Notas

Cultura| Perfil de la artista olavarriense

Adriana Saravia: una música de larga trayectoria

La cantautora y profesora de canto habla de su recorrido en el ámbito musical, reivindica la música latinoamericana y la importancia de que cada uno encuentre su propia voz.

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Magdalena Bisogno Eyler – Agencia Comunica

12-07-21

Primero el rock nacional, luego el tango y el folklore. Diversos géneros conforman su identidad musical. La artista de origen porteño fue influida por la música que se escuchaba allá por los setenta y principios de los ochenta, en plena dictadura militar.

Adriana Saravia es una artista de larga trayectoria en el ámbito de la música. Con sus grupos Las Rockerísticas y China Supay produce música latinoamericana. Desde los dieciocho años, hasta el día de hoy, la docente y cantautora celebra el arte como forma de vida.

Durante la Guerra de Malvinas no se podía escuchar música en inglés por lo que pasaban rock nacional. Más tarde, con la vuelta de la democracia –y todo lo que ello implicó- se abrió un nuevo panorama para ella en la música.

Su paso por la ciudad de Buenos Aires –donde vivió y trabajó durante años- le dejó huella. Un transcurrir ajetreado, intenso, de ir a distintos lugares, recorrer el país, conocer y compartir espacios con otros artistas (como Ricardo Mollo, el pelado de la Bersuit o un joven Ciro de Los Piojos).

Rodolfo García, músico de Almendra que falleció hace poco, trabajaba en la gestión de la llamada en ese entonces Secretaría de la Juventud en Buenos Aires.

“Nosotros nos anotamos en un festival, en Parque Centenario, donde cerraba Memphis, suponete. Después conseguimos una actuación en Plaza Serrano con Los Piojos, que era un grupo que recién venía de Hurlingham. O en Belgrano hicimos un circuito de plazas donde cerraba Bersuit, pero compartíamos los equipos”.

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Su papá, de origen entrerriano y que tenía una ortopedia en Lomas de Zamora, eligió Olavarría para escapar del agobio de Buenos Aires. Hasta los seis años, Adriana vivió en Capital Federal, donde también estaba su abuela. Si bien su madre (olavarriense) no era cantante, solía hacerlo cuando iba a la iglesia y la llevaba.
En su casa había diapositivas del Museo del Louvre, su papá leía mucho –incluso fundó el primer Círculo Literario en Olavarría-, escuchaba música de Goyeneche y la negra Sosa. Aunque era muy nacionalista en cuanto a lo musical (más del tango y del folklore) y no leyera a los escritores “beats”, le regaló la discografía completa de Los Beatles en casetes. A partir del programa de Alberto Badía, Adriana conoció a esa banda que fue “como una revelación” para ella.
Comenzó a cantar durante la secundaria y en ese período conoció a un compañero, guitarrista, que le comentó que estaban formando una banda, a cargo de Quique de Olasso. El objetivo era hacer una agrupación autogestiva, como MIA (Músicos Independientes Argentina) pero en Olavarría.
En esa época “no había un mercado” importante, cuando se presentaban a tocar (solamente eran dos mujeres), iban alrededor de veinte personas (amigos, conocidos). Por eso empezaron a viajar a distintas localidades, como Pigüé, hasta que en un momento fueron seleccionados para La Plata Rock, un festival donde cerraban bandas como Manal o Los Redondos.
“Cosas muy grosas”
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“Cuando cantaba, tenía que gritar para escucharme por encima de la batería, los saxos y el piano, antes no existía la tecnología que hay ahora”.
Conoció la figura del profesor de canto. Así, empezó a viajar hasta Buenos Aires para tomar lecciones de canto que le permitiera cuidar y aprender a manejar su voz.

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La artista junto a su madre. Foto: Adriana Saravia.
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Un tiempo después de haber terminado el secundario, cuando tenía cerca de veinte años, se fue a Buenos Aires. Les dijo chau a sus padres en la estación y se instaló definitivamente hasta el año 2004, cuando regresó a Olavarría, lugar que vive hasta el día de hoy.
En ese momento no había celulares ni Whatsapp, sólo un teléfono fijo que tenía su padre en la ortopedia donde trabajaba, y con el que se comunicaba una vez por semana con su familia.

