Notas

De la solidaridad a las agresiones, la pandemia nos desnuda

Algunxs cosen barbijos y camisolines para donar. Otrxs fabrican máscaras 3D. Otrxs, en cambio, se enojan con el infectado de coronavirus o su familia y lo escrachan en redes sociales. La pandemia deja el alma al descubierto.

masca

Fernanda Alvarez - Agencia Comunica

13/04/2020

“A veces no se entiende que el coronavirus es una enfermedad que no siempre es terminal, pero sobre todo que no la buscamos, no quisimos que sucediera”. La frase, sintética y concreta, la pronuncia Andrés Pellegrini, hijo del hombre de 83 años que aún está internado por coronavirus y que fue escrachado en redes sociales. ¿De qué se lo acusaba a Andrés? De haber llevado a su padre por un Epoc “disfrazado” sabiendo que padecía Covid 19. “Un disparate...”, alcanza a decir. Su situación es similar a la de un hombre y su esposa infectados, que ya están en sus domicilios. Tardó mucho más en llegar la confirmación del análisis que la circulación de sus fotos y domicilios por cualquier grupo de whatsapp. ¿Que habían hecho? Enfermarse.
En la misma ciudad, un grupo de mujeres cosen barbijos, un grupo de empresarios compiten para medir quién dona más dinero al Municipio y cientos de anónimos se ocupan y preocupan por acercar alimentos a las familias que son asistidas con una pobre caja de parte del Municipio.
El aislamiento genera cuestiones tan diversas como los propios seres humanos. Por eso en el mismo día asistimos y convivimos con aquellos que quieren ayudar y con otros que saben dañar.

De lo bueno y de lo no tan bueno

Donaciones de compresores, de dinero en efectivo para comprar respiradores, de camas para hospitales, de alimentos a cientos de familias que no pueden comer con un kilo de harina, un aceite y un kilo de fideos. Eso es una realidad palpable. Por otro lado, el aislamiento también ha despertado iras dormidas y entonces no falta quien juzgue a todos los que circulan por la calle (sin saber si están exceptuados o simplemente tienen alguna necesidad que los obliga a salir), escraches a pacientes enfermos de Coronavirus o a trabajadores de la salud que llegan a sus casas y se encuentran con no muy amigables carteles de vecinos que “invitan” a que viva en otro lugar. Claro que ante esto el ingenio popular no demora y velozmente surgen respuestas como “dejanos tu nombre, apellido y DNI así hacemos un listado en el hospital por si nos toca atenderte”.
Lo concreto es que el estigma aparece como producto de la ignorancia, muchas veces, y de la deshumanización. El Dr. en Antropología Juan Pablo Matta analizaba para el programa televisivo Factor Humano que “el estigma aparece cuando una particularidad física o biológica reemplaza a la persona y la ubica en el lugar de lo indeseable y reprochable. En estos casos el proceso de estigmatización se da por la condición biológica de tener una infección y la persona es excluida y castigada del mundo moral y llevada al lugar de lo no deseado”. O sea que además de sufrir la enfermedad, padece del castigo social. “Y se olvidan del ser humano que hay más allá de la enfermedad”.
Si a esta situación se suman algunas angustias propias del aislamiento, la realidad podría hacerse más difícil de sobrellevar. ¿Quién no ha sufrido en este primer mes algún temor, tristeza o extraña a un ser querido a quien no puede abrazar?
La pandemia modificó radicalmente los vínculos, sobre todo en una cultura donde el encuentro, el saludo con beso y el abrazo es moneda corriente.
La desinformación es otro de los inconvenientes que trajo el coronavirus. Horas de transmisiones en vivo con poco para decir, genera mucha gente hablando como si supiera. “Hay mucha más gente hablando que lo que efectivamente tiene para decir. Ante la fragilidad humana, la gente se asusta, quiere ordenar y puede consumir información de cualquier tipo. Pero lo cierto es que hoy hay poca gente que sabe del tema”, analiza Juan Pablo Matta.

Cuando hay pocas voces autorizadas, para el investigador es necesario separar argumentos “basados en investigación sistemática de opiniones. Por suerte hay investigadores, médicos, veterinarios, farmacéuticos que avanzan y muy rápido. La Unicen está dando pasos importantísimos en un posible tratamiento, la Universidad de Cordoba tambien, Esas son las voces que tienen que circular”.

Más barbijos

“Hasta hoy hemos entregado un total de más de 13.500 barbijos, sumado a las entregas de cofias, botas, batas y camisolines hemos confeccionado más de 16.000 insumos que ya fueron entregados y seguimos confeccionando”, relatan Micaela Gardino y Lorena Ortiz, coordinadoras del grupo Emergencias Solidarias Olavarría. Ellas dieron forma a un grupo de más de 80 mujeres fabricando todo lo que es insumos médicos que son necesarios para esta pandemia. El grupo se creó apenas hace un mes y lo fabricado se entregó a personal de salud, policía, ejército argentino, bomberos, Penitenciarios y pacientes de riesgo.
“Nuestro objetivo como grupo solidario es abastecer las necesidades de insumos que tienen desde el hospital, clínicas y personales”. Al grupo lo abastece la propia gente de la ciudad, que dona telas que ellas pasan a buscar con la movilidad habilitada. Hoy agradecen y son de las que merecen aplausos.

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“Estamos en proceso de seguir confeccionando Máscaras Faciales 3D. Nuestro grupo dona absolutamente todo, no vendemos nada de nada. Esto es todo para las personas que hoy les toca cuidarnos y aquellas personas que si o si tienen la obligación de salir a trabajar”, aseguran. Por eso necesitan tela quirúrgica o friselina nueva o usada pero limpia y en buen estado, hilos para coser, elástico, alcohol etílico. Todo viene bien en tiempos de crisis. Las chicas ofrecen su facebook: Emergencias Solidarias Olavarría o pueden llamar o enviar WhatsApp al 2284 686027 o 2284 604260.
No son las únicas que ofrecen su ayuda. EL banco de Alimentos de Bahía Blanca y la empresa MacCain donaron al Municipio 25 mil kilos de papas, uno de los alimentos mas consumidos en los sectores empobrecidos. Otra empresa donó 10 camas reclinables, el Centro de Industriales de panaderos invirtió más de 8 mil dólares para comprar un compresor de aire comprimido que alimenta 35 respiradores y un grupo de voluntarios ofreció 1500 máscaras protectoras 3D.

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A las donaciones se suma el trabajo de voluntarios convocados por la Unicén para colaborar en la sala de situación y en call center de cada municipio. Los investigadores también fueron convocados para realizar distintos tipos de relevamientos. En la Facultad de Ciencias Sociales, por ejemplo, quienes han desarrollado tareas con adultos mayores realizaron un relavamiento con referentes de ese sector para enviar a Nación, así como un grupo de antropólogos llevó adelante encuestas en barrios mas vulnerables que mostraron el termómetro social en esos lugares de aislamiento. “Hay mucha gente que vive al día, mediante changas, una situación muy compleja. El gobierno buscaba referenciar barrio por barrio para generar políticas públicas a partir de información elaborada por científicos argentinos”, describe el Dr. Matta.
El listado es extenso. De lo bueno y de lo malo. De lo esperado y lo no tanto. Son días de aplausos y rechazos. Lo único seguro ante tanta incertidumbre es que, evidentemente, la enfermedad se instala sin pedir permiso.
Y obliga hasta lo que, quizás, más cuesta: reestructurar los vínculos. Pero eso merece otra nota.