Notas

La virtualidad profundizó diferencias entre estudiantes

La educación en tiempos de pandemia: entre inclusiones y desigualdades

Profesionales de la educación del preuniversitario, Escuela Nacional Ernesto Sábato de Tandil analizaron vivencias, experiencias, sensaciones y dificultades de educar en pandemia. El rol del estado en la educación pública.

Educ. Cuarentena1

León Tripiana (*)

La crisis en los ámbitos políticos, económicos y sociales que generó la pandemia del coronavirus repercutió fuertemente en la esfera de la educación, ya que, según datos del gobierno, Argentina sufrió 322 días corridos de cierre de sus escuelas lo que provocó que las clases tuvieran que dictarse de manera virtual. De esta manera, a pesar de que muchos establecimientos educativos hayan logrado reinventarse y continuar las clases sin experiencia previa de cómo enseñar en la virtualidad, desde todos los sectores involucrados coinciden en que estas nuevas experiencias podrían generar una profunda transformación multidimensional inmediata y en el largo plazo en el sistema educativo nacional.
Así lo entienden en la Escuela Nacional Ernesto Sábato (ENES), que depende de la Universidad Nacional del Centro de Tandil, donde los profesionales de la educación consultados analizaron cómo vivieron las nuevas experiencias y sensaciones que desafiaron las formas de educar en todo el territorio argentino.

Cómo se reinventó la escuela en la virtualidad

La reconfiguración del sistema educativo no fue fácil, es más pudo traer consigo la exclusión de miles de alumnos. Al respecto, el director de la Escuela Nacional Ernesto Sábato, Tomás Landívar, asegura que “en el nivel secundario se desvincularon un millón y medio de alumnos de todo el país, hasta creo que más. Se trata de chicos de entre 12 y 18 años, que, si no tienen conectividad, ni equipamiento y en el hogar no hay un entorno sociocultural en el que se valore la educación, no disponen de herramientas para continuar estudiando”.
De esta manera, “las escuelas de gestión pública se organizaron y reacomodaron de acuerdo a las posibilidades institucionales y del alumnado que atendían, en cambio las de gestión privada pudieron sostener otro tipo de propuesta educativa. En consecuencia, es notorio que la pandemia, entre otras cosas, evidenció y potenció las desigualdades sociales, económicas, culturales y simbólicas de los estudiantes, en definitiva, evidenció la importante distancia de acceso a la educación de calidad según sector social de pertenencia”, opina el directivo.
En esta línea, Landívar sostiene que sus estudiantes provienen de hogares diferentes, de niveles socioculturales y económicos muy distintos, por lo que en la escuela se encontraron en la obligación de ayudar extracurricularmente a unos 50 alumnos para que pudieran mantener la escolaridad. “En las escuelas de clase media es probable que el 80% de las familias tengan conectividad y equipamiento adecuado, mientras que otras tuvieron que depender de un cuadernillo lo que dificulta mucho el aprendizaje”, afirma el director.
A pesar de un gran esfuerzo de la institución, como seguramente el de todas las escuelas argentinas, al considerar los recursos digitales de las familias el Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (CIPPEC) advierte que existen grandes fuentes de desigualdad entre los hogares según sus recursos económicos en Argentina.
De esta manera, estudios demuestran que existe una fragmentación y una división social del sistema educativo argentino que establece un desigual acceso a la educación y que a corto o mediano plazo interfiere en los resultados educativos. Esta situación es señalada por expertos como Guillermina Tiramonti, Adriana Puiggrós y Gabriel Kessler).
En este contexto, el director señala que “si no intervenimos no hubiéramos podido mantener la escolaridad, ya que no todos cuentan con la calidad de los dispositivos necesarios, debido a que la antigüedad o potencia de cada equipo ofrece distintas posibilidades de trabajo, además la cantidad de dispositivos que un alumno tiene en su casa puede ser insuficiente para cubrir las necesidades escolares y laborales de todos sus integrantes, y también el acceso a Internet no es igual para todos. Es por eso que o los excluís o das un tipo de oferta educativa diferente a esos alumnos en particular de la que tenes que darle a los demás, que sí tienen conectividad y equipos”.
A partir de situaciones adversas y contradictorias que se dieron a partir de la suspensión de las clases presenciales, Sebastián Castronovo docente y jefe de Área de Comunicación de la Escuela Nacional Ernesto Sábato y profesor de la privada Aires del Cerro, ambas de Tandil, sostiene que “la Escuela Sábato, al igual que todas las instituciones educativas públicas a lo largo y ancho del territorio nacional, priorizó el contexto por sobre lo metodológico. Se supieron “vestir” acorde a lo que su matrícula necesitaba, revalorizando la importancia que tienen las escuelas en la sociedad.”

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En ese sentido el docente afirma que “lo estrictamente curricular académico pasa en un segundo plano, si vemos/vimos escuelas públicas que se han vestido de comedores, que se han vestido de espacios de entrega de alimentos, que incluso se han vestido de vacunatorios, nos demuestra una vez más la importancia que tiene en la sociedad la escuela y, además, la necesidad del Estado de invertir en materia educativa”.

