Notas

En Olavarría cumplen con estrictos protocolos sanitarios

Cómo funcionan las bibliotecas populares en pandemia

Dos bibliotecarias, dos miembros de las comisiones directivas de las bibliotecas y una usuaria comentan las dificultades que atraviesa este sector que, como muchos, ha sido afectado por la situación sociosanitaria por el Covid-19. Cómo se adaptan y salen adelante. La importancia de las tecnologías y las redes sociales.

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21/7/2021

Graciana Gallicchio (*)

“Uno tiene que garantizar que la persona pueda elegir el material y retirarse como corresponde, sin el virus”, asegura Ricardo Moreno, presidente de la Biblioteca Popular Independencia y de la Crucero General Belgrano. Este es el desafío que enfrenta hoy cada una de las bibliotecas populares de la ciudad. “Somos respetuosos de lo que está pasando, no queremos perjudicar a nadie”, agrega.
Hace más de un año que las condiciones de funcionamiento de las bibliotecas populares no son las mismas. Nuevos protocolos, la imposibilidad de circular dentro del edificio para poder elegir los libros, la suspensión de los diversos talleres y actividades que realizaban cada una y la obligación de recurrir a la tecnología para poder adaptarse son algunas de las transformaciones que se han producido.
Al igual que Ricardo Moreno, Rosa Recci (bibliotecaria de la Biblioteca Popular Héctor Nicolás Amoroso), Yolanda Pérez (bibliotecaria de la Biblioteca Popular 1° de Mayo), Mónica Goyenetche (tesorera de la Biblioteca Popular Amoroso) y Sabina Mailharro (socia de la misma), priorizan su amor por la lectura por sobre la incertidumbre de no saber cuándo se volverá a la vieja normalidad.
En cuanto a los protocolos, Goyenetche explica que en la biblioteca Amoroso (que tiene 350 socios activos) siguen las pautas que se indican desde la Municipalidad. A propósito de ello, Recci cuenta que luego de haber tenido que cerrar por varios meses, hoy las personas sólo pueden acercarse hasta la mesa de entrada. Al respecto, Pérez menciona: “La gente no puede entrar. Podríamos hacerlo pero es conflictivo, a los socios les gusta estar media hora, 40 minutos y el resto tendría que esperar afuera”. Por este motivo, en la Biblioteca 1° de Mayo cuentan con un catálogo online para sus 350 usuarios. Así, ellos llaman, avisan cuándo irán, qué libros se van a llevar y solo resta pasar a retirarlos o enviarlos por delivery. Las bibliotecas a cargo de Moreno siguen la misma modalidad, con entregas de libros una o dos veces por semana, aunque en ocasiones se permite el ingreso de a una persona por vez.

“Uno tiene que garantizar que la persona pueda elegir el material y retirarse como corresponde, sin el virus”.

 
Por su parte, los asociados se muestran conformes con las medidas de seguridad tomadas por las instituciones a pesar de que manifiestan el deseo de volver a elegir sus libros de manera presencial. Sabina, que actualmente es socia de la biblioteca Amoroso, se expresa a favor de los protocolos: “Uno cuida al resto y ellos nos cuidan a nosotros también, no me molestan para nada. Sería más lindo poder entrar, ver el libro, elegirlo, pero está bueno que nos cuiden”. Asimismo, describe que ir a una biblioteca hoy en día implica entrar de a una o dos personas a una mesa de recepción donde se devuelve el libro prestado anteriormente, se lo sanitiza y deja en “cuarentena” por 48 horas.

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Diversas estrategias se han empleado para garantizar el funcionamiento de las bibliotecas sin que los usuarios deban salir de sus casas. Las fuentes consultadas coincidieron en que la tecnología y las redes sociales han sido grandes aliadas para cumplir con este propósito. Para la biblioteca Amoroso fue de gran ayuda: “Tenemos redes sociales, Instagram y Facebook. Subimos el libro del día o publicamos libros nuevos que han llegado y los seguidores nos responden. También tenemos WhatsApp. Lo usamos un montón, así la gente no circula tanto”, justifica Recci. De igual manera, las bibliotecas Crucero General Belgrano (que cuenta con 50 socios activos) e Independencia (con 40 socios) tienen cuenta de Facebook e Instagram respectivamente. Por su parte, Pérez logró armar un catálogo con la mayoría de los libros disponibles y se lo envía por WhatsApp a todos los asociados. “Como no podían venir, muchos se enojaban. Ahora se acostumbraron y me mandan a cualquier hora. Son dos segundos, los preparo, los entrego y listo”.

“Yo creo que en época de pandemia estamos trabajando más. La gente al no poder salir, ha empezado a leer más”.

