La situación epidemiológica cambió hasta las formas de consumir
En época de restricciones y aislamiento los consumos de jóvenes y adultos se han ido modificando. Especialistas explican cómo afectan a la salud en general y cuáles son los últimos datos.
15/07/2021
Camila Ale - Agencia Comunca
Habitar el mismo espacio por mucho tiempo y la falta de relación social hace que el bienestar emocional, psicológico y social se vea sumamente afectado por la incertidumbre, el estrés, la angustia o la soledad, característico de estos últimos meses. La situación epidemiológica cambió hasta las formas de consumir.
El uso de sustancias como el alcohol o el tabaco se vio modificado en gente de edad adulta, mientras que los y las jóvenes utilizaron como excusa la restricción horaria para consumir más horas seguidas en casas particulares. Por otro lado, se apreció un alto uso de las redes sociales y la tecnología.
En cuanto al consumo de tabaco, la Dra Beatriz Martinez brindó información desde antes de la pandemia. “El 31 de mayo fue el día mundial sin tabaco y el lema fue: comprometerte a dejarlo en Covid 19, ya que el fumar duplica el riesgo de desarrollar Covid 19 y por lo general son casos graves que necesitan hospitalización”. Para Martinez “el tabaco es una epidemia mundial y causa más de 7 millones de muertes en el mundo” y aclara que “900 mil corresponden a personas no fumadoras” es decir que se respira humo de tabaco ajeno.
El convenio Marco existe en el mundo para promocionar las ventajas de dejar de fumar y de mostrar el daño real. Se compone de estrategias para controlar la reducción y reafirmar el derecho de todas las personas al máximo nivel de salud posible.
“Esta situación de angustia hizo que aumentara en un 40% la cantidad de cigarrillos fumados por pacientes. Aquella persona que fumaba 10 comenzó a fumar el doble" ejemplifica la Doctora. Según el Centro de Investigaciones de Enfermedades No Transmisibles (SIENTA) en su “Estudio de Opinión sobre hábitos y tabaquismo en tiempos de cuarentena” el aumento es de un 41,6%. Martínez agrega que "la soledad y el no poder relacionarse con pares hace que las personas que habían dejado de fumar se tienten para iniciarse de nuevo en esta adicción”.
Melisa Manrique, en su investigación, entrevistó a 34 personas (dos grupos de Fumadores, dos grupos de No Fumadores y dos grupos de Ex Fumadores) de entre 18 y 30 años. A pesar de que continúa con el análisis de los resultados, Manrique percibió “un aumento en el consumo de cigarrillo durante el aislamiento producto del estrés y ansiedad que esta situación provoca”.
La estudiante avanzada de Comunicación Social entiende al consumo de tabaco como una práctica sociocultural “porque es un hábito individual y a la vez es social. Alrededor de esa práctica hay distintos discursos, conocimientos, desconocimientos y políticas públicas”. En este sentido, ejemplifica algunos interrogantes que tuvo en cuenta, como el consumo personal de cigarrillos, cómo creen que es el consumo en la ciudad, si el consumo varía según la edad, ingresos económicos y género”.
Una de las cuestiones que Melisa Manrique prepondera en su análisis es que “el COVID-19 es una enfermedad que ataca a los pulmones, y para poder respirar necesitamos que funcionen al 100%. Por eso, es más complicado transitar la enfermedad para las y los fumadores”. En relación a este último dato, en la encuesta realizada por la Asociación Argentina de Tabacología (ASAT), más del 80% de las personas entrevistadas contestó que "ser fumador empeora la evolución de las personas que tienen Covid". Además, se relevó que el 67% de las y los fumadores consumen hasta 10 cigarrillos diarios”.
“Esta situación de angustia hizo que aumentara en un 40% la cantidad de cigarrillos fumados por pacientes.”
