Notas

Las nuevas restricciones, entre la decisión política, los enojos y las presiones médicas

La ocupación hospitalaria -altísima desde hace un mes- fue el principal motivo que ahora expuso el intendente para decidir más restricciones. Los jefes de servicio se lo pidieron el jueves pasado y muchos médicos dijeron “o hablan ustedes o salimos nosotros”. Las presiones llegaron del propio sistema de salud, saturado. ¿Como había denunciado la Dra Capriata?

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Fernanda Alvarez - Agencia Comunica

4/5/2021

Hace un mes se conoce la circulación de nuevas cepas de coronavirus en Olavarría, más agresivas y contagiosas. Ya desde antes los médicos del sistema de salud pública le reclaman al secretario de salud mayores restricciones, decisión que finalmente tomó el Intendente Galli ayer lunes.
Las consecuencias no se hicieron esperar: propietarios de gimnasios y natatorios decepcionados ya pidieron audiencia con el jefe comunal y tienen propuestas concretas para que la gente pueda seguir concurriendo a sus espacios de forma segura. Si bien esperaban que los alcanzara la restricción hasta las 20, el enojo aumentó cuando los obligaron a cerrar sus puertas.
En tanto, los médicos del hospital Municipal -saturado, como se viene repitiendo- aseguran que las medidas “llegan tarde, pero son necesarias”. El jueves pasado los jefes de distintos servicios -muchos de los cuales se habían mostrado junto al secretario de salud desmintiendo declaraciones de la Dra. Alejandra Capirata- le pidieron a Germán Caputo que se vuelva a Fase 1. En los últimos días, una carta firmada por varios profesionales de la Guardia y Clínica Covid y enviada al Dr. Caputo resultó un nuevo alerta de demandas urgentes.
La decisión política llegó más por exigencias en voz alta de los propios médicos que por el deseo de Galli, que se muestra más restrictivo que la Provincia. Pero desde la mirada de quienes caminan las salas del hospital a diario, “llega tarde” o “lo hace porque no le quedó otra”. Demasiadas muertes, demasiadas camas ocupadas en poco tiempo, demasiados pedidos y cansancios. Hoy muchos admiten que los dichos de la presidenta de la Asociación de Profesionales, Dra. Alejandra Capriata sobre la elección de pacientes (protocolo nada nuevo para los servicios de salud) sería una realidad cotidiana en el Hospital. Y el problema, entonces, no habría sido que eso suceda sino que se diga públicamente.
Pero además, el hartazgo puertas adentro del hospital fue tal que según marcaron distintas fuentes a este medio, los profesionales de la salud fueron tajantes frente a autoridades sanitarias y políticas: “o hacen algo o salimos nosotros”.

Nuevas medidas, ¿nuevo escenario?

Las mayores restricciones del intendente fueron anunciadas el lunes por la noche. Una detallada descripción de lo que viene sucediendo en Olavarría mostró decisiones restrictivas cuando la cantidad de contagios comienza a descender, pero a la vez con una terapia intensiva completa al día de hoy martes. Completa significa que está a su nivel máximo de posibilidades de funcionamiento, o sea no hay más lugar para nadie: ni para enfermos Covid ni para otras patologías.
Por eso desde el sistema sanitario se insiste con que aunque las medidas deberían haberse tomado varias semanas antes, siguen siendo necesarias porque “a mayor circulación más contagios, a mayor contagios, más muertes. Esto es matemática pura”, aseguran. Y si hubiera menos internaciones, los que llegan por patologías fuera de Covid serían mejor atendidos.
Los protocolos de atención médica, en las terapias, en las guardias y cualquier servicio de salud existen desde antes de la pandemia. Pero nadie permaneció indiferente ante la denuncia de una médica sobre la elección de pacientes para ser atendidos: ni el arco político, ni la población en general ni sus propios colegas.
Y más allá de las posturas que cada uno asuma sobre el caso, hoy -con las nuevas medidas- son varios los que empiezan a mirar a Alejandra Capriata con otros ojos. Algunos hasta lo hacen público en espacios de facebook (Olavarría reclama)
Con más gente joven internada y fallecida y con más casos de alta temprana con recuperación en domicilios y necesidad de oxígeno (que también escasea), el panorama no es alentador.

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El objetivo es generar menor circulación para evitar contagios.

