El peligro de las hate news
Con el transcurso de la pandemia, fueron apareciendo discursos marcados por el odio que buscaban atentar contra la salud pública. Desde que el virus no existe hasta la implantación de chips en las vacunas. Todas, fake news. O mejor dicho, hate news.
22/06/2021
Santiago Garralda-Agencia Comunica
Hace algunos años que asistimos a una sociedad extremadamente polarizada y marcada por el odio. La famosa grieta política y social juega su papel. Se tratan de imponer, mediante comentarios agresivos, quien es el que tiene la razón. Con la globalización avanzada, las redes sociales se convirtieron en el hábitat de esta nueva forma de hacer política, de confrontar verbalmente con aquellxs que no son afines a ciertas ideas. Ahora, la pandemia nos puso en un balcón de privilegio para observar este fenómeno violento devenido en discursos de odio y fake news sobre la crisis sanitaria mundial.
En este sentido, Victoria Ennis- Lic. en Comunicación Social, Mag. en Periodismo e investigadora del Observatorio de Medios, Ciudadanía y Democracia- , sostuvo que “el peligro de estos discursos es que atentan contra la vida, son discursos de odio, empeoran la situación de la llamada grieta de la sociedad, impiden el diálogo, y a la larga generan violencia”. Agregó que el común denominador es que hay una desconfianza en las instituciones, principalmente en los gobiernos y en la ciencia. En ese marco de desconfianza, las fake news y los discursos de odio se instalan como agentes peligrosos que atentan contra la salud pública.
Fake y hate news
Es importante hacer una aclaración: las fake news tienen dos aristas que se contraponen. Sobre la primera, Alejandro Ippolito- Lic. en Ciencias de la Comunicación e investigador del Observatorio de Medios, Ciudadanía y Democracia - afirmó que “una noticia falsa puede ser producto de la torpeza o de la mala intención. Puede ser por mala praxis, de apuro, de querer sacar una primicia y no chequear las fuentes. Entonces se arroja a la opinión pública una noticia con datos erróneos, pero que no tienen la intencionalidad de engañar”. Por otra parte, “cuando hay una intención manifiesta de engañar o crear algún criterio falso en el público, también estamos hablando de noticias falsas pero con otra génesis” Este origen, según Marc Amarós, es ideológico. Se relaciona con la influencia “en el pensamiento de la sociedad”, buscan promover sus ideas políticas y así llegar a conclusiones erráticas.
Inmersos en un mundo digitalizado, las redes sociales juegan su rol protagónico contribuyendo con la difusión y masividad de las fake news. De esta manera, Ennis señaló que “se van transformando en un problema cada vez más grave porque se acelera, y en unos segundos ya se esparcieron por todos lados, es exponencial el problema. Por eso tienen tanto éxito, es muy fácil esparcirlas pero es muy difícil contradecirlas o demostrar su falacidad”. Asimismo, destacó la característica principal de las fake news: “apelan a la emoción (el odio), apuntan a nuestros sesgos de confirmación y elegimos aquellos enfoques que tienen con ver con nuestra ideología previa, todo lo que encuadre en ese mosaico que tenemos lo vamos a tomar más fácilmente que aquello que no logramos encajar con nuestros preconceptos”.
Victoria Ennis. Lic. en Comunicación Social, Mag. en Periodismo e investigadora del Observatorio de Medios, Ciudadanía y Democracia
Algo que caracteriza a estos discursos que circulan en las redes sociales y se replican en los medios de comunicación es el odio. Por esta razón, Alejandro Ippólito prefiere hablar de hate news. Estas, “no necesariamente son falsas, pero conlleva en su conformación adjetivaciones, fotografías y lenguaje que promueven el odio directamente. La necesidad no es informar sobre algo sino generar una emoción negativa”. En este sentido, las hate news no buscan el razonamiento, sino “generar acciones temerarias en el ámbito de lo público”. Se pueden tomar como ejemplo las múltiples marchas anti cuarentena (y antisistema, digamos) que se produjeron a lo largo del 2020 y 2021 en todo el país, donde comenzaron a tomar protagonismo estos discursos que fueron replicados y difundidos en las redes sociales y medios de comunicación. Repasemos brevemente algunos ejemplos.
¿Qué discursos circulan?
Son muchos y variados. Al respecto, Ippólito sostuvo que “pueden ser producto del pronunciamiento de actores civiles, gobernantes, o de las redes sociales. Los mismos van mutando de acuerdo a las tensiones sociales que buscan generar,nadie busca informar, ni esclarecer, están buscando siempre el agua turbia para favorecer un interés particular”.
Ahora bien, ¿cuáles son esos discursos que circulan? En primera instancia, están aquellos negacionistas de la Pandemia. En este marco, aparecen discursos tales como la instauración de un nuevo orden mundial, “la pandemia es un engaño de la OMS”, “es parte de un plan de dominación mundial”; después, surgen otros que podrían clasificarse como anti cuarentena. Así, culpan al marxismo de ser “el verdadero virus” que impide la capacidad de pensar por nosotros mismos; hablan de infectadura, haciendo un juego de palabras con “dictadura”, para aludir a las medidas tomadas por Alberto Fernandez para frenar los contagios. Salen a las calles con banderas argentinas, militando un nacionalismo y pseudo liberalismo, reclamando por la defensa de la libertad, la república, la familia y la vida; mientras que a la par, miles de personas mueren producto de lo que niegan y critican.
