Notas

El regreso a las aulas, entre burbujas, protocolos y nuevos aprendizajes


Nuevos conceptos y protocolos. Burbujas, horarios escalonados, saberes compartidos entre varias materias, protocolos rigurosos, aislamientos. Las escuelas reabrieron, pero el escenario es muy distinto al 2019. Cómo lo enfrentan y cómo se sienten los docentes que viven las aulas.

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Luciana Pedernera - Agencia Comunica

08/04/21

Las escuelas cerraron las puertas de sus edificios durante el 2020 para funcionar en los rincones de cada hogar de aquellos docentes y estudiantes que conforman las instituciones. Hoy, a un mes del regreso a la presencialidad, el regreso a las aulas volvió con incertidumbre y un concepto que parece haber llegado para quedarse: las burbujas. Esta nueva estructura organizativa permitió cumplir con los protocolos dispuestos para el regreso en esta situación de emergencia sanitaria por la Covid-19. Cómo lo viven los docentes y qué expectativas tienen para el ciclo lectivo 2021.

“Esta nueva escuela se vive con esperanzas, con la seguridad de que estamos dando todo, nuestros docentes están dando todo y las familias acompañando para que los chicos sigan aprendiendo”, así expresó su sentir del regreso a la presencialidad, con voz pausada y mucha cautela, María Laura Salvador, directora de Escuela Secundaria 10, ex escuela Normal, que funciona en su imponente y reconocido edificio ubicado en el centro de la ciudad.

Guadalupe Wally es psicopedagoga y trabaja como orientadora del aprendizaje en la Escuela Nº 60. Desde su rol afirmó que “ojalá se pueda continuar en este formato de burbuja porque yo a los chicos los veo felices, respetando todos los protocolos”. Con una enorme sonrisa, su voz emitió todas las emociones que su cuerpo expresó “yo estoy feliz porque las primeras dos semanas del año pasado fueron mi única oportunidad de verlos y ya después desde la virtualidad es difícil conocer a los chicos”, detalló.

En este contexto recordó que durante el año pasado el contacto con sus alumnos era a través de sus papás “mi contacto era cuando iban a buscar los alimentos, darles los cuadernillos o recibirlos. Eso pasaba cada 15 días, si los veía, porque en realidad no podían ir entonces el intercambio era con los padres”, detalló la psicopedagoga.

La Escuela Nº 60 se encuentra ubicada a las afueras del centro de la ciudad allí de acuerdo a lo que contó la psicopedagoga el año pasado no fue tan gratificante debido a la falta de herramientas que disponían “trabajar en una escuela donde no hay conectividad, queres conectarte con el niño o niña y no podes y sentís que no logras hacer lo que realmente tenés que hacer”, recordó con desgano.

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Foto: Facebook Escuela Normal Olavarría, entrada al edificio. 

Emilia Caminada es profesora de lengua y literatura en la Escuela Secundaria Nª 6 ex Nacional. Ella a finales del 2020 tuvo que transitar la enfermedad que transmite el virus SRS-COV-2, motivo que la llevó a tenerle miedo al regreso a la presencialidad de las aulas “hoy por hoy, estoy con una dispensa, una licencia que pido para trabajar desde mi casa”.

La licencia dispensa comprende que Emilia realice todo el trabajo intelectual de corrección, planificación y conectividad con los chicos, pero hay un suplente que va hasta la institución para explicar las actividades que ella dispuso.

Los tres testimonios transitan de manera distinta esta “nueva escuela” de la que todos hablan. Con alcohol en gel, sanitizante, decenas de barbijos y máscaras como bandera, son las que todos los días están, como dice el dicho, “al pie del cañón”. Vivir esta nueva escuela presentó desafíos y fue necesario sumar los conocimientos y aprendizajes de un año de cuarentena para acompañar esta nueva realidad.

Sobre esto, María Laura Salvador detalló que hoy hay algo muy evidente y es que “hay un silencio excesivo y el silencio también termina hablando”. Esto la llevó a dialogar con su grupo de docentes y considerar firmemente recuperar voces: “la pandemia nos puso en pausa y tenemos que volver a confiar en el otro y enseñar a confiar en el otro”.

Quienes caminan la escuela, ese lugar de encuentro, de compartir, lleno de voces, risas y pasillos multitudinarios, hoy bajo el cuidado de los protocolos, buscan que vuelva a ser lo mismo. Frente a esto último, Salvador agregó la necesidad de recuperar voces “para que podamos decir el sentir y de algún modo poder expresar esto que nos pasó y que nos pasa, acompañarnos, sostenernos y seguir haciendo escuela”.

Por otra parte, Guadalupe valoró este nuevo sistema y detalló que “tenés a los chicos ahí, les podes contestar y responder a la demanda, es totalmente diferente tener 15 a tener 30 alumnos. Para mi es una experiencia fabulosa, esta es una nueva escuela que me gustaría que llegue para quedarse, pero soy una idealista porque la realidad es que los recursos no están”.

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Foto: todos los artículos de protección que deben llevar diariamente los docentes.

Salvador coincidió y agregó que “en este intercambio entre docentes y estudiantes se fortalecen vínculos, la enseñanza es más personalizada, siempre guardando las distancias. Si hay algo que todos tenemos que cuidar es esta presencialidad es que se cumpla para poder sostener aprendizaje y enseñanzas si hay algo que no podemos olvidar es que se aprende con otros”.

De todas maneras la virtualidad sigue presente “todo eso que aprendimos en el 2020 sirve, estamos en un contexto de aprendizaje y enseñanza mixta con una semi-presencialidad y soporte virtual también”. Frente a aquellos que hablan de una enseñanza híbrida María Laura indicó que “a mí me no me termina de convencer, si buscamos la definición de híbrido es algo no fecundo o infértil, y yo considero que no hay nada más fecundo que la relación que se establece entre un docente y un alumno”.

Emilia Caminada, por su lado, recuerda algunas experiencias desafortunadas de la virtualidad, como cuando “en el grupo de WhatsApp una mamá me insultó porque las tareas que envío no las entienden y no la pueden bajar al celular”. Por eso sostiene que “no están todas las herramientas para que pueda llegar la información a ese chico, ya no sé cómo hacer”.

Wally sostuvo su postura y describió que “tengo una mirada muy optimista porque la realidad me sorprendió, en mi escuela antes no había ni jabón y ahora sí, hay jabón liquido, agua diluida en alcohol y termómetro en la entrada. Nuestra escuela tiene 137 alumnos, el ingreso es escalonado y lo manejamos re bien. Las familias respetan los horarios, funciona mejor todo”.

La directora de la Escuela Secundaria Nº 10 destacó que “enseñar en este contexto significa redefinirse como docente, diagnosticar para conocer, para intervenir, posicionarse en un rol diferente al que se venía teniendo”.

Ante la posibilidad de un nuevo cierre Guadalupe sostuvo que “cuando consultas con los docentes te dicen que es lo último que se va a suspender, después tenés eso que no sabes cómo son las mutaciones, estamos igual al resto con mucha incertidumbre. Por un lado tenemos a nuestros hijos que también van a instituciones, somos parte de la familia y de la escuela. Hay optimismo pero también hay miedo”.

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Foto: El Popular, edificio de Escuela Secundaria N° 6.

Si bien las escuelas se mantienen abiertas, el aumento precipitado de casos de las últimas semanas obliga a aislar burbujas y que las clases se mantengan desde la virtualidad. La expectativa está puesta en sostener la educación presencial, no solo por la transmisión de conocimientos sino por la importancia de la socialización. Un desafío al que los docentes le están poniendo el cuerpo.