Esta realidad la advierten los profesionales de la salud desde hace por lo menos un mes, cuando se enviaron muestras a Buenos Aires ante la sospecha de nuevas cepas. Con la confirmación del Ministro de Salud sobre la existencia de Manaos y la cepa Británica y la segunda ola cerca en Olavarría, la pregunta obvia es ¿no se deberían haber tomado medidas restrictivas en ese momento?
La respuesta, para el ámbito de la salud, también es obvia. Si. Y seguir -como les gusta a tantos- las publicaciones de The Lancet también hubiera sido una posibilidad. En la revista científica una publicación del 28 de abril destaca que los países que implementaron mayores restricciones de circulación tuvieron menos muertes. Otro dato: estas medidas no causaron un impacto económico desfavorable y, más aún, tampoco se afectaron las libertades individuales. Nueva Zelanda es un ejemplo claro (si hay que compararse con un país desarrollado): cerraron duramente por períodos cortos y después abrieron.
Pero Olavarría está lejos geográfica, económica y culturalmente. El cansancio de medicxs y enfermerxs, el temor a que los reclamos se conviertan en castigos, el miedo a enfermarse, la cercanía con el dolor que causa la muerte de varios miembros de una familia y la pérdida de compañeros llegó a su límite.
No solo la reunión de los jefes de servicio y la nota específica podrían haber influido en las nuevas definiciones. La advertencia de algunos profesionales de salir a contar públicamente o mostrar videos también existió. Como existen los comité de bioética que establecen protocolos de atención, mucho antes de la pandemia. Ya el año pasado, al comienzo de la cuarentena, se dieron recomendaciones éticas en situación de pandemia y se establecieron prioridades de cada paciente. No se trata de contemplar solo la edad sino también el estado general, las enfermedades previas y varios elementos que hacen que se catalogue a los pacientes de acuerdo a posibilidades de tratamiento y recuperación. Esto no significa dejar sin asistencia médica a nadie sino establecer protocolos de atención.
Lo concreto es que con un hospital repleto, la atención es difícil que llegue. Al menos la de calidad. Por eso, y más allá de la alineación de Galli con sus jefes políticos, la gestión local lo puso en una situación compleja. Además de la situación sanitaria -sin dudas la más difícil- se le vienen los reclamos de los dueños de los gimnasios, otra área de la salud elogiada desde la gestión municipal y cerrada desde anoche.

Gimnasios al límite

Los propietarios de gimnasios pidieron audiencia con el intendente para revertir la situación de cierre. Es que se consideran agentes de salud y quieren seguir subsistiendo.
El pedido formal lo realizaron en la mañana del lunes ante la sorpresa que generó la medida.
El presidente de la Asociación que nuclea a estos espacios deportivos, Julian Etchegaray, resaltó el cumplimiento de extremos protocolos dentro de los gimnasios y actividades deportivas. Y remarcó que en conferencias anteriores el Municipio había resaltado su actividad “por eso no entendemos por qué nos cierran las puertas ahora. Muchos no van a poder volver a abrir”.

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Hoy, los gimnasios vacíos. (Gentileza Mauro Castro. Body Gym)

Además, focalizaron en lo que consideran “injusto” ya que el resto de los comercios siguen abiertos y las escuelas también. “Estábamos con la esperanza de restricción de horario general, para reducir circulación de gente. Nos parecía coherente y nos sorprendió cuando el intendente dijo que había que cerrar. Cayó muy mal, sobre todo porque el comercio de Olavarría funciona, las escuelas funcionan y nosotros hemos mostrado la importancia que tiene la actividad en la salud de la gente”.
Al mismo tiempo, resaltó que “somos solidarios con el hospital, con los médicos y las médicas, los enfermeros y enfermeras, entendemos que se debe restringir la circulación pero no coincidimos con cerrar porque lastimás a un sector solo y no solucionás el problema. Es hacer sangrar sin sentido”.
El profesor de Educación Física hizo un paralelismo con el fútbol: “nosotros somos agentes de salud. Jugamos el partido contra el coronavirus, entendemos ese espíritu de equipo y estrategia, pero nos mandan al banco de suplentes cuando tenemos que estar jugando”.
Los propietarios cuentan con propuestas concretas para poder reabrir, sobre todo en momentos económicos difíciles. “Estamos convencidos que además de ser esencial y fortalecer el sistema inmunológico de población, somos espacios seguros y muy protocolares”. Ahora esperan, con ansias, las respuestas del Intendente y que -como sucedió cuando decidió cerrar espacios culturales- pueda revertir la decisión.