Notas

Testimonio de Claudia Wagner

Adopción: una historia de elecciones mutuas

El deseo de ser padre y madre y la oportunidad de tener una familia. Principales ejes al momento de adoptar. Junto a esto se mezclan los largos procesos burocráticos hasta el esfuerzo propio de cada familia para que todo llegue a buen puerto. Aquí, una historia contada desde adentro.

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Tomás Kessler- Agencia Comunica

14/12/2021

La decisión de adoptar trae consigo una cantidad incontable de dudas y temores:desde la incertidumbre de saber si finalmente será posible concretarla hasta los miedos propios de formar una familia. Amor, cariño y la oportunidad que se genera, son tres principales ejes, “el amor que podés generar no tiene nada de menos con una familia biológica”.

Claudia Wagner adoptó 4 hijos en 2004. Oriunda de Sierras Bayas, ante la imposibilidad de tener hijos de manera biológica, decidió junto a su pareja optar por la adopción. Convencidos totalmente de su deseo y de la familia que buscaban formar, se anotaron en la fundación “Campos del psicoanálisis” de Buenos Aires. “Siempre dijimos que queríamos tener 4 hijos, con mi marido congeniamos”, explica la madre de familia al referirse a la cantidad de hijos que buscaban tener.

Y dadas las casualidades, o “causalidades” de la vida- como le gusta afirmar a ella- exactamente en el mismo momento en que se inscribieron, “a la gente de la fundación le dan la carpeta de cuatro hermanitos que querían vivir en el campo. Ahí vos decis eran ellos y nosotros, todo encaja”.

Los niños que fueron presentados contaban una situación de vida particular y delicada, asimismo tenían una edad que muchas veces genera prejuicios y es un impedimento en las personas que buscan adoptar . Tres de los cuatro niños eran mayores de cinco años. Sobre esto, Claudia Wagner analiza que “uno piensa que los chicos más grandes traen una mochila y piensan que esa mochila no la van a poder sobrellevar. A mi eso no me generaba problema, que traiga una mochila no quiere decir que vaya a salir mal, al contrario, das una oportunidad”.

Del mismo modo explica que escuchó comentarios del tipo “¿Quién sabe qué puede pasar al adoptar hijos mayores de 5 años?” y asevera que ninguna familia tiene asegurado nada y que “no por ser un niño de cierta edad vas a dejarlo de lado”. Al momento en que llegaron los hijos a su casa, tenían un año y medio, cinco, siete y ocho años.

Al llevar adelante una familia surgen miles de problemas constantemente y esto excede el hecho que sean biológicos o no, “ obviamente no todo es color de rosas. No genera ningún problema más que una familia biológica, es lo cotidiano que pasa a cualquiera”. Dramas de la adolescencia de los hijos, inquietudes, incomodidades, discusiones entre padres,hijos y hermanos. Ninguna familia está exenta de estas situaciones y Claudia Wagner lo deja en claro.

Creación del vínculo y comienzo del camino

“El proceso fue más que nada que ellos nos adopten a nosotros porque nosotros estábamos 100 % convencidos, pero teníamos que conseguir que ellos nos adopten”, comienza relatando Claudia Wagner. Ya desde el primer momento, existió un inconveniente que de todas formas nunca frenó a la pareja: EL viaje y las distancias. Ambos radicados y con sus trabajos en Sierras Bayas debían movilizarse a la ciudad de Buenos Aires para realizar tanto la burocracia como el vínculo con los chicos.

El esfuerzo realizado fue enorme, así como también lo era la oportunidad que se les presentaba. “Estuvimos un mes y medio viajando, lo hacíamos los fines de semana porque los otros días trabajábamos. Los viernes tenía un permiso para salir más temprano y mi marido realizaba horas extras para poder salir los sábados”.

Al hecho de viajar se presentaba otra situación. El más chico de los hermanos no estaba con el resto en un hogar, sino que al ser menor de cinco años residía con una familia sustituta. “Los 3 más grandes estaban juntos en el hogar pero al más chico lo teníamos que ir a buscar a Hurlingham”, expresa Claudia. Finalmente, los sábados y domingos lo pasaban todos juntos. La familia se formaba paso a paso.