No sólo de garantizar las condiciones óptimas de seguridad e higiene deben ocuparse en las bibliotecas: es fundamental seguir contando con el apoyo de los socios que abonan su cuota. Durante el último año, algunos debieron recortar sus gastos y, por tanto, cancelar su membresía. Esto es un hecho que preocupa a quienes están involucrados en este ámbito. No obstante, Rosa, Yolanda y Ricardo están de acuerdo con que si bien hubo bajas, también mucha gente decidió inclinarse por la lectura en estos tiempos. Precisamente, Recci opina: “Yo creo que en época de pandemia estamos trabajando más. La gente al no poder salir, ha empezado a leer más, nos ha llamado la atención”.

Cómo subsisten

Igualmente, las bibliotecas acceden anualmente a los subsidios que entrega la Comisión Nacional de Bibliotecas Populares (CONABIP). En Olavarría, de las 13 bibliotecas populares que existen, 7 son reconocidas por el organismo, mientras que las demás se encuentran realizando los trámites correspondientes. Amoroso, 1° de Mayo e Independencia reciben la ayuda económica, no así Crucero General Belgrano, que ya posee la personería jurídica pero aún no obtiene los beneficios. El monto se emplea para solventar los gastos corrientes, de infraestructura y para la compra de libros.

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A nivel municipal, en 2016 se aprobó la Ordenanza N° 3928/16 que promueve la protección, desarrollo y fomento de las bibliotecas populares de la ciudad. La suma de dinero es destinada al pago de los servicios públicos y al sueldo de un auxiliar de biblioteca. Según Moreno, “el Municipio viene cumpliendo, a veces con atraso, pero pagan. Se compra material bibliográfico. Todo destinado a la mejora de la biblioteca. Para nosotros es una garantía para seguir mejorando las instalaciones y mantener al personal”.
Si bien reina la incertidumbre y las condiciones actuales no son las ideales, el personal de las bibliotecas consultadas destaca la buena predisposición de los socios para respetar los protocolos y adaptarse a la situación. Entre ellos existe la esperanza de que después de las vacaciones de invierno y a medida que avance la campaña de vacunación, se vayan habilitando nuevos permisos para regresar con sus talleres habituales o a las actividades que realizaban los fines de semana. Mientras tanto, los usuarios anhelan volver a circular por las instalaciones con normalidad y pasar varios minutos ojeando y eligiendo las nuevas lecturas en las que se sumergirán.

Sumar títulos en tiempos de Covid

En Olavarría existen 13 bibliotecas populares de las cuales 7 son reconocidas por la Comisión Nacional de Bibliotecas Populares (CONABIP). Ser parte de esta entidad garantiza el cobro de subsidios anuales para utilizar en gastos corrientes y en la obtención de nuevos libros.
Uno de los programas más importantes de la CONABIP es “Libro%”, con el cual, según la información provista por la página oficial de la entidad, las bibliotecas populares pueden elegir y comprar material bibliográfico en el marco de la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires, con un 50% de descuento.
A raíz de la crisis sociosanitaria por el COVID-19, la Feria del Libro no pudo realizarse de manera presencial en los últimos dos años y tampoco hay certezas sobre su concreción en 2022. En 2020 se desarrolló el evento en formato online, con un catálogo que fue enviado a todas las bibliotecas populares registradas.
A pesar de las dificultades económicas que atraviesan dichas instituciones, en 2021 la Feria del Libro no tuvo lugar tampoco virtualmente, por lo que la posibilidad de sumar nuevos títulos se ha visto reducida notablemente. Yolanda Pérez, bibliotecaria de la Biblioteca Popular 1° de Mayo afirma que cuando tienen dinero disponible acuden a las librerías de la ciudad, generalmente a La Popular que vende libros usados a precios más accesibles. Sin embargo, lamenta no poder cumplir con la demanda de los lectores, ya que “las personas que compran esos libros no los donan, los atesoran”.
Por su parte, Rosa Recci, bibliotecaria de la Biblioteca Popular Amoroso, comenta que antes de la pandemia compraban más de 100 títulos en la Feria del Libro gracias a “Libro%”. “Actualmente incorporamos con las donaciones que nos hacen y a veces compramos títulos nuevos con el dinero que sobra. Hay una socia que compra uno por mes, lo lee y nos lo dona”, señala Recci. “Los chicos nos piden los ‘Gaturros’, o las novelas nuevas, y es horrible decirles que no. Esperemos que más adelante se pueda volver a hacer (la Feria del Libro)”, concluye.

(*) Trabajo realizado para la cátedra Redacción periodística I, de la carrera de Periodismo de la Facso