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El soldado que volvió para elegir el Ejército

Ex combatientes y sobrevivientes, los verdaderos héroes que pelearon en Malvinas. El horror de la guerra y la lucha por vivir cada día tienen nombres. Esta es la historia de Raúl Fernández, quien siguió ligado al Ejército Argentino.

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Santiago Garralda - Agencia Comunica

31/03/2020

Raúl Fernández nació en Resistencia, Chaco. A los 18- como a muchos jóvenes argentinos-, le tocó hacer el servicio militar obligatorio sin imaginar ni en sus peores sueños lo que se venía. Poco tiempo después lo convocaron de nuevo para prestar servicio, pero no sabía a dónde ni para qué. Por esta razón no se despidió de su familia, aunque confiesa que “hay muchos soldados que dicen que si hubiesen tenido que despedirse de su familia capaz que no se iban”. De todas formas, Raúl tomó su bolso y se fue hasta el regimiento. Al llegar le cortaron el pelo y le dieron todo su equipo para combatir. Sin buscarlo, estaba a punto de conocer el infierno con tan sólo 19 años.
El momento de poner el primer pie en Malvinas fue tan escalofriante que hoy prefiere no recordarlo. Hace una pausa en su hablar, y con la voz temblorosa afirma que “fue algo similar a la guerra del apocalipsis, había balas, fuego y griterío por todos lados. Desembarqué, nos reunieron a todos y nos dieron indicaciones de lo que teníamos que hacer. Yo veía todo eso y te impresionaba”. A Raúl le esperaban cerca de 40 días de hostigamiento continuo, consecuencia de intensos bombardeos aéreos y terrestres, en los que perdió a muchos compañeros. A raíz de esto sostiene que la rendición fue un alivio, aunque confiesa que nunca podrá olvidar ese día porque fue el más triste de su vida. Siente aún esa impotencia: “llorábamos todos, nos decían que no podíamos movernos más, tanto sacrificio para esto, y a ¿quién se le echa la culpa?”. Con el corazón lleno de orgullo manifiesta que la guerra se peleó hasta el final, se dejó hasta la última gota de sudor y se puso todo el esfuerzo posible, al punto de llegar a estar en condiciones inhumanas, padeciendo frío, hambre y cansancio.

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Sobrevivir a la odisea fue todo un logro, pero aún le aguardaba un camino largo y difícil. “La guerra de Malvinas me marcó mucho psicológicamente porque perdí muchos compañeros”, afirma Raúl. Añade que al volver “estábamos bien, pero teníamos nuestros problemas. Éramos muy impulsivos, agresivos”. Raúl volvió a su Resistencia natal e intentó entrar al tan complicado mundo laboral. Fue imposible, “había como una especie de discriminación hacia los ex combatientes. Nos veían como que nos afectó la guerra”. Resignado, partió rumbo a Buenos Aires en el 83´ a probar suerte. Allí se encontró por esas cosas del destino con un oficial que estuvo con él en Malvinas, quien le hizo todos los papeles y lo ayudó a entrar en la Escuela de Suboficiales de Campo de Mayo, de la que se retiró en 2014 llegando al ante último grado de suboficial. Fue una buena decisión, hoy destaca que el ejército lo apañó y lo ayudó mucho psicológicamente para que no perdiera el rumbo.

Entre la esperanza de recuperar y la Guerra
Raúl corrige la pregunta y asevera con muchísima seguridad que “las islas no se perdieron. En el año 82´ no se perdió la guerra, se perdió una batalla. A partir de ese año tenemos 150 años más para recuperar las islas por la vía diplomática o por las fuerzas armadas, pero no se perdieron por completo”. Cree que lo más viable sería diplomáticamente, aunque también tiene sus dificultades porque hay intereses de por medio como la pesca y el turismo. Saca esta conclusión a partir de su vuelta a las Islas en 2014 por una iniciativa del Gobierno Municipal. Allí rindió homenaje a sus ex compañeros, recorrió cada lugar dónde había estado y volvió a sentir los mismos vientos que erizaron su piel en 1982. También, logró ver sus bases militares -soberanas, llamadas por los isleños- y la complejidad que tienen; por este motivo considera que la vía armada no es una opción razonable. Sin embargo, no pierde la fe ni la esperanza de que algún día se puedan recuperar.
Se hace un silencio y sólo se escucha su respiración. Raúl piensa y se convence de que la Guerra fue algo muy importante en la historia Argentina por el hecho de que –aunque suene redundante- se consiguieron 150 años más para poder intervenir. No obstante, la otra cara de la moneda no es buena: “si vamos a lo que fue la guerra en sí, en cómo se dio, en cómo fueron armadas las operaciones, y sobre todo en la logística, no me gustó, no me cerró. Hubo mucha gente que puso todo el empeño para lograr ganarla y hubo otros tantos que no hicieron las cosas bien y no estaban en lo cierto”.

Cascos Azules, regresar a un conflicto armado desde otro lado
Cada historia tiene un capítulo que se diferencia del resto, que hace de la misma algo especial y única. Es el caso del protagonista de esta nota, quién participó de las operaciones realizadas por las Fuerzas de Paz de las Naciones Unidas, popularmente conocida como “Cascos Azules”. Intervino en los conflictos de Croacia y Serbia en el 93´ (Guerra de Croacia), y en Chipre en 1999 (conflicto que aún sigue en la actualidad). Su misión era cuidar a los civiles, proporcionarles alimentos y medicinas. Según él, no se parece en nada a Malvinas, aunque encuentra algunas similitudes con Croacia.
Olavarría, su lugar en el mundo
En 1984 se recibió de la Escuela de Suboficiales, y ahí le dieron el pase a Rospentek (Santa cruz). Estuvo siete años hasta que lo trasladaron para Olavarría. Al principio no le gustaba mucho la ciudad y se quería ir a Misiones, pero sus compañeros lograron convencerlo diciéndole que era un lugar muy lindo y tranquilo para vivir. De a poco, fue rearmando su vida: se casó, tuvo tres hijas y un nieto, que son su contención más importante. Hoy es militar retirado, y aunque sus días sean una rutina, él dice estar tranquilo y que nadie lo mueve de dónde está. Un descanso para un héroe que con sólo 19 años sufrió un sacudón inmerecido del que nunca podrá olvidarse. Es una herida que todavía sigue abierta, pero que a partir de la memoria es posible que algún día cicatrice. (Agencia Comunica - Facso)