Estudiar en pandemia

El cambio de clases presenciales a virtuales, coinciden los involucrados, fue y es profundo. Así, se modificó el día a día, los mates, los abrazos, en definitiva, el encuentro. Para los educadores Jorge Huergo y Paulo Freire la escuela pública constituye un gran proceso colectivo de aprendizaje comunitario, en donde se establecen prácticas educativas de acción y reflexión.
¿Qué se hizo para sostener el proceso colectivo de aprendizaje?
Los organismos internacionales UNESCO, UNICEF y OEC indican que además de la brecha digital entre clases sociales, existe una brecha familiar y advierten que los obstáculos no fueron sólo digitales, en cuanto a la carencia de dispositivos electrónicos, sino que las familias con menor educación tuvieron más dificultades para ayudar a sus hijos en las tareas escolares en casa, produciéndose así un aumento de la segregación educativa en este contexto de cuarentena.
En este sentido, Castronovo señala que “en este contexto el objetivo de vincular a los estudiantes con la escuela, no debe ser solamente en lo estrictamente académico. La revinculación tiene que ver también con generar espacios de sociabilidad, de construcción colectiva, de potenciación y búsqueda de nuevos lazos, en suma, espacios para pensarnos y pensarse en este contexto”.
Bautista Iriarte egresado 2020 de la ENES narra que “emocionalmente viví las clases virtuales de forma muy fría. Al principio con mis compañeros nos relacionamos como si fuera presencial, hacíamos videollamadas y estábamos juntos, a veces no solo con mis amigos, sino entre todos, pero a medida que avanzó la pandemia los encuentros fueron retrocediendo.”
Ante una manifiesta problemática, que recorrió las voces y cuerpos de los egresados en pandemia, ¿El Estado hizo lo necesario para sostener la educación de todos?, ¿Las escuelas lograron ser significativas tanto como lo eran en la presencialidad?, ¿Cómo se reemplazó la sociabilidad que genera el asistir a la escuela? ¿Tendrá consecuencias para el futuro?

Desde otra perspectiva, la mirada del educador

La extensión de horas laborales, la incertidumbre y las consultas a todas horas de los alumnos son solo algunos de los problemas que señalaron los profesionales de la educación al ser consultados sobre la tarea de seguir “haciendo escuela” en esta situación atípica.
Al respecto, Esther Cayul profesora de Física y Matemática asegura que “la virtualidad nos agarró tan de repente que no tenía límites de horas, empezaba a la mañana y capaz que eran la 1:00 a.m. y seguía trabajando. Los chicos también consultaban en cualquier momento, no solo por mail, sino que yo había armado grupos de WhatsApp con ellos y muchos no entendían que eran las 23:00 pm, 24:00 pm de la noche y seguían preguntando”.

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En concordancia, Peralta resalta que “fue bastante difícil, porque los entornos virtuales lo que hacen es inhibir a los chicos. La cámara, intervenir abriendo el micrófono o, por el chat, son situaciones que muchos sintieron como una exposición. Al principio era toda una novedad y había que pararlos, pero después rápidamente se generó como una apatía y una desconexión. Con las clases virtuales se perdió espontaneidad en el decir, en el hacer, en los vínculos. Es muy diferente a lo que ocurre cuando los docentes estamos de forma presencial con los chicos”.
Por su parte, Ana Soria profesora de Economía, comenta que lograr la motivación de los alumnos e incluso motivarse los profesores fue y es una tarea muy difícil en este contexto. En consecuencia, repensar las formas de dar clase es otro de los tantos desafíos que tuvieron que atravesar los educadores.
El docente, aporta que: “las clases virtuales quitan un montón de motivación, muchas veces me encuentro hablando con una pantalla que está llena de circulitos donde no veo rostros, no veo expresiones, donde no sé si lo que acabo de decir, explicar, preguntar tiene una devolución. Esto llevó a que algunos docentes tratáramos de capacitarnos en nuevas formas de dar las clases, además de tener que capacitarnos en las tecnologías. Esto me obligó de alguna forma a repensar mi clase”, señala Soria.
Por su parte, el director de la Escuela Nacional Ernesto Sábato afirma que existen diversas variables que afectan la continuidad, la calidad, y la formación educativa mediante la educación virtual, y reconoce que “en la virtualidad el tiempo disponible de los padres para ayudar a sus hijos, la tecnología existente en los hogares, los recursos pedagógicos de los docentes, determinan las posibilidades de las escuelas para dar clase”. Por lo tanto, asegura que es necesario mejorar la calidad de vida, para en consecuencia mejorar la escuela, y no al revés.

El rol del Estado

Sebastián Castronovo, es profesor y preceptor en dos reconocidas escuelas de Tandil: la Escuela Nacional Ernesto Sábato y la escuela privada Ayres del Cerro. El docente indicó cuáles fueron las sensaciones, experiencias y aprendizajes que le dejó la educación en el contexto de pandemia. Sobre el rol del estado, asegura que “la pandemia nos hizo dar cuenta de lo importante que es la escuela para los estudiantes, para las familias, para los docentes, para la sociedad general. También dejó en claro el valor que tiene la escuela y la importancia para el acompañamiento, para la formación de la juventud”, consideró.
“La escuela ha sido muy bastardeada y desfinanciada, por ejemplo, se desmanteló el programa conectar-igualdad que había sido muy importante. Si los chicos hubiesen tenido computadoras, si el Estado le hubiese dado esas computadoras seguramente las condiciones materiales estarían saldadas”, argumentó.
“La pandemia evidenció por un lado lo importante que es la escuela para la formación de nuestros estudiantes, y también el rol que tiene que asumir el Estado en el financiamiento de la educación. Sobre todo, en generar programas en materia de comunicación, en materia de nuevas tecnologías de la información y la comunicación, programas que tengan que ver con esa re-vinculación de los estudiantes que la pandemia los dejó en un lugar distinto a otros, que los dejó, de pronto, en condiciones de mayor desigualdad, menor acceso. Entonces ese es el rol que el Estado tiene que asumir hoy para hacerse cargo en definitiva de todos los estudiantes”, opinó el docente.

* Estudiante de Comunicación Social y Periodismo en UNLP