Notas

 

Luchar contra un asesino silencioso

Federico y la hermana de Agustina tienen una historia similar, las drogas le cambiaron el sentido de sus vidas. Eva Cura hace más de 30 años trabaja con personas adictas, tres voces que hablan desde la experiencia.

Adicciones 5

Luciana Pedernera - Agencia Comunica


Federico Cajen tiene 51 años, pero su verdadera vida comenzó hace apenas 3 años, tras su último proceso de recuperación de las drogas. Hoy trabaja brindando charlas motivacionales y de prevención, habla de límites y del compromiso con la vida. Su adicción comenzó a los 15, hasta que a los 17 “pruebo cocaína y me convierto en adicto y cocainómano durante 32 años”.
Agustina, por otro lado, cuenta que su hermana también se inició a los 16, con marihuana. Y en la escuela. Agustina hablará de su hermana, por quien lucha junto a su familia todos los días. Su flor se marchita cada vez que se pierde en algún rincón de esta ciudad, pero reconoce que hay momentos de luz donde florece, aunque son los pocos.
La adolescencia es el momento en que comienzan los consumos. Hay un enemigo silencioso que se apodera de esas vidas inseguras que buscan vivir al máximo, que no contemplan obligaciones o que quieren experimentar el extremismo de las sensaciones. ¿Qué es ser un adicto? ¿Como llegar a ese lugar del que no se puede salir? ¿Por qué todo es tan dificil? ¿Que hacen las personas que los aman? Vivir tocando fondo, porque el inicio de cualquier adicción es dar un “sí” y probar.
Eva Cura es Licenciada en Trabajo Social y hace más de 30 años que trabaja con personas adictas. Y con conocimiento de causa asegura que “antes éramos país de tránsito, ahora somos país de uso, abuso y cocina. Todo lo negativo que podría ser el tema de las drogas marca que es poco y escaso el trabajo que se hizo desde los años 90”.

Adicciones 4Federico Cajen frente a su publico adolescente.


Todo, hasta tocar fondo


Eva Cura expresa que “nadie se levanta una mañana y dice ´voy a consumir cocaína´. Se empieza con el alcohol, con el tabaco, ahora está de moda la marihuana y siguen las drogas de impacto que en Argentina hay cocina. Después podemos hablar de otras drogas que han entrado por la permeabilidad de las fronteras”.
Federico coincide y define el proceso de convertirse en adicto como algo silencioso “porque vos cuando te miras a un espejo y tenés que hacer un balance de tu vida, no sabes nada de lo que te está pasando. Porque esto trabaja auto engañándote y entrando en un mundo de sensaciones totalmente irreales”. Desde lo vivido Federico pone en palabras su experiencia y dice “vas cambiando hábitos, actitudes, la manera de ver la vida, eso es lo que te va transformando en una persona indeseable por el lado que mires (eso es lo que me paso a mi). Me volví mentiroso, egoísta, manipulador y un ladrón, porque justamente para consumir cualquier tipo de sustancia había que conseguir el dinero, porque vos por más que intentes trabajar nunca tu rendimiento va a ser el mismo que el de una persona lúcida”.
Es que “todo lo que vos queres o haces lamentablemente no lo podes sostener, desde la pareja, la flia, lo profesional, lo laboral. Todo lo que hagas siempre va a ser de mediocre y de ahí al fracaso porque no lo vas a poder sostener en el tiempo. Después te genera culpa y angustia y así se retroalimenta constantemente, te inventás historias continuamente, estás mintiendo para poder seguir viviendo. Y ahí es cuando tocas fondo, nuestros fondos son muchísimos”.
En uno de los procesos de recuperación la hermana de Agustina asistía a cursos en el Centro de Formación Profesional, donde conoció a un chico con el que empezó a salir. Allí volvió el consumo, esta vez de a dos. “El pibe un día recontra drogado le desfigura la cara a golpes, le compromete el ojo, le corta el labio, la hace mierda y ahí como que corta la relación y vuelve a casa”. Hay cosas que no se podían sostener, relaciones que hicieron mal, hasta tocar fondo. Tanto fondo que “sabemos que llegó a prostituirse para comprar drogas”.

Adicciones 8Eva Cura (a la izquierda) junto a Patricia Bahl.


