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Arde Colombia

Colombia, una sociedad atravesada por la violencia: desde el Estado hasta los grupos paramilitares. Un plan económico excluyente y una dirigencia que no escucha. El resultado, la gente tomando las calles y muriendo violentamente. El análisis de una socióloga explica el por qué del caos en el país latinoamericano.

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Foto: Colombia Informa

Santiago Garralda-Agencia Comunica

10/05/2021

Colombia arde. El pueblo se cansó y salió a manifestarse a la calle. El 28 y 29 de Abril pasado entró en ebullición y reaccionó ante la presentación de un proyecto  de reforma tributaria propuesto por el presidente Ivan Duque. Una reforma que en principio, según la Dra. en Sociología, profesora de Historia y docente de la carrera de Relaciones Internacionales de la UNICEN, Sandra Colombo, “es producto de lo que todos los países de latinoamérica estamos sufriendo, que es el déficit fiscal”. Y el Estado colombiano no tuvo mejor idea que sacar recursos para re-financiarse de la clase media, trabajadores y campesinos. Entonces, lo que viene a plantear el proyecto es aumentar el IVA de productos de primera necesidad (lo sube del 5 al 19%), y “ampliar la base de los contribuyentes que pagan impuesto a la renta. Esto es, que más trabajadores de menores ingresos van a  tener que pagar impuesto a la renta”.La respuesta de los trabajadores, distribuidos y representados en diferentes organizaciones sociales y sindicales, fue inmediata. Salieron a alzar su voz en las calles. Porque es en ese lugar, donde el pueblo se hace escuchar.

Las movilizaciones son muy masivas, “se dan no solamente en la capital, sino que también en las capitales de los diferentes estados, y en las ciudades intermedias, en lugares que nunca se habían movilizado hoy en día están habiendo movilizaciones”. A decir de la Dra. Colombo, otra característica es que presentan una gran diversidad en su composición,  ya que “han logrado aglutinar a diferentes sectores sociales y políticos.  Se habla de una alianza obrero-campesino-indigena, sectores trabajadores procedentes de diferentes regiones, etnias, diferentes culturas y clases medias”. El pueblo unido jamás será vencido, reza una canción chilena.

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Sandra Colombo, Doctora en Sociología

Otro punto que Colombo destaca, es que desde los sectores populares y trabajadores se conformó un Comité Nacional de Paro que agrupa a más de cincuenta organizaciones y sindicatos. Este comité pide al gobierno en primer lugar, que se respete el derecho a la protesta. En este punto es necesario destacar que la represión a las movilizaciones por parte del Estado ha sido brutal. Hay muertos, desaparecidos, heridos, violaciones y detenciones arbitrarias. Todo con el aval del Estado, que no dudó en poner en acción a la Policía y al Ejército. Poco importó que la ONU y diferentes organizaciones del mundo se hayan pronunciado en contra de estos hechos.  En segundo lugar, el Comité reclama “garantías y libertades democráticas, la no privatización de un sistema de salud, un mejor manejo de la pandemia”, esto es, más vacunas y una mejor distribución. Además, sostienen que es necesario “un ingreso básico universal que permita que las  familias puedan comer cuatro veces por día, ayuda  a las pequeñas y medianas empresas, defensa y seguridad alimentaria, no erradicación forzada de cultivos y la no fumigación con glifosato”. En resumen, lo que piden es que si el Estado necesita recursos, que lo saquen de las clases más poderosas y concentradas económicamente de Colombia. Pero la reacción del gobierno fue la militarización y criminalización de esas movilizaciones.

Crónica de una muerte anunciada

Es necesario entender estas protestas en su contexto estructural. En este sentido, Sandra Colombo advierte en primer lugar, que Colombia desde hace varios años -como muchos países latinoamericanos-  es víctima de una economía excluyente. De un modelo neoliberal (o conservador) que, si bien le da cierta estabilidad macroeconómica, “cada vez más sectores de la población quedan excluidos de acceder a beneficios o servicios elementales”. Esto queda reflejado a partir de ciertos indicadores sociales que la docente de Unicen describe: “Colombia es el segundo país más desigual de América Latina y es uno de los diez países más desiguales del mundo. En la actualidad tiene un 17 % de desempleo y la pobreza alcanza al 43 % de la población. Se calcula que el 20% de las familias no come tres veces al día, están por debajo de la línea de subsistencia”. Este paño de fondo de exclusión social ya había generado malestar en 2019, cuando el pueblo se auto convocó en las calles para hacer frente a las políticas económicas y sociales de Ivan Duque.

