Notas

 

El poder de lo nombrado


Hace pocos años se ha puesto en discusión si el lenguaje inclusivo es realmente necesario o no. Entre la resistencia y aceptación se desplazan las diferentes posturas. Sin embargo, no hay que perder de vista el eje central de la discusión, el hecho de que aquello que no se nombra no existe. Una socióloga, una lingüista y une militante hablan al respecto de esta cuestión.

Silvina Mentasti (*)
¿Es el lenguaje la expresión adecuada de todas las realidades? El filósofo Friedrich Nietzsche planteó ese interrogante en el Siglo XIX, cuando aún no se discutía respecto de la “e”. No obstante es pertinente traer a colación las palabras de este emblema de la Filosofía ya que siempre tuvo un genuino interés por el ser del lenguaje. Sugiere que es arbitrario pues indica lo que algo es a partir de ciertos atributos (aparentemente universales) que clasifican a los objetos, sin llegar “jamás a la verdad ni a una expresión adecuada”, sino que es únicamente una designación humana y una mirada parcial de la realidad.

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Sin embargo, hay un error que los seres humanos venimos arrastrando desde siempre y es el hecho de que nos creemos dueñes del lenguaje. Es recurrente escuchar frases como “yo soy dueñe de lo que digo” y esta ilusión de dominio se da porque hablamos desde el inicio de nuestra vida y es por ello que nos consideramos la fuente de nuestro discurso o, en otras palabras, les dueñes de las cosas que decimos. Pese a eso, no hay que perder de vista que toda palabra conlleva un significado previo que no fue asignado por nosotres, sino que se estableció de acuerdo a determinadas interpretaciones (acotadas) de la realidad.

Se da voz a la diversidad de las múltiples identidades de género que no se identifican como parte del sistema binario y simétrico que supone el uso de la a y o.


Ahora bien, es evidente que necesitamos del lenguaje para comunicarnos, así como tambien para resolver problemas y conflictos que derivan de su uso, así como lo es la utilización del lenguaje inclusivo. Respecto a esto, María Sol Minoldo, doctora Ciencias Sociales y actual investigadora del CONICET en el Centro de Investigaciones y Estudios sobre Cultura y Sociedad (CIECS) afirma “la propuesta del lenguaje inclusivo sí aparece como, al menos, un ámbito válido de disputa y discusión política”.

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¿Por qué Minoldo hace referencia a la habilitación de un ámbito de discusión política? Porque con la utilización de la “e” se visibiliza lo que antes permanecía oculto, en otras palabras, se da voz a la diversidad de las múltiples identidades de género que no se identifican como parte del sistema binario y simétrico que supone el uso de la “a” y “o”. Se pone en discusión la aparente “naturalidad” de las relaciones sociales divididas en dos géneros (masculino y femenino) y se visibiliza a quienes no entran en dichos cánones. En otras palabras “lo que pasa es que se nombra a las diversidades, y eso es lo que genera incomodidad”, sostiene Minoldo.
No obstante, hay quienes afirman que el machismo nada tiene que ver con el lenguaje. En una entrevista realizada en julio de 2018, el director de la Real Academica Española (RAE) Darío Villanueva expresó públicamente que “el problema está en confundir la gramática con el machismo”. En línea con su polémica declaración inicial, destacó que el masculino puede abarcar el género femenino en ciertos contextos “no hay razón para pensar que el género masculino excluya a las mujeres en tales situaciones”.
Pensar que el lenguaje puede ser modificado no está mal, al contrario, desde el punto de vista linguistico que propone la Magíster y Docente Universitaria en la Facultad de Ciencias Sociales de Olavarría, Lucrecia Ochoa “apostar a la transformación del habla es compatible con su carácter histórico” debido a que la lengua no se constituye como un producto inmutable, sino que se encuentra viva (de alguna u otra manera). Se transforma “debido a los cambios que la comunidad de hablantes introduce a partir de su uso cotidiano”, según la docente.
Ahora bien ¿cuáles son los desafíos a los que se enfrenta el lenguaje inclusivo? Se tiene que crear un pronombre neutro (elle) y un determinante (une). No debería ser una dificultad, ni una rareza ya que hay palabras como “almóndiga” que fueron aceptadas sin problemas por la RAE. No obstante, el trasfondo de esta discusión es mucho más profundo que esas palabras que a nuestro criterio están “mal dichas” y fueron aceptadas de igual manera.


Con la utilización de la e “estamos marcando una presencia que creemos que corresponde” según le militante Malena Correa.


¿Es realmente importante visibilizar a partir del lenguaje? ¡Claro que si! Porque el lenguaje expresa determinada cosmovisión del mundo, patriarcal, heteronómica y binaria, y lo que se trata es de ver es que “hay un montón de disidencias que no son ni “a” ni “o”, son “e”, son esa parte que nadie quiere ver”, según palabras de Malena Correa, joven militante de la Asamblea Disidente de Olavarría. Y agrega “con la utilización de la e “estamos marcando una presencia que creemos que corresponde ya que poder visibilizarnos desde ahí y empezar a nombrarnos es un gran paso”.
Es pertinente destacar que esta lucha de las disidencias por su nombramiento en el lenguaje no es nueva sino que deriva del fenómeno social generado en los años sesenta denominado movimiento Lésbico-Gay-Trans-Bisexual (LGTB). Desde entonces, se ha optado por el uso de la letra x, el @, la e y en algunos países la letra i para designar género indistinto.

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En pleno auge del movimiento hoy denominado LGTTTBIQ+, del debate feminista y la lucha por los derechos de la igualdad entre los géneros, el lenguaje inclusivo aumenta su nivel de aceptación, claro, con repercusiones negativas en medios de comunicación y redes sociales.
Sin embargo, hay que ver más allá de las resistencias y tener en cuenta siempre la perspectiva de Nietzsche respecto del lenguaje, ya que no todo puede ser dicho con palabras y no hay que confundirlo con una verdad inmutable. La esencia real de las cosas está lejos de aparecer en las palabras porque, como sostuvo el filósofo, se trata de interpretaciones acotadas de la realidad. Pese a eso, no se justifica el hecho de que no sea necesaria una transformación. La lengua es maleable y si se busca un mundo más igualitario, el lenguaje es el primer paso para alcanzarlo.

(*) Trabajo realizado para la cátedra Redacción Periodística I de la carrera de Periodismo de la Facso