Notas

 

Incluidos y conectados

En la sede de la Facultad de Ciencias Sociales se llevan adelante cursos para adultos mayores centrados en enseñar acerca del uso de nuevas tecnologías, enfatizando en la importancia de este saber para el manejo de su día a día. En esta nota  escuchan las voces de los protagonistas

Eliseo Díaz

Las canas, dicen algunos, son señas de conocimiento y experiencia. Es importante, a veces, que las que tiñen como nieve los pelos de los adultos mayores no solo sean la muestra de un saber que ha quedado en el recuerdo y que actualmente parece no estar teniendo el reconocimiento que merece. Todavía queda espacio en esas cabezas para seguir tiñiendo canas, pero también para sumar conocimientos, saberes, experiencias y vivencias. Todo sea para seguir con la posibilidad de valerse por sí mismos y que el sistema no los deje fuera. “Necesitan la oportunidad de seguir perteneciendo a un mundo que los aparta constantemente”. Esa parece ser la premisa de estos talleres. Y lo logran.

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¿Qué aprenden?

Los talleres de UPAMI comenzaron en 2008 con un convenio entre la Facultad de Ciencias Sociales y PAMI donde se buscaba principalmente la alfabetización digital a a adultos mayores. Se llevan adelante actualmente varios cursos entre los que se encuentran los de teatro, alimentación saludable o conservas entre varios otros. Con respecto a los talleres de informática, se llevan adelante 4 niveles de aprendizaje divididos en dos cuatrimestres, nivel 1 y 2 el primero y nivel 3 y 4 el segundo. De todas maneras se dan intercambiados para poder distribuir los alumnos de una mejor manera y que en el caso de que alguien quiera volver a realizarlo pueda hacerlo. “Algunos repiten los niveles ya que no logran aprender todo de una sola vez.... Y como es un servicio gratuito se les permite hacerlo”, comentó Fátima Higuera, estudiante de la facultad y profesora del taller de informática y del de smartphones. Y con respecto a este último taller se lleva adelante hasta el momento sólo un nivel. La mayoría de los cursos se dan en el espacio de la facultad y actualmente se están dando clases en el Centro Cultural Universitario (CCU) para aquellos a los que se les dificulta llegar al campus universitario.

“Me gustó mucho la movilidad de la gente y el trato, ellos están convencidos de que una persona grande como nosotros puede aprender”, dijo Edgardo, uno de los estudiantes del taller de smartphones mientras que su compañera Rosa agregó que “tenía miedo de que me tomen pruebas pero me gusta mucho y los profesores te apoyan siempre que necesitas ayuda”.

Los instructores manifiestan que no se han encontrado con una mayor dificultad a la hora de enseñar los diferentes contenidos aunque la metodología aplicada es diferente a la de una clase universitaria o de secundaria. Constantemente tratan de mostrar los contenidos mediante analogías; compararlos con situaciones de la vida cotidiana que ellos dominan para mejorar el aprendizaje. “Cuando hablamos de correo electrónico siempre lo comparamos con el correo normal, apelando a

lo que ellos traen de lo análogo para poder aplicarlo en lo digital”, explicó Juan Cachero, docente del taller de informática. De la misma manera, tanto Fátima como Juan manifiestan estar predispuestos a que las clases sean un “ida y vuelta”, y que se genere un ambiente apto para socializar que contribuya a mejorar la situación de aprendizaje.

En relación a los contenidos, el programa tiene un orden de temas mínimos que se tienen que ir dando de manera paulatina, aunque los alumnos muchas veces van con problemas específicos. Desde los talleres tratan de ser flexibles cuando ya existe un mayor dominio de cuestiones básicas, aunque muchas veces es necesario empezar desde el principio. “Algunos tienen Facebook, pero se los abre el hijo y no saben ni siquiera como prender la computadora… No podemos correr sin saber caminar”, ejemplificó Juan Cachero.

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¿Pueden hacerlo?

Lo que se pone de manifiesto en las clases es una resistencia más que una dificultad. A ellos les hicieron creer que no podían, entonces no pueden. Lo que plantean los profesores es que únicamente se necesita práctica. “Muchas veces no tocan los aparatos por miedo a hacer algo mal, entonces no se animan a indagar en lo que les vamos enseñando”, mostró Fátima Higuera y así lo mostró Carlos, estudiante del taller de smartphones: “ Yo sigo usando un celular viejito, el más nuevo desde la última clase está apagado”. Y con respecto a esto Juan agregó que “ese es el tipo de respeto o miedo que intentamos sacarles”.

Muchos están en contacto con tecnologías más “actuales”, como los celulares, desde hace mucho tiempo, aunque a la mayoría les genera un gran repudio el actual modo de vida que han generado las nuevas tecnologías. “Uno va a cenar o a almorzar y ves que los chicos le prestan más atención al celular que a sus propias familias”, manifestó Carlos a lo que su compañero Edgardo agregó: “Y no solamente los chicos. Porque yo digo que lo voy a usar lo necesario pero después…”

Que ellos puedan construir su propio aprendizaje con respecto a las nuevas tecnologías es el objetivo, que aprendan desde los componentes del celular hasta el manejo de redes sociales.. La idea no es que los profesores sean quienes enseñan y los demás lo copien. Los adultos mayores, manifiesta Juan Cachero, van a los talleres porque detectan la necesidad que tienen de aprender y dominar una herramienta sin depender de otro.

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¿Lo necesitan?

Estos talleres son fundamentales para poder relacionar a los adultos mayores con el espacio de la universidad. Esta vinculación con la sociedad que siempre se le reclama a este tipo de instituciones se cumple en este caso, permitiendo dejar de ver la universidad como algo ajeno para muchos. “Algunos abuelos después de estos talleres han decidido empezar alguna carrera en la facultad, y es más que interesante”, recalcó Fátima.

El avance de la sociedad los va empujando a tecnologizarse y ellos mismos lo notan. “Mis nietos con los ojos cerrados manejan el celular, las generaciones cambian y nosotros nos quedamos un poco atrás”, reflexionó Edgardo. Esto hace que si no se capacitan de alguna manera empiezan a quedar aislados o fuera de un sistema que los tendría que incluir, pero hace todo lo contrario. Ahí se encuentra el principal rol de las clases de informática y de nuevas tecnologías. “Sin duda es necesario, yo sola con el teléfono no aprendo nada, pero con ellos aprendo mucho”, explicó Rosa.

En el “mundo moderno” ellos están ya incorporados y lo necesario es no seguir excluyéndolos. Desde cuestiones más complejas como trámites hasta en lo más simple como estacionar en el centro se ha vuelto necesario el manejo de las nuevas tecnologìas. Y es un saber que ellos por su cuenta se les hace muy difícil incorporar.. No se trata ya de un aprendizaje lúdico o para el entretenimiento, sino de una información fundamental para manejarse en su dia a dia que parece alejarse cada vez más de sus manos. Y como concluye Juan Cachero “si no hacemos algo para retenerlos van a ser cada vez más las puertas que se van a ir cerrando que las que se les abran”, y en algún momento estaremos todos en ese lugar. Por eso, con sus ganas y su esfuerzo, las puertas se abren para los adultos mayores que deciden seguir aprendiendo. Fotos: Dante Lartirigoyen. Agencia Comunica - Facso