Notas

 

El primer caso de Covid-19 en Olavarría, un año después

Fue, porque el azar lo quiso, de las personas más miradas y estigmatizadas. Y por tener una enfermedad pandémica. Enfrentó junto a su pareja miedos y dudas. Cómo está hoy, un año después, el hombre que fue el primer caso de Covid positivo en Olavarría.

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Santiago Garralda-Agencia Comunica

15 de Marzo de 2020. Argentina registraba once nuevos casos de un virus desconocido y la cifra ascendía a 56. En consecuencia, Alberto Fernandez anunciaba una serie de medidas para frenar su propagación. Se suspendieron las clases, también los espectáculos multitudinarios, se cerraron las fronteras y se recomendaba quedarse en casa. Todavía el ASPO no había entrado en vigencia. La incertidumbre comenzaba a adueñarse de los mandatarios que tenían que responder en sus primeros meses de gestión, a un problema que jamás habían enfrentado.

Mientras tanto, los olavarrienses Carlos Boileau y Sonia Mansur partían en un vuelo rumbo a Salvador de Bahía (Brasil) para disfrutar de unas vacaciones soñadas y esperadas. Al llegar, vislumbraron el paraíso del lugar ubicado en el noreste de Brasil: sus playas paradisíacas, su arquitectura, su centro histórico. Todo era sacado de una película. Este rinconcito del mundo parecía no saber de la existencia del Covid-19, ya que nadie hablaba del virus, según Carlos “estaba todo normal”. Sin embargo, el sol se escondió antes de lo previsto: el 17 de Marzo,desde la agencia de viajes que habían contratado, les informaron que el 19 se tenían que volver porque el panorama se estaba complicando. “Tratamos de disfrutar esos días”, dijo.

Al llegar al aeropuerto se chocaron con la realidad. Había una multitud de personas esperando para abordar un vuelo que nunca salió. El caos invadió el lugar, “nadie entendía nada”, señaló. Aunque dice que no estaban preocupados, confiesa que los nervios se hicieron sentir. Se fueron a un hotel y aguardaron a que la situación se solucione. Finalmente, los llamaron para abordar un vuelo el día 20 de Marzo a las 6 mañana y así emprender su regreso. Era el último que partía rumbo a Buenos Aires. Para esta altura, los principales intelectuales del mundo se reunían para debatir acerca del Covid-19 y su impacto social, político y económico; en Argentina se decretaba el Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio; a las 21 hs se comenzaba a realizar un aplauso en apoyo al personal de salud; los supermercados colapsaban; aparecían las primeras especulaciones; se registraban un total de 120 casos positivos en el país.

Por otra parte, Carlos y Sonia se bajaban del avión y les tomaban la temperatura. Ezeiza era un descontrol total. Mucha gente arribando de otros países, gritos por doquier, algunos con barbijo, otros sin nada. Carlos sospecha que acá hubo contagios. A cuenta gotas, lograron conseguir un taxi y emprendieron el retorno hacia Olavarría, su lugar de residencia. Llegaron el 21 a las 1 a.m y se encontraron con los controles. “Nos tomaron los datos, nos preguntaron si sabíamos lo que estaba pasando”. Cuando les dijo que venía de Brasil, todos se sorprendieron. Admite que estaba nervioso. Les informaron que tenían que hacer una cuarentena de 14 días por venir desde el exterior, aunque ellos ya lo sabían. Así, se encerraron a la espera de que se cumpla el plazo y volver a salir. Pero ese momento llegó mucho más tarde de lo imaginado.