Sin embargo, el verdadero peligro está en los discursos que cuestionan la vacunación y las medidas de prevención. En este contexto, se difunden fake news tales como “se implantan microchips en las vacunas, con los que Bill Gates nos controla”; “las vacunas se hacen con restos de fetos abortados”; “nos modifican genéticamente el ADN humano”; “es un prueba experimental”; “es un plan de esterilización masiva para reducir la población”; y así podríamos seguir muchas líneas más.
En este punto, hay que resaltar a ciertos responsables de su difusión. Hace algunos meses apareció una “organización” en Alemania, que luego se replicó por todo el mundo, llamada “Médicos por la Verdad”. En Argentina, ha ganado mucha fuerza a través de Facebook, YouTube y marchas autoconvocadas. Sus referentes (que cabe destacar, son médicos de distintas disciplinas) también se oponen al uso de barbijos o tapabocas como medida de prevención, argumentando que puede provocar enfermedades respiratorias; además, promueven el dióxido de cloro como tratamiento para combatir el virus; cuestionan el aislamiento, y -entre otras afirmaciones- aseguran que hay magnetismo en las vacunas. En cuanto a su “veracidad”, Victoria Ennis señaló que “estos discursos se fundan en hechos que no ocurrieron, no pueden demostrar nada de lo que dicen, ese es su principal problema. Ni siquiera pueden demostrar que lo suyo es un punto de vista razonable dentro de un acontecimiento conformado por diferentes hechos. Son todas tergiversaciones que triunfan a la larga porque hay desconfianza en el sistema”.
Por suerte existen ONG como chequeado.com, que se dedica a la verificación de información, abocados últimamente a desmentir los discursos que recuperamos en líneas anteriores. También, y no menos importante, se puede destacar “Ciencia Anti Fake News”, - proyecto del que Victoria Ennis forma parte como colaboradora externa-, “un grupo de jóvenes científicos comprometidos con un proyecto autogestivo de chequeo de información relacionada a COVID-19”. Nace frente al aluvión de noticias falsas que circulaban relacionadas a la ciencia, y buscan chequear la información a partir de papers. Además, en conjunto con el CONICET y la Agencia de Noticias Télam, trabajaron en la elaboración de la plataforma CONFIAR, un sitio web que genera contenidos científicos para combatir las fake news y la desinformación sobre la Pandemia.
El rol de los medios de comunicación:¿hay una ética en el periodismo?
Al inicio de la Pandemia, la Organización Mundial de la Salud estableció el término infodemia para referirse a “una práctica que consiste en difundir noticias falsas sobre la pandemia y aumentar el pánico en las sociedades”. Así, los medios masivos tuvieron la oportunidad de reasumir una responsabilidad social, informando correctamente a la sociedad sobre cuestiones necesarias para evitar el contagio, posibles soluciones, medidas del Estado, entre otros temas. No obstante, la crisis que vienen sufriendo hace años se acentuó con este panorama. En algunos casos “difundieron” fake news por no verificar la información, quizá producto de las rutinas precarias en las que trabajan lxs periodistas; en otros casos, fue con una intención de provocar daño a través de operaciones que persiguen intereses políticos y empresariales.
Alejandro Ippolito. Lic. en Ciencias de la Comunicación e investigador del Observatorio de Medios, Ciudadanía y Democracia
En efecto, los discursos mencionados anteriormente encontraron otro espacio en los medios de comunicación. Sin legitimidad científica y hablando para miles de personas, se pronunciaron en contra de las vacunas, de las medidas tomadas, de la misma pandemia. Sobre esto, Alejandro Ippólito dijo que “se habla de cualquier cosa con total liviandad. Empezamos a confundir la calidad con el relleno. Todo es show, todo es escándalo, y en esa confusión cualquier voz tiene autoridad. Se arrojan datos falsos, y se convierte en una noticia, en un dato que trasciende con valor de verdad”. De esta manera, Ennis considera que “debería haber una responsabilidad periodística, empezar a priorizar una información de calidad por sobre la rapidez; un punto de responsabilidad social más allá del fin de lucro”. En ese marco, resurge el debate sobre la ética en el periodismo, que según Ippolito, “se está perdiendo a niveles escandalosos”. Un intento por re-configurar la ética, estuvo relacionado con la creación del Observatorio de la Desinformación en Medios y Plataformas Digitales, conocido como Nodio. Este se encargaría de monitorear los discursos de odio que circulan en los medios, pero “hubo una reacción corporativa de los periodistas, que eso era cortar la libertad de expresión. Y en realidad es porque no quieren ser controlados, no quieren que se instale la idea de mala praxis en el periodismo”, señaló Ippólito.
En definitiva, las redes sociales son el foco de difusión de las fake news y discursos de odio sobre la actual crisis sanitaria, pero los medios masivos de comunicación las replicaron y su impacto fue aún mayor. Por lo tanto, es necesario volver sobre las bases y pensar nuevamente la práctica periodística. De lo contrario, los discursos que atentan contra la salud pública seguirán ganando terreno.