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Durante su estadía en la ciudad de Buenos Aires, pasó años de tocar, cantar, “agarrar los equipos, ir de acá a allá. Iba a bares donde concurría gente de todos lados”.
El rock nacional dejó paso a otras músicas: salsa, tango, folklore, zamba, que empezaron a ser miradas desde otro lado y le generaron una necesidad interior de hacer otras cosas.
“En un viaje a Córdoba conocí una banda que hacía bossa nova y ahí supe quién era Caetano Veloso. A los veinte años había recibido de a poco informaciones diversas”.
Haber nacido en Buenos Aires, vivir la ciudad de niña y luego de joven, reencontrarse con el paisaje porteño, fueron construyendo su identidad musical y personal.
“Yo quería hacer música de calidad”
La artista, que fue por el camino del Under y siempre se manejó de manera independiente, ahora piensa cuál es el motivo o cuáles son las razones que empujan a una persona a iniciarse en la música. Con una postura un tanto crítica hacia aquellos que hacen “un tema del momento”, reflexiona que eso es efímero y luego de un tiempo desaparece.
En su trabajo como docente en jardines, un día les preguntó a lxs nenxs qué música querían escuchar. Algunos dijeron: “Despacito”, mientras que por ahí uno decía: “No, ese no, ya pasó de moda”.
Para Adriana, Spinetta, Mercedes Sosa o Cerati, son ejemplos de grandes artistas que hicieron música que aún hoy perdura, porque sus obras artísticas trascienden las épocas y un momento particular.
“Recuerdo de muy chica ir a una productora muy grosa y que uno de los productores me diga: tenés que sacar un tema que la pegue”.
Ser músico independiente no es fácil ni cualquiera lo elige. Hay que estar dispuesto a vivir así. A veces las circunstancias son más favorables. “Como el caso de los Redondos que hicieron del camino independiente algo súper popular. Me gustó siempre eso, y tampoco tuve las posibilidades de lo contrario”


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Mientras vivía en Buenos Aires, comenzó a trabajar en un circuito de jardines privados ya que estaba habilitada para hacerlo. Para Adriana, fue una de las mejores experiencias y que más feliz la hicieron.

Los chicos, que pasaban cerca de ocho horas en el colegio porque sus padres trabajaban, encontraban en ese espacio de música el lugar para expresarse, cantar y bailar.
Así fue como surgió uno de los discos que grabó en Estudio Panda, en Paternal, dirigido al público infantil y que vendió en las mismas instituciones donde trabajaba -y los padres apoyaban dado que sus hijos habían hecho los cantos-.
Su segundo disco, Desde el silencio, nació ya cuando la artista había vuelto a Olavarría y ya tenía a su hija más chica-Morena, hoy de 19 años-, además de dos varones: Lautaro (24) y Nahuel (34).
Del aturdimiento que era Capital Federal y la saturación que tenía de esa vida, pasó a otra música y otros artistas locales. Las canciones de este disco, para adultos, surgieron entonces de una necesidad de conectarse con su recorrido interior y con esas otras músicas: desde una zamba a un candombe.
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La música junto a su única hija. Foto: Adriana Saravia.
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China Supay es el nombre de la agrupación de ocho integrantes que hacen música andina. Las Rockerísticas, grupo también formado por mujeres, es el otro proyecto artístico de la cantautora. Ambos nacieron del deseo de hacer música latinoamericana y, en el segundo, de observar que había un espacio vacío de música “de calidad” para los niños.

Con sus compañeras de China Supay aspiran a realizar el Carnaval Abajeño. Se han reunido pero debido a las restricciones y al aislamiento se han retrasado las posibilidades de tocar frente al público.
Con la idea de sacar temas propios y realizar videos – ya tienen dos, grabados en pandemia, uno de ellos “Utopía del cardón”- , tienen como objetivo continuar haciendo música, a pesar del encierro.

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“Últimamente vengo relacionada con mujeres. Es más, cuando aparece esta figura del músico invitado que empieza con la cuestión medio patriarcal de las órdenes ya me molesta”.

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Viajar. Agarrar los equipos y salir a tocar: dentro y fuera del país. A veces, con su hijo pequeño a cuestas para irse a Chile.
En un punto, ir de acá para allá ya no fue el modo de vida que Adriana Saravia quería. “En un momento pensé: No tengo más ganas de hacer esto. Me voy a dedicar a otra cosa, voy a descansar un poco, voy a dar clases, voy a poner mi energía en otro lado porque no quiero seguir matándome, ya fui feliz, ya hice cosas en este ambiente y vi cosas que me gustaron y otras que no, voy a seguir siendo cantante igual. Son cosas que a uno le pasan, ¿no?
Adriana Saravia, que tocó en festivales de rock donde cerraban bandas como Los Redondos, conoció a Ricardo Mollo durante un circuito al que iban distintos músicos a correccionales de menores, al pelado de la Bersuit “medio cancherón, pero que tenía un feedback increíble con su público”, y a Ciro, que durante una redada policial se puso a cantar a capella “El día que me quieras”; hoy continúa por el camino de la música independiente, del under, con una mezcla híbrida que refleja su identidad porteña y latinoamericana. (FACSO-Agencia Comunica)