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Tarifas

“Lo que estamos viviendo es un deterioro de las condiciones sociales en un sentido amplio”

En el marco del veto de la Ley de Emergencia Tarifaria por parte del Gobierno nacional, Sergio Chouza, economista, realizó un análisis sobre los incrementos tarifarios de los últimos años y evaluó cómo han afectado las condiciones de vida en el país.

 

“Las familias tienen que llegar a fin de mes todos los meses y, si un esquema óptimo tarifario deja un porcentaje tan alto de las familias argentinas afuera, evidentemente no es sustentable desde el punto de vista social”, explicó Sergio Chouza, economista e integrante del Observatorio de Políticas Públicas de la Universidad de Avellaneda (UNDAV). En una entrevista con Radio Universidad, el profesional analizó cómo se fue dando el aumento tarifario desde 2016 y cómo supone que seguirá impactando hasta fines del próximo año.

¿Cómo esperaba que llegue esta decisión en torno a declarar la Ley de Emergencia Tarifaria? Se aprobó y se vetó pero, entre medio, hay una situación muy delicada de familias que esperan una mano.

Creo que el Poder Ejecutivo tiene una oportunidad única de no vetar la ley y evitar que los salarios tengan un desacople fenomenal este año. El componente derivado del aumento tarifario sobre el índice de inflación incrementa alrededor de 5 puntos porcentuales. Para lo que resta del año, las previsiones de aumento ya están en torno al 25%. La expectativa es que la inflación sea como mínimo la del año pasado, del 24,8%. Los salarios van creciendo en torno de la expectativa oficial del año pasado del 15%. La mayoría de los acuerdos colectivos están cerrando en torno a ese número. Cuando se le agreguen las sumas no remunerativas y algunos factores como la productividad y los saltos de categoría o la antigüedad, probablemente los salarios terminen moviendo este año en torno al 17/18%. Por ende, el desacople va a ser de entre 7 y 8 puntos porcentuales. El Poder Ejecutivo estaba en la oportunidad de reducirlo a 2 puntos porcentuales, ya que el componente tarifario es de 5 puntos. Al vetar el proyecto de retrotraer los precios a los del año pasado, esos 5 puntos porcentuales seguramente van a estar operando y la separación entre precios y salarios va a ser muy significativa. Nuestra economía se encuentra enormemente traccionada por el consumo interno de los sectores privados o de los asalariados, que implican el 80% de nuestra economía. Ahí vemos una impericia en la evaluación en torno de cuáles son las mejores formas de que nuestra economía crezca y se desarrolle. Es una cuestión macroeconómica, una evaluación de sentido común.

Si bien el estimativo es del 25%, esto no está cerrado ¿No es así?

Yo dije 25% como una cifra conservadora de un piso inflacionario para este año. El incremento de la nafta a partir de mitad de año va a tener un efecto de propagación por el hecho de ser un insumo difundido. Se están barajando varios números en cuanto a esto último, pero uno de los que se están mencionando es de un retraso ya de un orden del 20%. Si se cuantifica ese atraso, en el segundo semestre de este año va a implementarse un incremento del 3% mensual. Imagínense el piso inflacionario mensual que implicaría, en ese eventual caso, un aumento de la nafta con todos los efectos de segunda ronda que ya conocemos sobre el resto de los precios de la economía.

¿El poder de vetar que posee el Presidente de la Nación le quita legitimidad al Poder Legislativo? Entendiendo que este utiliza sus herramientas para tratar de representar a quienes lo acompañaron con el voto.

La realidad es que, más allá de lo estrictamente constitucional y de las cuestiones relativas a las incumbencias en el sistema republicano, acá hay una cuestión más básica y de índole humanista: si las tarifas pueden ser pagables o no, es una visión socioeconómica sobre nuestra sociedad. Las familias tienen que llegar a fin de mes todos los meses, y si un esquema óptimo tarifario deja un porcentaje tan alto de las familias argentinas afuera, evidentemente no es sustentable desde el punto de vista social. Los estados nacionales tienen que tener una mirada amplia y una mirada social. El debate sobre los modelos más abocados al desarrollo o más proteccionistas, los pro mercado o los de índole más nacional y popular, los dejamos en una segunda discusión. La situación concreta de la falta de pago por la imposibilidad de hacer frente a los tarifazos es real. En la Distribuidora de Electricidad del Sur (DELSUR), en los últimos 6 meses, el incremento de los cortes de luz por falta de pago se triplicó. Pasó de estar abajo del 0,20% (menos de dos familias a las que se les cortaban la luz por falta de pago) a un 6,5 cada mil actualmente. Claramente hay una imposibilidad, más allá de la ecuación macroeconómica que se realice.

