Notas

Zum/ La vulnerabilidad en los barrios

Cuando la pobreza enferma

La vulnerabilidad económica afecta directamente la salud de los niños y las niñas. Los casos de desnutrición son frecuentes en las salas de los barrios periféricos de la ciudad, según se informa en el Hospital de Niños

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Catalina jugando con sus hermanas

El barrio Lourdes, conocido como barrio de la escuela Nº 6, queda en las afueras de la ciudad. La falta de asfalto y las casas humildes son comunes de la zona. En una de ellas viven Miriam y sus ocho hijos. No esperaban a nadie. Los sorprende un día soleado que aprovechan para limpiar. La casa aún conservaba el olor a tortas fritas del día anterior. Sus hijos saldrán a venderlas mientras ella se dedique a la cocina y la costura, como siempre. En el hogar la música parece ocupar un lugar central. Un minicomponente se destaca entre los muebles y es lo primero que se ve al entrar. Afuera se escucha por todas partes el ritmo de la cumbia en los celulares.

Una de las hijas de Miriam, Catalina, de 15 años es celíaca y su hermano Esteban, de 22, padece Síndrome de Crouzon, una enfermedad con malformaciones principalmente en el cráneo que cambia los rasgos faciales y puede producir otras complicaciones. La precariedad laboral empeora las cosas pero Miriam no se rinde. "Mientras uno esté vivo tiene seguir adelante. Yo jamás voy para atrás", sentencia con convicción. Catalina recibe una pensión por discapacidad y la dieta especial. "Le acreditan una tarjeta de comida que es una ayuda porque salen muy caros los alimentos para las personas celíacas" explica su madre. La niña la admira. Quisiera terminar la escuela y dedicarse a la cocina, como ella.

Es mediodía y el barrio todavía no se despierta por completo. No es el caso de la familia de Ariel y María. La casa en la que viven junto a sus seis hijos es precaria y no tiene ventanas ni ventilación. Afuera hay niños y niñas pequeñas que caminan descalzas por las calles de tierra. Un grupo de perros los siguen. Entre ellos está una de las hijas, de dos años. Su padre es cartonero. Es el sustento económico de la familia pero la situación se ha complicado desde que se le rompió el carro. Reciben planes sociales por cuatro de sus hijos y eso les alcanza para alimentarlos durante unos 15 días. "Se hace lo que se puede pero a los pibes, que no les falte para comer", advierte Ariel. Cuando la plata se acaba, la pareja sale a pedir en el semáforo de Colón y Rivadavia.

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Miriam con sus hijos Catalina y Esteban

Sus seis hijos sonríen a pesar de todo. Dos de ellos van a la escuela y tres al jardín de infantes de la escuela Nº 6. Evelyn va a quinto grado. No tiene amigos porque "no son buenos" con ella, según dice y se esconde avergonzada detrás des su mamá. Priscila, de cinco años también asegura no tener amigos. En el jardín disfruta del saludo a la bandera y especialmente de la comida del comedor. "Me gustan los fideos, el pastel de papas y las milanesas porque a la noche en casa comemos lo que haya", cuenta.

No todos se sueltan como Priscila. En muchos casos tienen dificultades de expresión y comunicación, producto de la falta de estimulación de sus padres. A los niños y niñas en esas condiciones, les cuesta pensar en el futuro.

El apoyo emocional de la familia es muy importante para el desarrollo integral (físico y psíquico) de los chicos y chicas. Los problemas sociales, como las condiciones sanitarias y la protección del hogar, influyen en las enfermedades que pueden contraer. Si un niño o una niña vive en un barrio que no tiene cloacas, en una vivienda que no es digna, sin asfalto, sin una sala periférica cerca y en condiciones mínimas de seguridad, su salud integral se verá afectada. La pediatra Alejandra Capriata —quien también es asesora de la senadora por la Coalición Cívica, María Isabel Gainza— conoce a cada una de estas familias. Ella sostiene que en Olavarría el Estado se encarga de los casos de emergencia como las enfermedades relacionadas con la nutrición de los niños y la pobreza. "Quizás falta que todas las estrategias actúen en conjunto, intentando territorializar los sectores, pero bien se sabe que en Olavarría la llegada a los barrios con los niños no es igual, hay zonas con carencias muy importantes que tienen que ver por ejemplo con la protección del niño en el hogar", analiza.

La realidad que evidencian los consultorios pediátricos es diferente en las salas periféricas. "Hoy las familias se repliegan sobre ellas mismas y es dentro de la familia donde hay conflictos, descuido, indiferencia y abuso sexual que repercute y vulnera a los chicos" reflexiona Capriata. "Desde mi lugar se puede actuar con los padres en el desarrollo y crecimiento del niño y con la información y la difusión de prácticas de crianza a los padres se puede mejorar la condición de los chicos", afirmó. La pediatra estima que el 80% de las familias en riesgo de vulnerabilidad no conocen la importancia que tiene para los niños incentivar el desarrollo psíquico y social. Existen planes sociales e instituciones para cuidar la salud de los niños y niñas pero la mayoría de las veces las ayudas económicas no suplen el descuido de la nutrición emocional que deben recibir de sus familias.

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Alimentación, estímulo y cariño

Si no se desarrolla adecuadamente el sistema nervioso de un niño desde temprana edad, pueden producirse malas consecuencias en el futuro. El cerebro necesita tres condiciones básicas para funcionar adecuadamente: alimentación saludable, estímulo adecuado y cariño. La directora del Servicio de Pediatría, Graciela Casamiquela, confirma que en las salas periféricas reciben chicos de muy bajos recursos económicos que llegan enfermos por las malas condiciones en las que viven y por la desnutrición que sufren. "La falta de alimentos afecta el crecimiento y el desarrollo neurológico que es tan importante en los primeros años de vida", remarca. La desnutrición y la pobreza están frecuentemente asociadas. "En las familias numerosas, el hacinamiento, las malas condiciones en las que los niños viven influye en las enfermedades de los chicos. Si tenés un chico en una habitación viviendo con diez personas, el contagio va a ser mayor. Al no haber condiciones favorables de calefacción, el aire que respiran es el humo del tabaco o existe mala combustión de alguna estufa los niños y niñas tienen mayores posibilidades de contraer enfermedades respiratorias, frecuentes en esta época del año", advierte Casamiquela.

La pobreza es demasiado riesgosa para la infancia. Quienes corren mayor peligro son los niños mal nutridos, los que no reciben lactancia materna y quienes no están vacunados. La asistencia económica del Estado resulta insuficiente cuando las familias no cuentan con una estructura social que les permita brindar el cuidado integral que sus hijos necesitan para no enfermarse y para incluir el futuro entre sus pensamientos. / AC- FACSO