Notas

Cómo afectó la pandemia a estilistas, peluqueras, maquilladoras y diseñadoras

Las profesionales de la imagen y un golpe para su economía personal

Cuatro profesionales del rubro cuentan el cambio de rutinas de trabajo que tuvieron que realizar para adaptarse a la pandemia y sus medidas restrictivas. Esta situación les imposibilitó ejercer plenamente sus actividades durante el 2020 y parte de este año. Actualmente, deben trabajar muchas horas más y las ganancias son las mismas, por lo que no tienen posibilidad de generar ahorros.

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El diseño de modas fue uno de los rubros más afectados por las restricciones. (Fuente: Paz Gastón).

María José García (*)

Desde el inicio de la pandemia, el contexto de encierro provocó que los rubros olavarrienses dedicados a la imagen, como lo son maquillaje, peluquería, estilo y moda, hayan tenido que lidiar con el desafío de cerrar sus estudios por lapsos de tiempos indeterminados. Las monotributistas que trabajan en este sector se vieron muy afectadas debido a que sus trabajos no fueron considerados esenciales. Esto se complementó con la suspensión de los eventos sociales, que provocó una caída en la demanda de este tipo de servicios.
En marzo y abril del 2020 este sector se mantuvo totalmente inactivo. Durante el resto de ese año y el actual tuvieron que volver a cerrar en reiteradas ocasiones. Estilistas, peluqueras, maquilladoras y diseñadoras se tuvieron que reinventar y converger en nuevas formas para poder adaptarse a lo que la pandemia exige: buscar otros empleos, cambiar sus formas de trabajar, hacer capacitaciones. Y todo esto generó un costo muy grande.
Paz Gastón, diseñadora de modas, cuenta que pasó de trabajar 12 horas por día, “de tener una agenda llena de pruebas, entrevistas y eventos los fines de semana, a prácticamente nada hasta diciembre del 2020. Soy consciente que las medidas que se tomaron en un principio eran necesarias y que preservar la salud es lo más importante, pero cuando tu actividad o trabajo se ve perjudicado por tanto tiempo, es muy difícil encontrar el equilibrio”.
Por su parte, María del Mar Fernández, estilista que se dedica a brindar servicios de peluquería, manos, pies, cejas, pestañas y styling en su centro de estética MDM (inaugurado durante la pandemia), detalla cómo fue su cambio de rutina: “Yo tenía un lugar muy chico y estaba súper acotada con la gente. No podía atender como antes. Mientras estuve trabajando en mi casa, separé la peluquería en dos. Entonces, con turno, iban una o dos personas. Por esto me pasó que, de trabajar con 10 personas por día, empecé a trabajar con casi menos de la mitad. No me rendía absolutamente nada. Trabajaba el doble y ganaba menos de la mitad”.

Podemos vivir el día a día, pero ganancias todavía no se están viendo”


Otra de las trabajadoras que tuvo que cambiar su forma de trabajo es María Inés García, maquilladora profesional y emprendedora del estudio MANÉ MUAA. En su caso, asegura que “dejaron de consumir maquillaje y se suspendieron los eventos, entonces mi trabajo disminuyó. Durante los primeros 4 ó 5 meses de la pandemia en 2020 estuve sin trabajar. Me dediqué más a enseñar y capacitar a otras profesionales de manera online y a realizar otras actividades lucrativas, como cocinar para vender. Pero luego pude retomar con lo mío”.
Algo similar le pasó a Daiana Carriere, peluquera en DC Peluquería, quien tuvo que recurrir a otras actividades para pagar los gastos del día a día: “Cuando estábamos sin trabajar comencé a cursar cosmética natural y a realizar mis propios productos. Eso me permitió que, cada vez que hemos tenido que cerrar, poder seguir con trabajo”.
Paz resume la situación económica que todo el sector tuvo y aún tiene que atravesar: “Desde el comienzo de esta pandemia tanto yo como muchos colegas estamos en una cuerda floja. Si bien me reinventé al lanzar una línea de pijamas, no es el mismo ingreso ni caudal de trabajo. Los gastos fijos son altos y ya no hay ahorros que aguanten un año y tres meses”.
Todas están de acuerdo en que sus trabajos son esenciales porque son el único recurso que tienen para solventar los gastos del día. Estos cambios afectaron no sólo las rutinas sino también la economía de cada una. María Inés explica las consecuencias que atraviesa: “Todavía estamos saliendo de las deudas. Una realmente quiere cumplir con el sistema, pero a veces no llegás. Tenés que priorizar comer o pagar el alquiler o pagar los impuestos. Podemos vivir el día a día, pero ganancias todavía no se están viendo. Se trabaja el doble y los precios no los podemos aumentar porque la gente está en una crisis económica en la que tampoco puede pagar lo que realmente deberíamos cobrar”.

