Notas

El miércoles se estrena en Olavarría, con entrada libre y gratuita


“De acá a la China”, una película que permite ponerse en el lugar del otro


Lo que comenzó siendo una especie de venganza termina convirtiéndose en una manera de comprender el mundo de aquellos migrantes que dejan su tierra natal para intentar insertarse en una cultura completamente diferente. “De acá a la China” se exhibió el miércoles 25 de septiembre en el teatro Municipal, en un evento organizado por la Facultad de Ciencias Sociales, Facso Producciones y la Unicén.

 Fernanda Alvarez 

“De acá a la China” surge de la inquietud que compartimos junto al equipo de trabajo por conocer las historias escondidas detrás de las oleadas de inmigración china en Argentina. A partir de allí, y debido a la riqueza con la que nos fuimos topando en las investigaciones, lo que en principio había sido pensado con un formato documental, cobró un giro inesperado y se transformó en una experiencia cinematográfica de ficción de entrañable valor humano”. Así define su film Federico Marcello, quien ya tenía experiencia en documentales y cine independiente. Después de filmar en Sudafrica sobre el Apartheid y en Israel y Palestina sobre el conflicto en Medio oriente, el director quiso conocer por qué miles de chinos llegan a Argentina a abrir supermercados.

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Con Pablo Zapata y Julán Arenzo tuvieron la intención de conocer y hacer un documental, pero en el camino de investigación decidieron que harían una ficción que consistiría nada más y nada menos que en “vengarse ” en tono de comedia y poner un supermercado argentino en China. Y pagarles con la misma moneda. Viajaron 10 personas hacia el gigante asiático y se instalaron en Fujian, la provincia de 67 millones de habitantes donde nació y creció el 85% de los chinos que llegan a Argentina. Tres meses de rodaje en la ciudad de Sianen sirvieron para conocer la cultura, la gente, las costumbres y sobre todo “darnos cuenta que aunque parezcamos tan diferentes, tenemos algo en común que es la cuestión humana que nos hace iguales. Sentí que la fraternidad, la familia, el amor por los más cercanos, salir a trabajar y buscar un futuro mejor para la familia son cosas en las que somos todos iguales”.

Por eso “De acá a la China”, que se filmó con muy pocos recursos económicos, se convirtió en una película emocionante y que permite ver un costado diferente de aquellos que vienen a trabajar a este lugar del mundo. A nivel artístico pero sobre todo a nivel humano, Federico siente que “todo fue aprendizaje”. Y en esta nota cuenta por qué.


Cruzar el mundo

En diálogo con Agencia Comunica, el director de la película resalta la “investigación previa para recabar la mayor cantidad de información posible y el diálogo con chinos que vivían en Capital”. 

Pablo Zapata se había contactado con un fotógrafo español que conocía actores, lugares donde alquilar luces y donde filmar. Pero apenas llegaron a China supieron que el español había tenido problemas con su Visa y se había marchado a su país de origen. “Todo lo armado se fue por la borda y estábamos en el medio de China”, recuerda el director. Sin embargo, la suerte estaría de su lado. En Buenos Aires alguien le había pasado el contacto de un argentino que vivía en China, “a quien llamamos inmediatamente y por supuesto nos ofreció su ayuda. Pero se casaba al día siguiente. Así que nos invitó a su casamiento y ahí conocimos a 50 chinos que estaban dispuestos a ayudarnos con el film”. Mitad en inglés, un poco de español y apenas algunas palabras en mandarín se conjugaron en un nuevo idioma que les permitió entenderse. Ese día y muchos más.

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Lo que más sorprendió a Federico de ese país fue “la inmensa cantidad de construcciones que veías en todos lados. No parábamos de ver grúas y brazos mecánicos de edificios de 30 pisos. Y llamó la atención también la convivencia entre la China moderna con su tecnología y la China ancestral y milenaria”.

Y la otra sorpresa fue “la abismal diferencia en lo cultural. Un país que tiene 5 mil años y la cultura la transmite de generación en generación, sin deformarse. Cómo protegen y cuidan su cultura es muy llamativo, pero también porque la conservan gracias a una política de estado”. Prueba de ello es que los adultos chinos que viven en la Argentina mandan a sus hijos en edad escolar a estudiar a su país “para que no pierdan su cultura. Estuve con una chica de unos 20 años que me contaba que ella se fue a los 5 o 6 años y al principio se sentía triste. Pero después estaba bien, ella era de ahí. Cuando crecés querés estar con tus padres y de hecho su mamá no toleró tanta distancia y la chica vino a Argentina. Hoy hay muchos chinos que nacen aquí, son argentinos y empiezan a crecer en éste, su nuevo lugar”.

Cercanía y solidaridad


Para el guión de la película, se decidió “adaptar cada una de las escenas a las persona que íbamos conociendo. Cuando entraban al supermercado que instalamos no le pedíamos que hagan un papel sino que hagan de ellos”.
Como en todo supermercado argentino, había fernet, mate, yerba , dulce de leche y alfajores. “El fernet mucho no gustaba, el dulce de leche si”, dice Federico, quien rescata que “al hacer cine de manera independiente todo puede entrar en la historia”.

La aceptación y la ayuda permanente de los chinos es que los fue haciendo cambiar su mirada. Y aprender, como en cada lugar que han ido a filmar. “El idioma es una total limitante. Pero uno se termina comunicando cuando está la necesidad. Los chinos que conocimos, unos 400, fueron súper abiertos y trataban de escuchar con paciencia, nos ayudaron mucho. Tuvimos muy buena respuesta. Incluso se sumó una pareja de chinos que habían vivido en Argentina y sabían español y eso fue buenísimo”. Sin sufrir ningún tipo de discriminación y, por el contrario, al contar con ayuda de los nativos, “no me dejaban vengarme”, recuerda Federico con afecto hacia ese pueblo.

La migración de orientales a Argentina comenzó en la década del ´80, con miles de taiwaneses que llegaron a nuestro país. “Taiwán queda justo enfrente a la provincia de Fujian. Los primeros en instalarse en el Barrio Chino (en Buenos Aires) son taiwaneses. Y Fujian tiene la cultura de migrar siempre hacia el mar, con lo cual el primer lugar al que llegan es a Taiwán, con quien tienen mucho vinculo. Siguiendo al taiwanés es que se han venido a la Argentina”, narró Federico Marcello.


Con la película se han movido, también, de manera independiente. En enero de 2018 decidieron plotear su auto y recorrieron 10 provincias en dos meses, con 50 funciones y miles de espectadores que disfrutaron de la comedia dramática.

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“Fue una experiencia corta, pero la película trata de una persona que se debe poner en el lugar del otro cuando llega a una cultura tan distinta”, sintetiza el director.