En segundo lugar, Sandra Colombo sostiene que hay una crisis de legitimidad política. Las personas creen en la política como un medio para transformar la realidad, pero no en sus representantes. Esa es la cuestión. En efecto, “hay una crisis de legitimidad porque estos dirigentes no representan a los ciudadanos sino que representan intereses poderosos de Colombia o del exterior (por ejemplo, Fondo Monetario Internacional, o el  Banco Mundial)”.

Inevitablemente hay que agregar un punto fundamental para comprender el trasfondo de la situación actual: durante el siglo XX, hasta hoy, Colombia ha sido una sociedad atravesada por la violencia en un grado extremo. Guerra civil de por medio, aparición de las guerrillas (las FARC, el Ejército de Liberación Nacional, el M19, entre otros),  carteles de narcotraficantes, fuerzas del Estado, grupos paramilitares; en resumen, grupos armados que luchaban entre sí. Esto, siguiendo a la especialista, generó “un debilitamiento del Estado y conflictos militarizados entre diferentes facciones. Tanto es así, que el 40% del Estado estaba controlado por diferentes grupos guerrilleros y paramilitares”. De esa manera, Colombia llegó a ser considerado como un “estado fallido”, es decir, “un estado que no puede controlar su propio territorio ni a su propia población”.

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Foto:Colombia Informa

También se suma lo que se denominó “Plan Colombia”, que era un plan entre el Estado colombiano y Estados Unidos en el que este último le brinda ayuda financiera y militar “para desarrollar Colombia”. Aunque en realidad, fue para combatir el narcotráfico. En resumen, lo que permitió el plan “es que Estados Unidos tenga bases militares en sudamérica (Colombia) y tenga radicados permanentemente militares en territorio colombiano”.Ahora bien, ¿qué relación podría tener con las manifestaciones y la posterior represión? Colombo sostiene que “el hecho de tener la presencia militar estadounidense tan fuerte dentro de Colombia provocó que los sectores gubernamentales entendieran a los problemas  económicos y sociales como problemas de seguridad. En consecuencia los combatían mediante la acción militar. Todo era entendido como un problema de inseguridad. Y por ende la respuesta era militar”.

Por otra parte, el fracaso de los acuerdos de paz es otro de los puntos que la doctora en Sociología destaca para comprender el contexto estructural de las manifestaciones. Desde 2012 hasta 2016 se inició un proceso de diálogo entre las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia) y el Estado colombiano para establecer la paz. Entre varias cuestiones, el acuerdo disponía que las FARC se comprometen a entregar las armas y transformarse en un partido político; que el gobierno de Colombia debía comprometerse a garantizar y favorecer la reinserción de los ex guerrilleros. A su vez, el establecimiento de una corte para tratar o juzgar los crímenes guerra. Sin embargo, el acuerdo ha sido roto en reiteradas oportunidades por Iván Duque:  “no otorga tierras a los campesinos, no otorga tierras a los ex guerrilleros, no avanza con este juzgamiento de crímenes de guerra, está permitiendo las continuas masacres de campesinos y de líderes populares que se resisten a entregar las tierras”, explicó Colombo. En síntesis, la situación en Colombia es desalentadora desde hace muchos años. El estallido de las movilizaciones frente a la reforma tributaria es entendible y previsible “porque hay una sociedad atravesada por  una violencia desde el Estado y de grupos paramilitares que va creciendo y con un plan económico que excluye cada vez más, sumado a  una dirigencia que no escucha o no responde a las demandas de los ciudadanos”.

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Foto: Colombia Informa

América Latina: un pueblo sin piernas pero que camina

América Latina es, históricamente, una región golpeada y explotada al extremo. Hoy está muy dividida y heterogénea, “hay una gran diversidad de gobiernos y proyectos económicos. Hay gobiernos que intentan revertir mínimamente políticas de gobiernos de derecha o neoliberales, hay gobiernos que siguen apostando a políticas de derecha, como  Moreno en Ecuador, Piñera en Chile, Duque en Colombia”. En este sentido,Colombo reflexiona que estas situaciones se van a seguir repitiendo si los gobiernos continúan imponiendo modelos neoliberales excluyentes que generan cada vez más pobreza. Agrega que una posible solución, sería la implementación de “políticas de distribución de ingresos, y políticas que generen trabajo al interior de los mercados nacionales, además de políticas de industrialización”. Mientras tanto, Colombia -y Latinoamérica- sigue caminando sobre las brasas utilizando la calle para hacerse escuchar. Como diría Jesús Martín Barbero, para “poner a este roto país a comunicar”.