Un momento importante fue el primer viaje juntos al pueblo. “Los trajimos una semana a Sierras Bayas. Ahí ellos ya sabían que los queríamos adoptar y las psicólogas nos dijeron que les preguntemos si quieren que seamos sus papás. Fue todo muy lindo”.

Así estuvieron durante un mes y medio, viajando cada fin de semana para pasar tiempo con los chicos. Se conocieron en Octubre y a fines de Diciembre de ese mismo año -el 2004- ya estaban todos juntos definitivamente. Fue un tiempo de creación del vínculo y de formación de familia al mismo tiempo.

Mala situación de los chicos y día en que se conocieron

Los 4 hermanos venían de una mala situación familiar. “Estaban en situación de abandono sin estar abandonados”, explica Claudia Wagner. Las condiciones de vida de ellos ahí eran muy precarias, hasta que, finalmente, fueron asignados a un hogar. Allí hubo visitas entre los niños y sus padres biológicos para recomponer el vínculo pero no fue posible. Un año más tarde, la jueza que estuvo a cargo de todo el proceso de adopción los puso en situación de adoptabilidad.

Y el día 22 de Octubre del año 2004, entre causalidades, destino y la buena predisposición de todas las partes, ocurrió el primer encuentro entre los futuros padres e hijos. “Un día fuimos a Buenos Aires a entrevistarnos con la jueza sin saber que íbamos a ver a los chicos. Tuvimos que viajar entre semana y ella en ese preciso momento armó la visita con los nenes. Durante la entrevista nos proponen esperar un tiempo a que salgan de la escuela y verlos. Ahí obviamente dijimos que sí”, recuerda la entrevistada con una sonrisa imborrable. Esta fecha es recordada y celebrada cada año por la familia.

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Primeros pasos como familia

“Los chicos se acostumbraron rápido, la transición estuvo buena”, recuerda Claudia. De todas formas, para la pareja fue un punto de inflexión, “en ese tiempo llevamos 11 años casados viviendo solos y de repente teníamos 4 hijos en la casa. Si bien estábamos preparados y ya existía un vínculo, fue un cambio grande al que nos tuvimos que acostumbrar”.

La madre de la casa hace énfasis en la necesidad de familia que manifestaban los chicos. Tal es así que “adoptaron de tíos a todos los vecinos”. Al hablar de esto conmemora y agradece a todas las personas que ayudaron y el cariño que les fue brindado tanto a ellos como a sus hijos. El factor de vivir en un pueblo de Sierras Bayas con la calidez y el sentimiento familiar que existe allí fue un gran punto a favor. Caminar a la escuela, visitar a compañeros, jugar en las calles libremente, “vivir en el pueblo ayudó”, afirma Clauida Wagner.

Del mismo modo, hace memoria y asegura que cuando los chicos comenzaron la escuela, todo se fue acomodando, tanto los tiempos y rutina de sus hijos como los de ella y su esposo. Al mirar hacia atrás y recordar el camino transitado se generan miles de sonrisas y mucha felicidad.

Por otra parte, es preciso destacar que “no todo es color de rosas”. Por supuesto que en el camino hay obstáculos a superar pero son los mismos que ocurren en cada hogar, “no es nada fuera de lo normal”, exterioriza Claudia.

El temor a adoptar niñxs más grandes es fuerte, sin embargo Claudia se muestra como “defensora de la adopción, en especial de chicos grandes. No porque sean más grandes vas a tener más o menos problemas. Fluye, realmente fluye, y el vínculo se va formando de a poco”.

Largos procesos burocráticos

Al referirse a los trámites que tuvieron que realizar y el tiempo demandado, Claudia Wagner asegura que “lamentablemente la burocracia de las adopciones en nuestro país es terrible. Creo que ha ido cambiando pero los tiempos son extensos. Desde que ellos llegaron a casa hasta que finalmente tuvimos los documentos con nuestro apellido fue un proceso de 2 años, me parece mucho”.

Una larga historia que desde sus inicios parecía que estaba hecha para suceder. Gran esfuerzo tanto de los padres como de los hijos y un largo proceso de vínculo y formación de familia. Miedos vencidos, obstáculos superados y el amor y la familia como bandera.