Notas

Postpandemia y los efectos de la vuelta a la normalidad

Los decretos nacionales y provinciales ahora establecen que casi todo vuelve a la “normalidad”. Cómo se traduce eso en la práctica, qué implicancias psicológicas trae la post pandemia y cómo afecta el retornar a espacios dejados hace un año y medio.

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Fernanda Alvarez - Agencia Comunica

31/8/2021

Espectáculos que suben a los escenarios, burbujas que empiezan a unificarse en algunos ámbitos, más salidas y el decreto que establece el regreso de los empleados públicos a los espacios presenciales. La “nueva normalidad” ya es un hecho y, aunque no haya decreto que establezca el fin de la pandemia, la realidad muestra que la vida cotidiana ya se parece a la previa de marzo de 2020.
Lo presencial va retomando su lugar, pero muchos no quieren irse de los espacios virtuales ahora conocidos. ¿Qué implica asumir esta nueva normalidad y qué costos psicológicos conlleva? ¿Es necesaria una readaptación o la presencialidad era tan esperada que hoy se celebra? ¿Hay fobias a salir del refugio en que se convirtieron varias casas?
“Algo tenemos que haber aprendido. Si volver a la normalidad es volver a la locura que teníamos en 2019, entonces no la quiero”, sintetiza una trabajadora que quiere retornar a la rutina presencial, pero no con el mismo ritmo de toda su vida laboral.
Dos psicólogas analizan la reconfiguración de los vínculos (laborales, familiares, amorosos), lo que implica el retorno y coinciden en que todo cambio requiere de cierto tiempo y conlleva aprendizaje. “Nos pasó que al principio nos debimos quedar encerrados, no era opcional. Nos costó. Ahora la nueva normalidad es un poco más opcional, podemos empezar a juntarnos, a reencontrarnos y volver a las rutinas anteriores y como todo cambio, nos adaptamos. El miedo y el riesgo del afuera está instalado. Entonces hay sensaciones de extrañeza: estará bien hacer esto?”, explica la Lic. en Psicología Natalia Alvarez.
Su colega, Lic. Mónica Náccari, agrega que “llegar a la noche cansados de un día largo nos debería hacer preguntarnos si queremos seguir asi, si eso es sano. La nueva normalidad debería ser otro punto de vista que tenemos frente a la realidad post pandemia”.
Por eso coincide con que el miedo se ha instalado y “algunos pudimos escaparnos o elaborar y poner las cosas en su justa medida. Pero se ha instalado el miedo y seguramente habrá resistencias”. Por eso rescata que en muchos casos “se ha hecho un gran avance en cuanto a trabajo a distancia y es muy positivo porque permite trabajar y a la vez disfrutar del tiempo libre que es tan necesario”. Y que hoy es más, en algunos casos, porque hay menos circulación a los espacios de trabajo.

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La incertidumbre continúa. No hay una fecha -ni habrá- que determine que la pandemia llegó a su fin, por lo que las emociones de inseguridad o intranquilidad pueden persistir. “Hay incluso una sensación de culpa, de sentimientos encontrados: el deseo de volver pero también una marca de que será diferente, que nos atravesó. Todo lo que modificó nuestras vidas nos dejará una marca”, asegura Natalia Alvarez. Durante este tiempo, nos encontramos y relacionamos a través de pantallas cuando la interacción personal era lo frecuente.
¿Deberíamos prepararnos, entonces, para regresar a la rutina que dejamos hace 18 meses?
“Sería óptimo que estuviéramos preparados desde el comienzo, para no entrar en esa pandemia del miedo y poder tomar distancia de la desinformación y el bombardeo de noticias negativas”, asegura Mónica Náccari, quien además agrega que “prepararnos ahora sería poner las cosas en su justa medida y ver qué cosas se pueden seguir haciendo a distancia y cuáles de manera presencial. En algunas disciplinas, como la mía, estar frente al paciente es fundamental. Pero hay otras donde se puede seguir de forma virtual”. Y entablar nuevas relaciones y vínculos laborales incluso más productivos y ricos que los anteriores.
La vacunación ha sido un punto clave para la flexibilización de actividades. En Olavarría hay más de 80 mil personas que recibieron sus dosis y eso ha generado menos contagios y una baja de ocupación del sistema hospitalario. Por eso, a las personas que en este momento eligen no aplicarse la vacuna se las empieza a mirar con mala cara. “Los no vacunados nos ponen en riesgo a todos. Nos estamos cuidando para que la enfermedad no avance y esa decisión no tiene que ver con la libertad, porque la libertad es vacunarse para elegir qué hacer y poder volver a alguna normalidad que ansiamos”, rescata la Psicóloga Alvarez.
Lo cierto es que la "normalidad" viene con nuevas vacunas, barbijos, distanciamiento que no siempre se cumplen, protocolos que por momentos resultan absurdos pero que nadie quiere abandonar, saludos sin abrazos ni besos y relaciones que comienzan on line. Para Mónica Náccari, “toda crisis es oportunidad y desafíos para que nuestra mente se ponga en funcionamiento. Si no, fue tiempo perdido”.
Y en este sentido, establecer prioridades parece central. “A mi me ha servido -como a muchos- para tomar la vida con otra perspectiva, crear nuevas fuentes de ingresos, abrirnos a nuevas maneras de estar, valorizar lo que es importante y dejar de lado lo que no lo es”. En definitiva, “las crisis ponen a prueba, habrá quienes pueden hacer algo positivo de esto y habrá quienes no. Es una oportunidad”, concluye asegura Nácacari.
Será tiempo de aprovecharla.