El 31 de Marzo, al décimo día de aislamiento, internaron a Carlos con 37.5 c°. Ese mismo día arrancó con los síntomas. “Yo no sabía que era Covid”, atinó a decir. No sólo tuvo ese poquito de fiebre, sino que también perdió el gusto y el olfato. La situación en que se percata de esto es un tanto tragicómica: “ese día fui a comer un salame, y digo ‘este salame es de otro lado’, no le sentía gusto a nada. Después, mi esposa se fija y nos dimos cuenta que era uno de los síntomas”. Inmediatamente, los servicios médicos fueron a su casa y se lo llevaron, con la incertidumbre de no saber que le estaba pasando. Lo revisaron y le dijeron que tenía “plaquitas” en la garganta. Él pensaba que se quedaba un rato, nada más. Sin embargo, la espera se hizo eterna. Confiesa que tuvo mucho miedo, que lloró. Sobre todo cuando vinieron dos personas a decirle que tenía que estar en la clínica quirúrgica. “Aca soné”, pensó. Tres o cuatro días después, apareció en su habitación un “astronauta”, según lo describió Carlos. Era Germán Caputo, Secretario de Salud del Municipio.

Imaginó que venían a comunicarle que se podía ir. Pero no fue así. “Bueno Carlos, tiene Covid, es el primero, va a ser famoso”, le dijo el doctor. Un escalofrío corrió por todo su cuerpo, fue lo último que escuchó. “No me corrió más la sangre, quedé muerto por veinte segundos”, reconoció Carlos. Se le llenó el alma de dudas, era el primer contagio en Olavarría de un virus raro, desconocido, del que hasta ese momento había poca información. Por eso pensó que había llegado su hora, porque “uno no sabe con lo que se va a encontrar”.

Unas horas más tarde, llevaron a Sonia al hospital, también con un poquito de fiebre. Así, se convertía en un nuevo caso de Covid-19. Por otra parte, Carlos sostuvo que después de su internación, no tuvo más síntomas. A pesar del susto y la tristeza, afirmó que la pasó perfecto gracias a todo el personal de salud. Fueron muy bien atendidos y están sumamente agradecidos con todos. Aunque de todas formas, fue duro: “nos atendían astronautas, entraban un ratito, te dejaban las cosas y se iban”. Destacó que el apoyo fue fundamental, lo llamaron de todos lados enviándole fuerzas. Acá hace una pausa en su relato, su voz se entrecorta, y confiesa: “eso te emociona”.

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Pero no todo fue conmovedor. Mucho se habló sobre cómo saldríamos de la pandemia como sociedad. Que seríamos mejores, más solidarios. Más empáticos. Más humanos. Mentiras, puras mentiras. A Carlos y Sonia quisieron quemarle su casa. Los amenazaron por las redes sociales. Como si fuese su culpa el contagio. “Me dolió, fue tristisimo”, señaló. No obstante, él cree que la gente se arrepintió de sus actos: “más de una vez me pasó que me han visto conocidos y desconocidos, y me han dicho ‘usted fue el que insultamos tanto y después le tuvimos que agradecer lo que hizo”.

Después de nueve días internado, volvió a su hogar. Estuvo 67 días -bien contaditos- encerrado junto a Sonia, esperando a que ella le dieran el alta definitiva. Una vez que esto sucedió, fue como volver a vivir. Le dejó como enseñanza valorar más la vida y la libertad. Hoy, a casi un año de ser los primeros casos, están bien. Salen a caminar con todos los cuidados, pero tienen miedo “porque la gente no se cuida mucho”. Sin embargo, al principio le costó volver a salir. Le daba miedo y vergüenza. Tenía temor a que lo señalen, a que le digan algo después de todo lo que pasó. Así, reflexiona que como sociedad no aprendimos nada, que no se toman en serio lo que está pasando. Carlos, además, siente que le quedaron algunas secuelas. Se nota distinto y tiene la impresión de que vuelve a tener el virus, de que le arde la garganta.

La charla, amena y amable, va finalizando. Les queda el deseo de volver a viajar, de reencontrarse con la hija de Carlos que vive en España. También confiesa que tiene algunas fechas anotadas para no olvidarse. Pero que es Sonia la que recuerda todo con lujo de detalles. Al momento de la despedida, se hace una pausa corta que parece ser eterna. Se escucha sólo su respiración. De repente, dice: “Recordamos cosas que no fueron lindas, que ya pasaron. Fue muy duro, pero está todo bien”.