Notas

La amistad y esa necesidad de “desear el bien al otro”

Los amigos, ese pilar fundamental de nuestras vidas. Cómo nos vinculamos y por qué es importante tener con quien compartir desde lo más simple hasta las cuestiones más trascendentes. Aqui, historias de amigos que hablan de tolerancia, aceptación y afecto que supera las diferencias.

amigo1

Fernanda Alvarez - Agencia Comunica 

20/07/2020

“El que te dice la verdad aunque te moleste”.
“El que te banca en todas”.
Definiciones y frases hechas, miles. Sentimientos, uno: la necesidad de compartir. Tan simple y tan profundo es el día que hoy se festeja en la Argentina de una manera atípica. Fotos, mensajes, saludos, escritos largos, frases concretas, video llamadas, memes y hasta participación de sorteos en redes. No hay dudas de que será un día del amigo diferente. Este año no hay permiso para darse un abrazo o reunirse y los festejos se anuncian con promesas del “tremendo asado que nos vamos a comer cuando esto termine”.
Mientras tanto, en cada uno aparecen los recuerdos de las tantas experiencias compartidas con amigos, esos seres que elegimos cada día. Y que nos eligen.
Es que, según la psicóloga Mónica Náccari, la amistad “es un vínculo horizontal y voluntario, que se elige. No nos llega dado como la familia”. ¿Cómo y por qué elegimos a nuestros amigos? ¿Cuál es la importancia de esos vínculos que pueden durar décadas y duele cuando se pierden?
“El vínculo esencial de la amistad se caracteriza porque es voluntario, es horizontal, elegimos con quienes queremos tener esa relación. Donde priman sentimientos de reciprocidad, intimidad, empatía, el compartir, el apoyo, la confianza y especialmente esa capacidad de comprensión y de desear el bien del otro”.
Las historias compartidas en diferentes momentos de la vida unen y muchas veces distancian, “porque las relaciones se van modificando a lo largo del tiempo. Si se enriquece sobreviven y si no, esos amigos quedan en el camino”.

Amor superador

“Nosotras seguimos juntas porque nos queremos mucho. Hay un amor que supera las diferencias que podemos tener”, define Mariana al explicar una amistad de 35 años. A su voz se suma el testimonio de Paula, quien comparte años de vínculo con su grupo. Con 47 años, cuenta que “nos conocimos en la Primaria y hasta los 20 y pico fuimos un grupo más grande”. Hoy son Maria Emilia, Marianela, Jimena, María Laura y Paula. Ella asegura que “nos une la historia compartida, las buenas y las malas. Eso ha generado una unión a prueba de balas. Porque tenemos posiciones respecto de algunos temas que no son las mismas pero prevalecen los lazos que tienen que ver con tanto compartido, tantos momentos desde los ínfimos a los más significativos como casamientos, nacimientos de hijos… En realidad creo que los pequeños momentos son los que van tejiendo esa amistad”.

amigoserargentinocom

Un dia del amigo especial. A la distancia, pero con el mismo afecto. (Foto serargentino.com)

