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Educación

“La pregunta es porqué la RAE tiene que ser la autoridad de la norma del uso del español”

Juan Eduardo Bonnin, lingüista, docente y analista discursivo e investigador del CONICET habló sobre el uso del lenguaje inclusivo en distintos ámbitos.

 

El lenguaje inclusivo gira en torno a un debate que involucra a toda la comunidad. La intención de su implementación se debe a un desafío por un lenguaje más justo, igualitario e inclusivo donde no haya rastros exclusivos de lo masculino o femenino. La discusión que se suele plantear tiene como punto sí es una forma correcta de hablar y escribir; o en qué momento debería ser utilizado. Las cuestiones del habla española recaen en la Real Academia Española (RAE), la cual tiene el poder y la autoridad. El lenguaje inclusivo tiene más de una forma de expresarse, por ejemplo con la letra E o con la X. Actualmente es usual la utilización de este lenguaje entre jóvenes que aceptan y están de acuerdo con el cambio. Juan Eduardo Bonnin, lingüista, docente y analista discursivo e investigador del CONICET habló con Radio Universidad sobre el uso del lenguaje inclusivo y cómo interviene la RAE.

Con respecto a la intervención de la RAE, ¿Cómo ves su alcance?

Toda comunidad lingüística, todo grupo de hablantes siempre tiene autoridad y siempre tienen normas. Uno habla del mismo modo en cualquier grupo y cada grupo tienen sus propias autoridades, es decir, las personas que corrigen. Por ejemplo, cuando sos chico y decís una mala palabra en la mesa, seguramente, algún adulto te diga que esas cosas en la mesa no se dicen. Del mismo modo que si vas a la cancha y queres hablar de esa menera en la radio seguramente te digan cosas. Toda comunidad lingüística tiene sus autoridades y normas, eso es inevitable y forma parte de la organización social. La pregunta es porqué la RAE tiene que ser la autoridad de la norma del uso del español en el resto del mundo, es una pregunta político lingüística. Y en el caso de la academia, lo que pasó fue que se convirtió en autoridad básicamente por un pasado imperial español que llevó junto con la carabelas la primera gramática del castellano. Desde entonces siempre la autoridad lingüística y la búsqueda de poder para decidir normas lingüísticas estuvo siempre acompañada del poder económico, del poder militar y de estrategias para consolidar.

¿Qué encontras como elemento que encendió la discusión en torno al lenguaje inclusivo?

El tema del lenguaje inclusivo es un término para mí un poco confuso… Porque, por un lado, incluye muchas propuestas distintas, no hay una única propuesta de lo que debe ser el lenguaje inclusivo. Lo que va desde una mirada un poco general con diversidad de géneros cuando se refieren a un colectivo heterogéneo hasta, por otro lado, propuestas más integrales de la gramática del español. Eso es más ambicioso y difícil. El lenguaje inclusivo tiene esta ambigüedad: muchas opciones lingüísticas distintas… Por otra parte, otro tema que es una confusión es pensar que el que es inclusivo, exclusivo, machista o feminista, es el lenguaje. Los que somos inclusivos o exclusivos somos los hablantes. El que hizo visible la problemática del lenguaje inclusivo fue justamente un colectivo social cada vez más grande… A través de la problemática de lenguaje inclusivo lo que hace es visibilizar la problemática de inclusión de la diversidad de género en la vida cotidiana, incluyendo el lenguaje que es como la primera capa de la vida cotidiana que tenemos todos.

¿Qué sucede con el lenguaje escrito?, ¿Surgió bibliografía donde esté aplicado?

La verdad es que yo conozco pocos datos al respecto… Hace cuatro o cinco años que hay propuestas del uso de la E para reemplazar el género binario en español pero conozco pocos datos. En particular me parece que las instituciones son siempre el último lugar donde aparece la innovación. Las instituciones tienen normas más conservadoras y una inercia mucho más fuerte. En el lenguaje cotidiano noto que el uso de la E se da mucho más al comienzo y al final de cualquier comunicación. Es muy difícil sostener a la concordancia de la E durante todo un discurso oral. Por ejemplo “querides compañeres, estamos reunidos…”, es como muy difícil porque es ir en contra de una memoria ya automatizada en el uso del lenguaje. Entonces en el lenguaje escrito, en los chats, en los mails, sobre todo en los grupos más militantes del uso de este lenguaje ahí se ve un poco más presente. En el lenguaje oral lo veo más al principio y al final, cuando uno saluda. Mientras que en la mitad del texto hay una concordancia más complicada. Sin dudas está mucho más extendido en grupos de jóvenes, de secundario, de comienzo en la universidad, que en otros grupos etarios.

Pensando en cómo se entrena el habla… Esto tendría un punto inicial que es la formación a futuro para que quienes aprenden tengan incorporado este lenguaje. ¿Vos imaginas un futuro de esas características?

La verdad es que no lo sé… Hace uno diez años tuvimos una discusión parecida con el caso del “presidente” y “presidenta” cuando Cristina Kirchner se postula como candidata a presidenta. La verdad es que el uso se sigue imponiendo. La pregunta es si existen esas nuevas realidades que regían de un nuevo lenguaje… Si existen colectivos que son capaces de sostener ese nuevo lenguaje. Nunca hay que esperar que el cambio lingüístico se extienda a todos los hablantes. Yo estoy seguro que en algunos grupos se va a extender, que en algún sentido más amplio va a funcionar como marca identitaria pero cuánto o cuándo son preguntas que no se cómo se van a responder.

¿Qué es lo que te resulta más interesante de lo que se está instalando en esta discusión en torno al uso de la E?

Una cosa que me parece fantástica son esos momentos de extrañamiento con respecto al lenguaje. El lenguaje para nosotros es como la piel, es algo que tenemos puesto todo el tiempo y uno raramente se da cuenta de su piel, te das cuenta cuando te golpeas, cuando te quemas con el sol. Cuando uno cuestiona aspectos del uso del lenguaje hay algo que se está moviendo y que nos saca de esa naturalización constante. Creo que es un gran signo de esta discusión. Otra discusión, sin dudas, es que el lenguaje forma parte de lo real, entonces, cuando tratamos de hablar de determinada manera para formar nuevas realidades el tema es ayudar a decidirlas, a darles formas. Personalmente a mi no me gusta hablarles a mis estudiantes con E. Sin embargo, mis estudiantes saben perfectamente que cuando me refiero a ellos no hago distinción de género, los incluyo, hay muchas formas discursivas que no sean excluyentes de la diversidad. Habrá que ver qué pasa con el tiempo con el público conservador, cuánto se va a sostener. El problema lo tenemos los adultos que nos cuesta ver el cambio, no los jóvenes.

 

Entrevista realizada en el programa "No todo está perdido" de Radio Universidad FM 90.1