Notas

Día Internacional para Contrarrestar los Discursos de Odio

La influencia de los discursos de odio en el accionar de las personas

La Dra. Mónica Cohendoz reflexiona sobre estos discursos desde la capacidad que tienen de generar acciones violentas, cómo se legitiman en nuestra sociedad y cómo hacer para evitarlos.

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Fotografía ilustrativa: www.elciudadanoweb.com

María José García - Agencia Comunica

18/06/2023

A un año de la primera conmemoración en el Día Internacional para Contrarrestar los Discursos de Odio, resulta casi necesario comenzar esta nota con una contundente, pero precisa, frase:

El lenguaje es un instrumento de construcción social y, como tal, tiene consecuencias graves. La violencia tiene consecuencias muy graves en la sociedad porque de denostar a una persona a matarla, hay poca distancia”.

¿Qué significa esto? Que la palabra, el discurso, lo que se dice en los medios, no es sólo una utilización de términos al azar sino que tomar la posición de enunciador tiene una importante carga simbólica y genera consecuencias en el accionar de las personas o de las audiencias.

En este sentido, Mónica Cohendoz, docente e investigadora de la FACSO, y a quien le pertenece la frase del comienzo, comparte una reflexión en torno a qué son los discursos de odio, cómo y por qué se reproducen y cómo trabajar para evitarlos.

La Dra. Cohendoz es Licenciada en Letras, Magíster en Estudios Sociales y Culturales y Dra. en Comunicación. A su vez, coordina la dirección del Observatorio de Medios, Ciudadanía y Democracia de la UNICEN y es directora del equipo de investigación "Estudios de Comunicación y Cultura en Olavarría (ECCO).

En principio, “lo que tenemos que entender es que, más allá de una cuestión meramente lingüística sobre qué palabras son las que uso, cuestión absolutamente importante por la carga simbólica que tienen las palabras, tenemos que pensar que los discursos de odio son discursos cuyo contenido tienen consecuencias en la acción”, explica Cohendoz.

“No es solo lo que dicen, sino lo que provocan. Esto es importante porque generan descalificación y exclusión social, producen estereotipos sociales y estigmatizan a la gente”, recalca. “La cuestión, entonces, es pensar más allá de lo que se dice, en las consecuencias que esto trae para las subjetividades”.

“Los discursos de odio son esos discursos que cercenan los derechos ciudadanos en relación al género o la etnia y también son violentos porque provocan la pérdida de sus derechos”, explica y ejemplifica: “es muy común que determinados periodistas tengan manifestaciones muy discriminatorias hacia las mujeres y los cuerpos feminizados, especialmente a partir de los movimientos feministas”.

Cómo identificar discursos de odio

“En el ámbito de la comunicación y el periodismo identificamos a los discursos de odio por cómo tratan determinados temas, por ese posicionamiento o intencionalidad comunicacional de provocar algo que es violento a nivel de derecho ciudadano, como discriminar, estigmatizar o generalizar”, explica la Dra Mónica Cohendoz.

“Por ejemplo, la afirmación de que ‘todas las mujeres trans se dedican a la prostitución’. Esto es una generalidad y un prejuicio, la intencionalidad es una intencionalidad política de discriminación, de exclusión, de descalificación del otro”.

“Lo que provoca este tipo de discursos es que, al reproducirse en una sociedad donde los enunciadores están protegidos, porque no se sabe quién lo dice y desde qué lugar lo dice, perdemos conciencia de quién está enunciando esto y desde qué posición lo hace. Entonces, también perdemos conciencia de la intencionalidad con la que enuncia”, analiza la Dra. en Comunicación.

Una sociedad que termina por legitimar estos discursos de odio

Este tipo de acción comunicativa “opera en una sociedad neoliberal en donde las desigualdades sociales están legitimadas. Esto quiere decir, por ejemplo, que se acepta que la gente más humilde tenga determinada posición social y esa posición social pareciera estar autenticada por estos discursos”, asegura Cohendoz.

En la sociedad neoliberal estos tipos de enunciados son funcionales y forman parte del sentido común”, expresa y ejemplifica: “por ejemplo, se traslada al sentido común la idea de que ciertas personas no merecen tener un empleo calificado, que las luchas de los movimientos de mujeres no son legítimas, o que el hecho de que una persona trans tenga un empleo en un sector público debido a un cupo laboral signifique que se lo está sacando a otra persona que necesita trabajo”.

Los discursos de odio se incorporan, entonces, a nuestras subjetividades. Producen identificaciones que tienen que ver con las emociones, operan desde el orden del inconsciente. Esto se debe a “que se encuentra oculto el origen de esas informaciones y qué intenciones tienen”.

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Fotografía ilustrativa: www.rionegro.com.ar

En este sentido, los medios indudablemente son parte de esas condiciones y es el espacio en donde la opinión pública se visibiliza. Y nuestra sociedad, a su vez, no está por fuera de esa construcción mediatizada de la realidad. 

Por eso, para la Dra. Cohendoz, “quienes se forman en las instituciones tienen que ser conscientes de que el lenguaje es un instrumento de construcción social y, como tal, tiene consecuencias graves”. 

“La violencia tiene consecuencias muy graves en la sociedad porque de denostar a una persona a matarla, hay poca distancia. Creo que tenemos que ser muy conscientes de que somos responsables de estas condiciones, de que no somos ajenos”, reflexiona.

La información y la capacitación como claves para evitar la proliferación de discursos violentos

“Hay que tener mucho cuidado en lo que se dice. Si vamos a hablar sobre una marcha, por ejemplo, no banalicemos el discurso, no le quitemos importancia. Porque el tratamiento periodístico no es solamente las palabras que uso, sino desde dónde lo digo y a quién le estoy comunicando”, explica la Dra. Cohendoz.

En cuanto a las capacitaciones, “considero que tendríamos que ir a todos los lugares, escuelas o instituciones, como se está haciendo con la ley Micaela, a poner esto en la agenda pública. Esto no es un dato menor, el hecho de que entre en agenda pública la intención de terminar con esta clase de discursos”, considera.

“Si empezamos desde las infancias a entender que hablar bien no tiene que ver solamente con la corrección lingüística sino también con el tratamiento comunicativo, se genera algo fundamental. Yo diría que desde las escuelas y jardines de infantes hay que empezar tratar de hacer entender esto”, asegura la investigadora.

En esta clave, existen instituciones y organismos que se dedican a brindar capacitaciones en clave de género. Por ejemplo, la Defensoría del Público, que en el marco de la VI Jornada de Investigación, Periodismo y Democracia de la FACSO, brindó un taller sobre género y comunicación en la facultad.

“Un organismo como la Defensoría del Público es absolutamente necesario en este momento y tienen lo necesario para luchar contra estos síntomas de una sociedad intolerante”, concluye Cohendoz.