionada al libro o sobre aquellas palabras que desconocen. “No se trabaja solamente la parte literaria sino también con material de estudio: cómo leer, cómo seleccionar lo más importante, buscamos una lectura pero también una compresión”, expresó Natalia Gramajo, bibliotecaria de la institución. Por otro lado, la escuela implementa un proyecto de articulación a través de actividades literarias con el Jardín Nº 902 y el Jardín Nº 908.

Cintia Abraham, docente de 4º año, hizo hincapié en el trabajo con un “lapbook”: un libro diseñado y creado por los propios alumnos en el cual escriben información sobre un tema en especial. “Los chicos supieron apropiarse del lugar, se sintieron cómodos en la biblioteca y eso, muchas veces, los hace trabajar de una manera distinta”, destacó Abraham, para quien las técnicas pedagógicas deben ser dinámicas al momento de trabajar. A raíz de ello, mediante actividades como el trabajo con poesías, la teatralización de historias o el cambio de un comienzo o final, buscan generar nuevos aprendizajes. “Estas prácticas terminaron involucrando, incluso, a los chicos que no les interesaba leer (…) Hoy los libros han cambiado mucho y eso posibilita pensar diferentes estrategias de participación”, expresó Mónaco.

Según las docentes, a las niñas y los niños, en un primer momento, les cuesta acercarse a la lectura ya que la asocian con una obligatoriedad. Por lo general, quieren elegir lo que les gusta o llama la atención, lo que las lleva a estar atentas a sus intereses. “La idea es poder incentivar para que esa lectura tenga que ver con el aprendizaje pero que asimismo no deje de lado la parte del placer”, puntualizó Abraham. En la promoción de la lectura es esencial el acompañamiento tanto de los docentes como de la familia. Ambos deberán saber otorgarle un valor a la palabra. Tanto el narrar como el leer harán que niños y niñas puedan crecer con la imaginación y la libertad que impulsan estas prácticas./AC-FACSO