Todo parece indicar que el rumbo económico se va a profundizar pero se entiende que todo tiene un límite ¿Cree que se va a agravar la situación o, teniendo en cuenta que en poco más de un año hay elecciones, se tomarán medidas?

Es una situación que van a tener que afrontar, como ocurre todos los años impares. Ya vimos en 2017 que hubo una disminución en el proceso de ajuste tarifario, si bien hubo aumentos de tarifas de servicios públicos, fue muchísimo menos brutal que en 2016. En 2017 hubo una actitud del Banco Central de contener el tipo de cambio, lo cual generó un efecto de apreciación junto a los capitales que vinieron del exterior. Esto generó una apreciación de la moneda y el dólar estuvo bastante estable y existe la posibilidad de que esto se replique en 2019. Esta situación genera un efecto “veranito” por unos meses y nuevamente se vuelve a generar un proceso de ajuste. Creo que el Poder Ejecutivo estaba ante una situación muy interesante: la posibilidad de cambiar el régimen económico y el desbalance externo de la economía (la falta de dólares y del desequilibrio comercial y cuentas corrientes), o usar ese último comodín y acudir al Fondo Monetario Internacional (FMI). Eligiendo esto último, tendría unas bocanadas de aire de mayor liquidez, que les permitiría lapidar la tormenta de fines de este año y principio del año que viene y volver a un populismo financiero. Utilizó claramente esta última carta, no se modificaron los vectores del modelo económico y, por ende, el desequilibrio es posible que sea mayor que el año pasado. Esta última instancia, que es el crédito “stand by” con el FMI, nos va a dar un aire de liquidez que va a durar lo que duren esos 30 mil millones de dólares que nos van a estar prestando.

Independientemente de lo que el Gobierno haga, ¿la solución es que el Gobierno inyecte dinero en las clases medias y bajas para fomentar el consumo interno?

En términos socio-económicos, lo que estamos viviendo es un deterioro de las condiciones sociales en un sentido amplio. La pobreza se redujo un par de puntos porcentuales en términos salariales en el último semestre del año pasado. Seguramente captó buena parte de estas políticas de aquietar las aguas en el 2017, por la cuestión de la cercanía con el proceso electoral. Probablemente en este primer semestre, producto del salto devaluatorio y del incremento de la inflación por arriba de los salarios, vuelvan a subir esos puntos porcentuales que habían bajado.

En una mirada más cualitativa y multidimensional, las comisiones sociales y las barriadas se están deteriorando. Además del rebrote de la  inseguridad ciudadana que vemos en las noticias, también hay un fenómeno de deterioro de las condiciones de alimentación y eso es algo que todos los informes cualitativos, como los de la Universidad Católica Argentina, suelen marcar. Alimentos más proteicos como la carne se reemplazan con harinas y otro tipo alimentos menos benéficos. Esto generó un deterioro acumulativo y nosotros lo vemos en las universidades: cada vez tenemos menos alumnos y esto se viene agravando a lo largo de años y décadas. Hay una problemática en el hecho que se bajen escalones en materia de distribución del ingreso. Está claro que las políticas de transferencia son un paliativo para eso pero la principal prescripción que se hace de las escuelas económicas críticas a las políticas ortodoxas, es la necesidad de una macroeconomía ordenada en la que no se produzcan retrocesos. Donde la volatilidad de variables, como el tipo de cambio, la inflación o la tasa de interés no sean saltos tan abruptos. Que se pueda crecer de a poco todos los años y sin discontinuidades como pasó en 2016 y como va a pasar seguramente este año./ AC-FACSO

 

Entrevista realizada en el programa "No todo está perdido" de Radio Universidad