Notas

René Huallpa, el canillita más famoso de Olavarría

“Nunca pensé que la gente en la calle me iba a querer tanto”

Comenzó a trabajar a los 8 años. Hoy, a los 51, a pesar de haber atravesado momentos difíciles, agradece todo lo que ha vivido. Menciona 2 episodios traumáticos que le tocó atravesar y de los que pudo salir adelante con el apoyo de la gente. Y rescata las tradiciones bolivianas como parte de su identidad.

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René y su moto repleta de diarios y revistas.

Graciana Gallicchio (*)

“Tenía 8 años y andaba en la calle a las 2, 3 de la mañana. Era el medio que teníamos”, recuerda René Huallpa, a los 51, sobre sus inicios como canillita. “Usé la calle para aprender cosas buenas y hoy estoy muy agradecido por la gente que me tocó, la que me indicó lo que era bueno y lo que era malo”, agrega.
Es prácticamente imposible caminar por las calles de la ciudad y no cruzarse con quien es el canillita más famoso para los olavarrienses. René Rogelio Huallpa o René, como lo llaman sus clientes y amigos, siempre está desde muy temprano, haga frío o calor, con su moto repleta de diarios y revistas listos para ser entregados. Menciona que gracias a su trabajo pudo colaborar con sus padres para tener una casa, pagar su educación y formar una familia. Asimismo, lo que más valora es haber dimensionado cuánto lo quiere la gente, en base a la cantidad de personas que lo ayudaron a superar sus problemas.
En 2018, René sufrió el robo de su moto con toda la mercadería cuando salía de la casa de un cliente. Ese mismo día, habían sustraído otras 5 motos, sin embargo, el único caso que se viralizó fue el del canillita. “La gente empezó a pasar el dato por las redes. Un amigo me llama por teléfono y me dice que tiene una moto para darme. Yo creía que era para prestarme, pero no, era para regalarme, para que pueda seguir trabajando”, relata René, aún con atisbos de sorpresa. También recuerda que una señora se bajó de su auto para abrazarlo y se largó a llorar. “Ese día no podía creer lo que estaba pasando, de vivir algo tan feo a algo tan lindo. La gente pasaba y tocaba bocina, como si me hubiese ganado la lotería”, se entusiasma.

“Un amigo me llama por teléfono y me dice que tiene una moto para darme. Yo creía que era para prestarme, pero no, era para regalarme, para que pueda seguir trabajando”

Esta no fue la única muestra de cariño que ha recibido René por parte del pueblo olavarriense. Este año le tocó atravesar el COVID-19 y, como consecuencia, se le diagnosticó una neumonía bilateral. La noticia no tardó en circular y “el teléfono no paraba de sonar”, como con el episodio de la moto. “La gente se preocupó y enseguida comenzó a llamar. Me decían que no salga, que ellos buscaban las revistas por casa”, cuenta Huallpa. Sus hermanos e hijos más chicos lo ayudaron a repartir, pero no fueron los únicos: “Un hombre puso su auto, me sentaron atrás y yo les iba dando indicaciones por dónde tenían que ir”.
Si bien René nació en Argentina, tiene un vínculo muy fuerte con la colectividad boliviana en Olavarría. Sus padres emigraron de Bolivia en 1955 con dos de sus hijos y sin saber hablar en español, ya que su lengua era el quechua. “Nosotros nunca nos olvidamos de las tradiciones y costumbres de mi padre, el carnaval, el Día de los Muertos, por ejemplo”, asegura Huallpa. Describe que el Día de los Muertos arman un altar para los difuntos y le preparan comida, ya que el alma de los muertos llega y se queda con ellos; al otro día lo desarman y comparten ese plato en familia. “Uno trata de mantener la tradición porque forma parte de nuestra identidad”, argumenta.

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René integra el grupo de danzas Los Caporales.

Además, René es el presidente de la Asociación de Residentes Bolivianos de Olavarría (ARBO). Al lado de la sede, tienen una capilla con la Virgen de Copacabana, la patrona de Bolivia. Antes de la interrupción de las actividades por la pandemia de COVID-19, todos los miembros se reunían para fechas importantes, realizaban bailes y hacían comidas típicas para juntar fondos. El grupo de danzas, Los Caporales, solían ser invitados a eventos, sobre todo en época de carnaval.
-¿Qué estrategias has adoptado para conservar a tus clientes en este contexto de pandemia?

La gente me conoce y siempre me está comprando cosas, por ahí por el aprecio que le tienen a uno. Yo trato de cumplirles, llevarles el diario, las revistas. Hay que buscar el modo de vender.

Voy casa por casa, a oficinas. Uno trata de rebuscárselas como puede. He aprendido a usar el celular para vender, mandar fotos. Trato de adaptarme a la tecnología. No tengo redes sociales pero si tuviera no tendría tiempo de usarlas. No hay que quedarse, nadie te viene a golpear la puerta. También tengo clientes por medio de otras personas que se van pasando mi teléfono.
-¿Por qué crees que la gente te aprecia tanto?
-Trato de devolverle a la gente todo el amor y cariño con paciencia, entendimiento, humildad, soy honrado de la vida. Nunca ando apurado, a la gente le doy tiempo, hay que escucharlos y más en este contexto. Los aliento con las palabras, hago lo que más puedo. Me encantan los chicos, hablar con la gente grande. La vida me va enseñando esas cosas, no cuesta nada ser bueno. Nunca pensé que la gente por la calle me iba a querer tanto. Siempre traté de ser bueno porque mis padres me enseñaron a ser así, humilde y honrado.

“La gente me conoce y siempre me está comprando cosas, por ahí por el aprecio que le tienen a uno. Yo trato de cumplirles, llevarles el diario, las revistas. Hay que buscar el modo de vender”.

Al ritmo de la saya

René Huallpa forma parte de la Asociación de Residentes Bolivianos de Olavarría. Cada 5 y 6 de agosto, celebran el Día de la Virgen de Copacabana y el Día de la Independencia de Bolivia, respectivamente. Esos días cocinan platos típicos para recaudar fondos para la sede. Sin embargo, lo que René más disfruta es bailar por las calles del barrio con el grupo de danzas: Los Caporales. Al respecto, explica que “el baile tiene un significado. La palabra caporal viene de capataz, de la época de la esclavitud. El capataz manejaba a los esclavos y el caporal representa al esclavo liberado con la ropa de su amo. Los cascabeles son las cadenas que rompieron para liberarse. El baile es al ritmo de la saya”.
Todos los años reciben la invitación de la Municipalidad de Olavarría y de otras ciudades para participar de los festejos por el carnaval. “La última vez que bailé fue para el Carnaval Abajeño, por los protocolos pude ir yo solo como representante de la colectividad. Fue para alegrar a la gente. No importa si bailo solo o en un grupo grande, lo hago con amor, para devolver lo que recibo de ellos”, comenta Huallpa.
Por otro lado, aclara que como actualmente no pueden juntarse a ensayar ni realizar otro tipo de actividades, rezan el rosario de la Virgen de Copacabana por videollamada el quinto día de cada mes. De esa manera, intentan mantener unida a la colectividad y seguir agradeciendo a su patrona.

(*) Trabajo realizado para la cátedra Redacción periodística I, de la carrera de Periodismo de la Facso