La amistad, ese tesoro que fortalece, que sostiene, que acompaña el andar, puede vivirse de manera diferente según los distintos momentos de la vida. “Hasta los 2 años hay una preferencia en el juego, no amistad”, explica la psicóloga Mónica Náccari. “En el Jardín hay egocentrismo, no hay un vínculo estable. En la Primaria y hasta la adolescencia hay cooperación, mayor afinidad en el vínculo que se empieza a elegir. Ahí se escucha que ´quiero ir a la secundaria con mi amigo o amiga´. En la adolescencia surgen los inseparables, la confianza y la necesidad de lazos de intimidad que ayudan a salir de la familia”.
Así lo siente Morena, adolescente de 17 años que asegura que “durante el transcurso de la secundaria, y con el pasar del tiempo el significado de amistad cambió mucho para mi. Tal vez antes era con quienes me juntaba a jugar, le contaba secretos o hacíamos deberes; hoy creo haber logrado lazos más fuertes”. Por eso, hoy la amistad para ella representa “ese círculo de personas que yo elegí y en quienes confío plenamente, con quienes logro estar en un espacio cómodo para mostrarme por completo sin el miedo del qué dirán. Los amigos para mi tienen la capacidad de formar una esfera en la que por un rato olvidamos todo, lo único que importa somos nosotros, nuestras risas, nuestra complicidad. Son personas con las cuales no solo nos vamos a juntar a tomar mates o compartir una cena, son personas con las que quiero compartir muchos logros futuros y que en el momento que tengamos que dejar de lado las risas y los chistes, sé que vamos a estar juntos. Si tengo que definir la amistad en pocas palabras, diría que es confianza, amor, empatía, tiempo, alegría, respeto y compañía. las personas que hoy tengo marcan mi adolescencia con un montón de momentos distintos, marcan quien hoy soy yo”.
La psicóloga agrega que “hasta la vida adulta los vínculos se van enriqueciendo por la multiplicidad de nuestras experiencias, pero hay una elección más profunda. No tiene tanto que ver con el vaivén de los humores. Los enojos se subsanan y algunos vínculos se mantienen toda la vida”.
Así lo siente Paula, quien analiza que “los primeros años la amistad va por inercia. Cuando ya hemos transitado una parte de la vida y hemos aprendido (a veces a los golpes) nos damos cuenta que la amistad es también poder decirle al amigo cuando está equivocado. Aceptar las cosas malas del otro, de la otra, y quererla igual”. Porque, al final, también es que la quieran a una.
La amistad de Aldo con su grupo también es extensa. El tiene 74, y desde hace casi 50 que se reúnen en una peña que empezó siendo una excusa para organizar eventos en el Colegio San Antonio. “En los 70 mi hermano me invitó a compartir las reuniones de todos los miércoles porque se cenaba y nos quedábamos a jugar a las cartas. Eramos como 30 personas. En el ´98 renunció la comisión directiva, pero ya que estábamos tanto tiempo juntos, organizamos una peña y nos seguimos juntando, al menos 15 personas”.

amigo2

Aldo y su grupo de amigos.

Claro que el paso del tiempo se llevó a algunos del grupo “y hoy somos 5. Es duro despedir a un amigo”, asegura bajando la voz. Pero el relato de sus recuerdos lo anima y entusiasma: “estuvimos bastante bajoneados cuando se murieron algunos hasta que dijimos vamos a hacerle honor a los que se fueron y vamos a juntarnos de nuevo. Ahora como ya estamos grandes para andar de noche, nos reunimos los sábados al mediodía”, dice sonriendo. La cuarentena los mantiene distanciados, y esperan encontrarse pronto los cinco: Aldo, Roberto, Héctor, Cacho y Rodolfo.
“Creo que la amistad es una elección. Los parientes se heredan, los amigos se eligen, nadie te lo impone, nadie te dice vos tenés que estar con tal o cual por eso tengo varios grupos de amigos. Nos juntamos a cenar, a jugar a las cartas. Ahora está complicado y por más que nos hablamos casi todos los dias, es dificil, se extraña”.
Paula coincide: “nosotras nos veíamos poco porque tenemos vidas muy activas. Una de nosotras vive en Buenos Aires y por suerte tenemos mucho trabajo, pero cuando nos vemos...nos vemos! Son encuentros únicos. Y ahora con el aislamiento hablamos mucho por whatsap y video llamada pero bueno, uno siente que ya no alcanza. La incertidumbre pesa y una va sintiendo esa angustia de no saber cuándo vamos a recuperar esos encuentros”.
Es que la ausencia del abrazo y el contacto físico, tan propio de nuestra cultura, empieza a hacerse sentir. “Estos momentos nos enseñan a encontrar alternativas y trabajar el desapego, que no es ser indiferente ni que no me importa sino encontrar otras maneras de relacionarnos”, explica la psicóloga consultada por Agencia Comunica.
Trabajar juntos es otro desafío. ¿Es posible compartir sin competir? “Nosotras nos hicimos amigas trabajando. Fue natural, fluyó. Nos complementamos bien”, asegura Mariana.
La clave parece ser la tolerancia y el acompañarse. “Hay quienes nos acompañan por algún momento, hasta cierto camino, después cada uno tendrá una evolución personal que hace que nos distanciemos o cambiemos y es algo muy subjetivo”, define Mónica Náccari.
Mariana asegura tener muchas amigas: “con cada una comparto cosas diferentes. Pero a todas las quiero en mi vida y a veces me pregunto cómo hicimos para estar por mas de 30 años juntas". Quizás la respuesta esté en que el afecto le gana a las diferencias. En sentir el dolor en el pecho propio cuando una amiga o amigo sufre. Y cuando le va bien, notar que dan ganas de abrir los brazos y agradecer al cielo por sus logros. Ese es, quizás, el gran valor de los buenos amigos. Y hoy a la distacia, muchos brindamos por eso. (Agencia Comunica-Facso)