Eva Cura asegura que las drogas llegan a todas las clases sociales, sin hacer distinciones. Y dice que “un pibe que consume tiene gran soledad, tiende a querer parecerse a alguien y busca en el externo lo que no puede lograr con el mundo interno. No ha logrado armar su personalidad”.
Agotar hasta la última oportunidad
Los tratamientos no son fáciles. Y tampoco son siempre garantía de recuperación. En el caso de la hermana de Agustina debieron apelar a un psicólogo para que la aceptaran en el CPA. Pero “la vieron 20 minutos y le dieron antidepresivos, fue cómo cambiar una cosa por otra. Y le dieron un tratamiento para que vaya a un espacio estatal. “Fue peor, ahí conoció las peores drogas. Volvió varias veces con evidentes efectos de haber consumido algo hasta que un día mi mamá la tuvo que llevar al hospital y le hicieron un lavado de estómago porque se había tomado todos los antidepresivos. Ahí es cuando la internan en el sector B del hospital”.
Para Federico fueron más de ocho años de tratamientos donde pasó por dos neuro-psiquiátricos, guardias de salud mental con diagnósticos casi irreversibles, medicado con 25 pastillas por día. “La recuperación en mi caso tardo muchísimo, hoy desde el día uno puedo decir que todo me sirvió porque todo lo capitalice”. Desde haber transitado la adicción a su recuperación hoy, comenta que no le erró de tratamiento y/o profesionales, sino que “siempre hice las cosas a medias, creí que lo podría manejar. Uno no es consciente de que pierde el control, por eso es tan difícil”.
La hermana de Agustina, por otro lado, continuó con tratamiento psicológico. Y a pesar de los temores la familia cumplió con la indicación profesional de volver a enfrentar una vida social. La joven pasó casi toda su adolescencia bajo el efecto de las adicciones y cuando se hizo mayor de edad todo se profundizó, como si la vida la llevara a relaciones tóxicas.
Ese tipo de vínculo forjó con otra pareja, de quien recibió todo tipo de violencia física y “ahí comienza el peor de los infiernos. No había forma de llegar a ella, la veías y era un zombie, no podía hablar, ultra flaca, demacrada, era horrible. Bueno, ahí toca fondo con este chico con el que vendían todo lo que había en la casa para comprar drogas”. ¿Cómo es esto de tocar fondo? “Es lo peor que te puede pasar como hermana, ver a tu hermana así, está muerta en vida”.

La familia contra el mundo


La familia siempre está presente, contiene, levanta, escucha, sonríe a pesar de las heridas. Federico cuenta que se recuperó en una Ong donde tuvo que trabajar y donde la medicación no existe porque justamente no hay médicos, no hay psiquiatras, no hay psicólogos.
Y, además, está seguro de que sus papás hicieron lo que pudieron. “Acá hay algo que es fundamental, las personas que nos recuperamos lo hacemos porque un día decidimos que nos íbamos a dejar ayudar”.
Eva Cura vio desde su trabajo cómo se fueron modificando los modos de consumo. “Hace 25 años era difícil ver a dos o tres familias, hoy es habitual el ingreso de dos o tres casos diarios. Pero sigue dando vergüenza el hecho de consultar. Si vos me decis que hacer, hay que seguir trabajando en prevención”.
Agustina reconoce que el caso de su hermana “como familia nos partió al medio. Hablamos del tema en familia constantemente, las ausencias se notan, nosotros nos juntamos a comer todos y ella no está (hoy vive en Mar del Plata). Ella tiene la contención de la familia pero ¿Cuántos pibes hay que están solos?”.
Además, “uno dice ´yo a mi hijo no lo dejó ir a ningún lado, lo cuido´. Pero lamentablemente la droga está en todos lados. “Yo veo a mi hermana que tiene sus momentos de luz, pero viene a Olavarría y no está acá con nosotros. El día que encontraron un cuerpo incinerado –que después nos enteramos que era de un hombre- ella estaba acá y hacía dos días que no la veía, lloré hasta que me respondió. Todo el tiempo rezás para que no pase lo peor”.

Adicciones 3Federico Cajen.


En las adicciones “hay una cadena de responsabilidades, el Estado es un gran responsable”, sentencia Eva Cura. Y una realidad de clases que muestra que “los padres con poco poder adquisitivo iban al estado y padres con poder adquisitivo iban a Buenos Aires a hacer un tratamiento, algo muy parecido a lo que pasa hoy”. Esto lo relaciona directamente con la inconstancia de los adictos y quienes acompañan, para poder sostener los tratamientos. Hay mucho ingreso de personas y poco egresó con un tratamiento concluido algo que cataloga como frustrante ya que Olavarría tiene formado uno de los mejores equipos de contención de la Provincia.
Federico cree que eligió el camino de contar su experiencia ya que escuchándolo otras personas quizás nunca van a entrar y otras pueden hacer más llevadero su proceso de recuperación. En sus charlas hacia los jóvenes deja un mensaje claro “La droga, siempre transforma en forma silenciosa, para quien la consume no hay indicadores de que esta mal. Probar es igual a comenzar, sabés como podés empezar pero nadie sabe cómo podés terminar. la recuperacion es mas dura que el mismo proceso de consumo. Droga es igual a perder, no hay droga igual a placer. La droga es una mala decisión”.