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Otro de los rubros perjudicados por la suspensión de eventos sociales fue el de maquillaje. Fuente: (Daiana Carriere).

María del Mar coincide en este punto. “A mí no me ha disminuido la cantidad de clientas, pero lo que veo es que a la gente no le alcanza el dinero. Cuando tengo que cobrar hasta yo me asusto, porque está todo muy caro. Entonces, a mí la cantidad de clientes no me disminuyó, pero en vez de hacerse varios servicios, sólo se hacen una cosa: por ejemplo, un mes el color, otro mes se cortan el pelo, y así. No es como antes”, aclara.
Paz Gastón menciona que los sectores dedicados al evento y al entretenimiento son los que más han sido golpeados por esta situación, y que desde la Asociación de Organizadores de Fiestas, Reuniones y Eventos Empresariales y sus Proveedores de la República Argentina (AOFREP) se solicitó varias veces a Nación que se declare al sector en emergencia, pero no hubo respuesta.

Cuando tu trabajo se ve perjudicado por tanto tiempo, es muy difícil encontrar el equilibrio”

A pesar de esto, las trabajadoras acuerdan en que las medidas restrictivas fueron totalmente necesarias para el cuidado de la salud, pero que a lo mejor se podrían haber tomado otras medidas que no afectaran tanto al trabajador. Paz prefiere “ser optimista y pensar que ya falta poco para volver a celebrar. No solamente porque lo necesitamos económicamente, sino también porque necesitamos volver a trabajar, a sentirnos útiles, valorados”.
María del Mar también ve en su trabajo una gran importancia más allá de lo económico: “Ahora está todo mucho más distante. Se perdió mucho el contacto porque no se puede tenerlo. Veo mucha gente con depresión, con problemas difíciles de salud mental. He tenido muchas clientas con pérdidas durante la pandemia. La gente viene triste, pero se va un poco mejor. Mucha gente mayor o con patologías vienen al estudio y es al único lugar que salen”.
Finalmente, María Inés García deja un consejo para las demás colegas: “reduzcan los gastos al mínimo, hay que optimizar mucho las inversiones. Y sepan que no está mal guardarse un pequeño ahorro para urgencias, por si te pasa algo y tenés que perder muchos días sin trabajar. Esto yo no lo hice al principio de la pandemia, no tenía ahorros y eso me causó inconvenientes”.

Trabajo colaborativo 
Antes del inicio de la pandemia, María del Mar Fernández realizó sus servicios de imagen desde un salón en su casa. Sin embargo, las medidas sanitarias que se tomaron no le permitieron seguir en ese espacio. Se mudó y comenzó a trabajar arduamente en el proyecto de lo que es, hoy en día, el centro de estética MDM.
“Decidí alquilarme un departamento y trabajé tres meses para armar el estudio. Lo armé en pandemia, por lo que está adaptado a los protocolos. Al mudarme, empecé a tener mucho más trabajo porque el espacio lo permitía. Así que pasé de estar sola a tener más colegas de trabajo, que son otras chicas del rubro. Ahora somos un equipo de 6”, cuenta María del Mar.
Gracias a esta decisión de animarse a emprender, la estilista pudo contactar a otras chicas que se especializan en determinados servicios: depilación, peluquería, maquillaje, diseño y perfilado de cejas, etcétera, y brindarles un empleo para superar la situación de estancamiento que atravesaron.

(*) Trabajo realizado para la cátedra Redacción periodística I, de la carrera de Periodismo de la Facso