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Sociedad

Los comedores barriales como sustento

Ante el difícil contexto económico que atraviesa Argentina, los comedores barriales juegan un rol importante en la alimentación de niños y niñas. En Olavarría, Rincón de Luz es uno de los comedores que lucha para salir adelante.

 

Por Lisi Batres

Hilda De los Santos abrió el Comedor Rincón de Luz en 2001 y aún lo mantiene en funcionamiento. En un principio, el comedor funcionaba en su casa y recibía alrededor de 400 personas entre adultos y niños. A partir de 2003, Hilda incorporó una cuota de socio voluntaria para mejorar las condiciones del comedor. “En mi casa era poco el espacio y pocas las ollas. La cuota de socio me sirvió para hacer el salón y la cocina donde ahora preparo la comida. Cada uno paga lo que puede y todo suma”, detalla. En los inicios del comedor solamente eran cinco las personas encargadas de recolectar los alimentos y cocinar. “Salíamos a juntar cosas por toda la ciudad con un carrito tardes enteras... Ahora la gente conoce el comedor y se acerca a colaborar”, subraya.

Ubicado en Celestino Muñoz 1204, el comedor recibe diariamente a 176 niños y niñas y 45 adultos, entre ellos algunos ancianos. La mayoría son vecinos del mismo barrio. El espacio físico disponible es muy reducido pero eso no es un obstáculo para Hilda, quien cocina con ayuda de madres y padres de los niños y niñas que asisten. Por otra parte, los sábados el espacio se encuentra abierto y se invita a los niños y niñas a participar de actividades en conjunto para posteriormente compartir una merienda. “Los esperamos con yogurt, galletitas, golosinas. La idea no es sólo que puedan jugar sino también hacer deberes de la escuela. Muchas madres se quedan a colaborar”, cuenta Hilda. Incluso también los reciben y acompañan en fechas especiales. “Navidad y el Día del Niño siempre se festeja en el comedor” comenta.

En cuanto a la crisis económica que atraviesa el país, De Los Santos explica que cada vez es más difícil adquirir los alimentos. “Ya no sabemos dónde comprar las cosas por los precios, recorremos toda la ciudad pero nunca se deja de cocinar y de ayudar” relata. Durante muchos años el comedor formó parte de un convenio con Aitala y el Municipio, en el cual el Estado le quitaba el impuesto municipal a la fábrica de pastas a cambio de que ellos donaran al comedor tres bolsas de fideos cada 15 días. “En 2018 el dueño de la fábrica tomó la decisión de dejar de cumplir con el convenio porque tuvieron que reducir la producción”, detalla Hilda. Por su parte, ningún representante del Municipio se acercó al comedor ni reciben otro tipo de ayuda estatal.

Al mismo tiempo, De los Santos nota que en 2018 comenzó a acercarse más gente al comedor, en este caso de zonas aledañas al barrio. “Se sumaron una gran cantidad de familias, por lo que también necesitamos más recursos” añade. Otro de los obstáculos que atraviesa actualmente el comedor es la falta de una cocina. “La que teníamos se gastó de tanto uso, tenía más de 20 años. No se puede usar el horno, por eso usamos la cocina de mi casa” explica Hilda.

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En relación a la infraestructura, el principal problema que afecta el espacio es el estado del techo, ya que se filtra la humedad y el agua. La única solución es sacarlo y hacerlo nuevamente desde cero. “Se filtró muchísima humedad en las paredes. Se está cayendo la pintura, pero no se puede arreglar nada hasta que tengamos el techo nuevo”, detalla De los Santos. “La idea es juntar el dinero de a poco e irlo pagando como podamos pero es mucha plata. En esa lucha estamos”, enfatiza.

Las ganas de trabajar para mejorar el comedor no sólo se reducen a solucionar los problemas vinculados al techo. También existe la necesidad de agrandar el espacio y realizar algunas reparaciones para trabajar con mayor comodidad. “Queremos agrandar el lugar, cambiar el portón de la entrada, poner un timbre, arreglar los cables y poner un calefactor”, describe Hilda entusiasmada. “También queremos poner revestimiento en las paredes, al menos hasta cierta altura, para que sea un espacio más limpio. Mi hijo ya se ofreció a pintar el resto de la pared”, agrega.

El comedor Rincón de Luz, como tantos otros, es un espacio de encuentro y contención para una enorme cantidad de familias. En el contexto adverso que atraviesan actualmente y ante la ausencia del Estado, la solidaridad de quienes se acercan a colaborar es esencial. “Para mí tiene un valor hermoso que nos puedan ayudar, no importa que tan poco parezca la contribución” concluyó Hilda./ AC-FACSO

 

Para colaborar con el comedor podes dirigirte a Celestino Muñoz 1204 de 9 a 12 y de 19 a 21 hs.