La Secretaría de Políticas Integrales sobre Drogas de la Nación Argentina llevó a cabo un relevamiento en abril de 2021 sobre las modificaciones de las prácticas de consumo de sustancias en general. En relación al consumo de tabaco, se observaron modificaciones en la frecuencia, usos y espacios de consumo. Hubo quienes relataron un aumento como otras personas que manifestaron una disminución producto del aislamiento.
Por una parte, esas entrevistas mostraron la reorganización de la vida cotidiana en el ámbito público y en el laboral que implicaba fumar sólo en determinados espacios, se modificó durante el ASPO. Por otra parte, la mayor permanencia en el espacio doméstico para quienes no viven solas/os cambió además los momentos y lugares destinados al consumo de tabaco. Fumar en la casa implica organizarse en relación con todas las tareas ya sea las laborales o las cotidianas, como ocuparse de las infancias.
En algunos casos, estas modificaciones en las rutinas implican una reducción del consumo de tabaco. Por el contrario, hubo quienes manifestaron haber vivido un considerable aumento en el consumo de tabaco durante el período de aislamiento, aumento vinculado a esas situaciones de ansiedad y orientado de alguna forma a intentar amortiguar el malestar.
No obstante, para la Doctora Martinez no es solo un factor de riesgo para esta pandemia, es un factor de riesgo para todas las enfermedades infecciosas virales y bacterianas que afectan el sistema respiratorio.
Otros consumos
Matias D’Onofrio de Asistente al consumidor Olavarría reflexiona sobre qué implica la adicción al juego y cómo afecta a la salud mental.“Hay que estar alerta cuando una persona gasta mucho dinero y cuando pasa mucho tiempo jugando. En ese momento la adicción ya existe y puede afectar la vida cotidiana, la economía, pueden aparecer problemas familiares y personales”. Es decir, un notable deterioro que lo percibe el círculo íntimo de la persona. A su vez agrega que el cambio más importante “es el paso del juego tradicional a las apuestas o juegos en línea, es decir a través de internet, que en los meses de aislamiento estricto creció exponencialmente”.
Respecto al uso de medicamentos como psicofármacos o haber retomado alguna experiencia previa de un consumo recetado, las personas entrevistadas por la Secretaría lo relacionaron a situaciones de estrés o ansiedad a partir de la incertidumbre que generó la prolongación de la cuarentena, así como a problemas relativos a cambios experimentados en el sueño. En casi todas las experiencias, se trató de un consumo definido como “excepcional” o “transitorio”, por el menor tiempo y la menor cantidad de sustancia posible, hasta volver a tener cierto equilibrio.
En cuanto al consumo y usos del alcohol, el relevamiento de Sedronar percibió que una gran proporción de las y los jóvenes manifestaron haber disminuido drásticamente ciertos consumos de sustancias que antes estaban asociados a encuentros sociales, fiestas o salidas nocturnas. Sin embargo, también hubo relatos referidos a situaciones de consumo en soledad, ya sea de personas que viven solas o aquellas que viven con otras y buscan una oportunidad para estarlo.
Cabe señalar que el hecho de que algunas y algunos jóvenes consumen alcohol durante los encuentros virtuales por videollamadas o en los primeros encuentros sociales en los espacios públicos que experimentaron cuando las restricciones cambiaron, es un dato que refuerza el carácter fundamentalmente social de los consumos para esta población. En la investigación de Melisa Manrique también aparece la noción de “pucho ritual” en situaciones de esparcimiento o encuentros sociales.
En síntesis, desde el inicio de la pandemia la sociedad experimentó situaciones que incidieron en la manera de vivir hasta ahora conocida. Aparecieron nuevas modalidades de consumo y de hábitos, tal es el caso de las ciudades grandes donde las y los jóvenes comenzaron a consumir más horas seguidas en situación de clandestinidad. Por último, la Dra. Martinez vislumbra que “el panorama de gente joven internada o en grave estado ha impactado en las y los fumadores”. A pesar de que creció el número de cigarrillos consumidos por persona, crecieron las consultas para dejar de fumar y buscar ayuda para terminar con la dependencia - que en el tabaco es muy alta-.(Agencia Comunca - Facso)