Notas

Los 35 años de la FACSO con la mirada de los graduados y graduadas

Participación política, formación y amigos, los pasos iniciales de lxs primerxs estudiantes

Los primeros años de cursadas en distintas sedes (ninguna propia), la militancia política, las decisiones, los exámenes, los concursos. Un breve recorrido por más de tres décadas de historias compartidas, entre nuevos saberes, reflexiones y la presencia de la universidad pública en temas de la comunidad local.

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Fernanda Alvarez - Agencia Comunica

Participación y entusiasmo. Con esas ideas que se llevaban a la práctica, tres graduados de las carreras iniciales recuerdan los comienzos de la Facultad de Ciencias Sociales. Fueron tiempos difíciles: el neoliberalismo menemista dificultó la economía de muchos y varios estudiantes abandonaron los estudios, mientras que otros se las ingeniaron para sostenerse en una ciudad donde las ciencias sociales desembarcaban con fuerza.
Estudiantes adultos (muchos ya eran profesionales) y profesores viajeros se mezclaban con jóvenes que egresaban del secundario y empezaban a conocer el mundo universitario. Si algo recuerdan los primeros graduados es la extensa cantidad de lectura que debían afrontar. De eso, entre otros temas, se hablará mañana sábado 28 en el Café de Graduadas y Graduados que se organiza en el marco de los festejos de la Facso, a las 17, en el Centro Cultural Universitario.
Corría el 1988 cuando se gestó este espacio, que reunió a unos 90 estudiantes. Más allá de los números, la historia, las anécdotas y las reflexiones de aquellos tiempos son imborrables.
Mónica Sterki es hoy docente de la Facultad. Se graduó en la Licenciatura en Antropología Social y recuerda que los ´90 fueron clave. Desde la facultad de ciencias Sociales se defendió la universidad pública, se salió a las calles a dar clases y a marchar. “Empecé a estudiar en el ´92, con el liberalismo cruel de Carlos Menem. Fueron años de mucha lucha y resistencia”.

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Mónica Sterki, Lala Mathieu y Susana Martins, con las banderas de utopía 18.

Su mirada coincide con la de Marina Schucky, también graduada (es Licenciada en Comunicación Social) y hoy docente de esta casa de estudios: “en el contexto político de los 90 se hacía muy difícil solventar nuestros estudios. Por eso se sufría el tema de que algunos grupos se desarmaban porque muchos abandonaban la carrera. Otro obstáculo era terminar la tesis, que en aquellos momentos era un tema sumamente complejo, era un desafío importante”.
Miguel Mugueta, “Chule”, es arqueólogo. Comenzó a estudiar Antropología porque después de varios años recorriendo y conociendo culturas latinoamericanas, sintió que la carrera podría darle marco teórico a lo que conocía en la práctica. “Siempre me llamó la atención la organización de diferentes culturas y su vida cotidiana y cuando vi una carrera que estudiaba todo esto, me fascinó”. Hoy dice, contundente, que su paso por la Facso de la Unicen “es una marca que llevo en mi vida con mucho orgullo, con mucha satisfacción de haber encontrado un ámbito académico y profesional que si bien tenía la complejidad y el caos del comienzo, todos pusimos lo mejor, tanto los estudiantes como los docentes que eran viajeros”.
“Chule” sabe de militancia política en el ámbito universitario: fue el primer “consejero consultivo”, así se llamaba porque aún no había claustro de graduados. Esa participación se sentía fuerte en esos años. Monica Sterki añora “los fuertes debates en el hall central de la Facultad”, que por entonces no tenía sede fija y se instalaba en diferentes instituciones que prestaban sus espacios. “Cuando yo ingresé,quienes habían ganado el año anterior habían abandonado el centro de estudiantes. Julito Cortés convocó a una asamblea general, se llamó a elecciones y formamos una alianza de distintos sectores. En el ´94 formamos Utopia 18, con muchos nombres como Silvia Boggi, Marcelo Zelarrayán, Lala Mathieu y fuimos el primer centro de estudiantes que eligió decano, que fueron Donatella Castellani y Alicia Villafañe. Ahí se normalizó la facultad y como centro pudimos votar”.

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La decana Donatella Castellani junto al entonces intendente de la ciduad, Helios Eseverri.

Fueron años sumamente movilizantes, con fervor, con demandas, con una activa participación en las decisiones más importantes de la vida institucional. “Estábamos fuertemente politizados y nos hacíamos cargo del destino de la Facultad, hoy la política se vive de otra manera, siento ausencia de pasión militante. Nosotros éramos independientes y reclamábamos por nuestros derechos”.
Esa militancia derivó en amistades sostenidas a lo largo del tiempo porque, en definitiva, se comparten valores.
“Fue un momento hermoso de nuestras vidas -agrega Mónica-, de mucho crecimiento y esperanza. Lo que se vivía dentro de la aulas no estaba alejado de la realidad sociopolítica del país, estaba bien articulada la institución con los problemas de la comunidad”.

Pasión por la profesión

El gran caudal de bibliografía era una constante en las carreras de grado. Y a muchos les resultaba no solamente extenso sino complejo, sobre todo para quienes iniciaban la carrera post secundario. Por eso trabajar y estudiar en grupos era central.
La vida universitaria dejó todo tipo de aprendizajes, desde lo académico a lo personal. Y en muchos casos, los y las estudiantes fueron también la primera camada de universitarios/as en las familias olavarrienses y de la zona.
Al hacer un balance sobre su recorrido, Marina Chucky -docente de Comunicación Audiovisual-  asume que “la Facultad me brindó el acercamiento a docentes que compartieron su sabiduría, me dio la profesión. Ahí descubrí mi pasión por la realización audiovisual desde las ciencias sociales, encontré referentes y grandes amigos, amigas, compañerxs de trabajo”. También descubrió el gusto por la docencia que le permite enseñar e investigar, asumiendo nuevos compromisos y desafíos.
La experiencia de Marina coincide con la de Monica, quien asegura que pasar por la Facso le dio la posibilidad de algo tan relevante como estudiar lo que le gustaba, concursar cargos docentes, formarse y hoy enseñar a otrxs. “Me formé con gente sumamente importante. Soy muy agradecida, defenderé las banderas de Sociales desde cualquier lugar porque me dejó mucha riqueza y me ayudó a descubrir la vocación que no sabía que tenía, que es la vocación docente. Porque si hay algo que me gusta es pararme en el aula, dar clase, compartir con mis alumnos, le pongo pasión a lo que hago”, sintetiza la docente de Sociología y Economía Política.
El vínculo es fuerte. Tanto en los entrevistados como en tantos otros y otras que encontraron en la Facso mucho más que un espacio de formación. Los años de estudio universitario, las nuevas formas de vida, los nuevos vínculos o el residir lejos de sus familias en muchos casos dejan una huella. “La facultad, gratuita y pública, me enseñó a desnaturalizar la vida cotidiana”, asegura Marina Schucky. “Lo llevo en mi corazón con mucho orgullo y mucho honor”, resume el arqueólogo y docente de Fotoperiodismo hoy jubilado.soc6 

El trabajo arqueológico, una constante en la Facso.

¿Un deseo? Los tres coinciden en ofrecer su tiempo y formación en y para la institución. “Que la Facultad no quede solamente en el edificio: debe estar en el barrio, en la plaza, siempre del lado de las luchas sociales, enfrentando los nuevos escenarios que nos interpelan”, sintetiza Marina, llevando la voz de tantos y tantas que hacen lo propio en cada día de trabajo, en cada grupo de investigación, en cada clase y en cada decisión que se debate. Construyendo y creciendo, como desde el primer día.