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Espacio público y economía social

Artesanos y emprendedores en la lucha por el espacio público

A partir del cambio de gestión municipal, los feriantes olavarrienses se encontraron con nuevos requerimientos y dificultades para utilizar la plaza central. Desde entonces, trabajan para recuperar la habilitación de ese espacio junto con un calendario de fechas fijas.

 

Por Lisi Batres

Una vez al mes, artesanos y emprendedores de Olavarría disponen sus puestos en la plaza central de la ciudad. Productos de campo, cuadros, peluches, esencias, plantas, bijouterie, semillas y calcomanías son algunos de los variados productos que allí ofrecen. Sobre la calle Rivadavia se encuentran los Artesanos Municipales Fiscalizados y, sobre la calle Vicente López, la Asociación Civil “La Minga”. Cada grupo tiene sus propias características pero además comparten las mismas problemáticas en torno a su espacio de trabajo.

En el caso de los Artesanos Municipales Fiscalizados, son alrededor de 60 integrantes activos. Una de ellas es Patricia Fernández, de 40 años, quien teje una gran variedad de artesanías al crochet y participa de la feria desde hace un año. “Como requisito para formar parte del grupo hay que llevar a la Casa de Cultura una muestra de cada producto que elaboras, y tiene que tener el mayor porcentaje posible realizado de manera artesanal”, explica Patricia. “Te hacen un carnet y cada vez que hay una convocatoria, para la plaza o para el evento que sea, tenés que llamar y anotarte para participar”, agrega.

Por su parte, La Minga es una asociación civil que tiene como eje principal la economía social y que en mayo de 2015 fue nombrada entidad de bien público. Entre 30 y 40 artesanos y emprendedores participan activamente bajo la única premisa de no vender productos de marcas registradas. Jeremías Bentancurt, de 29 años, artesano y payaso, se acercó al grupo hace más de dos años y desde entonces participa no sólo vendiendo sus artesanías sino también difundiendo el espacio. “Hay gente que no se acerca porque cree que los requisitos son muchos y se enteran en la plaza que es fácil participar. El único requisito es tener un emprendimiento”, cuenta Jeremías. El espíritu de cooperación entre “los mingueros” siempre está presente en cada feria de la que participan. Cada uno colabora con lo que está a su alcance: desde vehículos para trasladar los productos hasta materiales para el armado de los puestos. Entre todos, hacen su mejor esfuerzo para que nadie quede afuera por falta de recursos.

Lo que trajo el cambio

Pero no siempre artesanos y emprendedores tuvieron a su disposición la plaza central. Con el cambio de gestión, la municipalidad puso un “alto” a la utilización de ese espacio. Integrantes de La Minga se organizaron para recuperar su lugar de trabajo juntando firmas y solicitando ayuda a concejales y partidos políticos. “Presentamos todo por escrito, las respuestas tardaban en llegar y tuvimos que pedir ayuda”, explica Jeremías. Consiguieron, en mayo de 2016, que se aprobara un proyecto en el Honorable Concejo Deliberante que les permitiera estar en la plaza central nuevamente, pero sólo un fin de semana al mes. “No fue fácil ganar la plaza, tuvimos que pelear. También corríamos el riesgo de desaparecer”, añade el artesano.

A pesar de ello, no todo está solucionado. La restricción que sólo les permite trabajar un fin de semana al mes sigue preocupando a los feriantes. “No podemos vivir de esto, estamos peleando para tener una feria fija sábados y domingos. La idea es poder vender todos los fines de semana para tener capital y volver a invertir”, expresa Patricia. “Tampoco hay un calendario fijo de días para feriar, todos los meses debemos esperar la decisión de la municipalidad”, agrega.

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Nuevas pautas para “feriar” en la plaza central

Tanto los Artesanos Municipales como La Minga cuentan con un fondo común para afrontar gastos. Pero a lo largo del último año aumentaron notablemente a medida que el municipio fue quitando los servicios que les proveía. Uno de los cambios más importantes estuvo vinculado al tendido de electricidad. “En la gestión anterior, nos daban la bajada de luz y una térmica cada dos puestos. Este último tiempo, un compañero llevaba una térmica y de ahí sacábamos todos los cables. Ahora directamente ya no va a haber bajada de luz. Hay que llevar luz de emergencia, que es un gasto nuevo para nosotros” expresa Patricia, quien considera que las artesanías necesitan de una buena iluminación. En el caso de La Minga, afrontaron grupalmente la problemática de la electricidad. “Nuestra tendida de luz tiene 70 metros, lo compramos entre todos y lo hicimos. Está todo con térmica, disyuntor, es una conexión segura. Pero eso lo financiamos nosotros”, relata Jeremías. Pero la electricidad no es el único costo que afrontan artesanos y emprendedores. “Los baños químicos los pagamos entre todos. Lo mismo pasa con la vigilancia, cuando la feria dura más de un día, pagamos un sereno para no llevarnos los puestos”, explica Patricia.

Ahora el municipio también exige que los puestos de los feriantes sean a dos aguas y con lonas blancas, lo que implica un nuevo gasto. En un corto período de tiempo esta estructura va a ser obligatoria para poder participar de la feria en la plaza central. “A mí me encantaría tener una lona blanca pero no es algo que pueda pagar. No están mirando eso, están mirando una cuestión estética”, expresa Jeremías. “No tenemos ningún tipo de ayuda para conseguir ni para pagar eso. No todos tenemos la posibilidad de cambiar la estructura del puesto. Tenemos un montón de tiempo y de plata invertido en un capital de cosas, y ahora de golpe cambiar todo es como volver a empezar”, reflexiona Patricia.

La necesidad de un espacio laboral

La puja por el espacio público continua vigente y son diversas las propuestas de artesanos y emprendedores para tener un lugar fijo de trabajo. Algunos opinan que es importante permanecer en la plaza central porque allí es donde circula el mayor flujo de gente. Otros creen que es más relevante tener un lugar propio sin importar la ubicación. “Yo siempre digo que el lugar de los artesanos debería ser el veredón del Centro Cultural. Arte y cultura tienen que ir de la mano”, propone la artesana. También ayudaría a descentralizar las actividades y que no quede todo sólo en la plaza central. “Yo creo que se nos pone un freno a los permisos de la plaza por los comercios que están cerca, que se quejan porque nosotros como artesanos tenemos otros precios. Entonces estaría bueno llevar los artesanos a otro lado y respetar también al que paga el alquiler y tiene un comercio”, analiza.

“Sólo estamos pidiendo un espacio para trabajar, porque organizados ya estamos”, explica Jeremías. “Creo que nos corresponde tener el permiso para vender, porque de hecho los artesanos existen en todas las ciudades del mundo. Pero acá parece que estamos mal vistos y es lamentable que el artesano sea descalificado de esta manera”, expresa Patricia. Más allá de las distintas propuestas, artesanos y emprendedores se enfrentan a la misma situación: no existe en Olavarría un espacio público fijo donde puedan llevar y vender sus productos. Es su trabajo lo que está en juego mientras sus reclamos aún siguen siendo desestimados./ AC-FACSO