Notas
Daii Yará revive la llama de las fogatas de San Juan y San Pedro
Una comparsa recupera tradiciones pasadas para unir a los vecinos
fogata san pedro y san juan
Imagen ilustrativa
Daii Yará revive en Olavarría la popularidad de las fogatas de San Juan y San Pedro y funciona como un grupo de contención para las familias del barrio 4 de Octubre
Cuando este jueves los vecinos de Hinojo y Espigas enciendan sus fogatas, habrá muchos deseos y esperanzas que volarán por el cielo en forma de cenizas. Y habrá una razón más para compartir y estar unidos.
La fogata de San Juan y San Pedro es la excusa que está reuniendo a muchos vecinos y pueblos del Partido de Olavarría.
La fiesta encuentra en un mismo espacio a distintos barrios de una zona que llevan sus respectivos muñecos para incendiarlos en un gran fuego nocturno que, según el significado pagano y popular, devuelve la fuerza a un sol cada día más débil por el invierno y ahuyenta los malos espíritus pidiendo deseos. 
En el barrio 4 de octubre la celebración llegó por iniciativa de la comparsa Daii Yará que revivió la popularidad de la fogata para demostrarles a los niños y adolescentes que existe algo más en qué creer. “A los chicos con esto le creás una ilusión. Cuando yo era chico se hacían cosas en el barrio  y me gustaban. Hoy no tienen nada y esta es una manera de retomar esas cosas lindas que se perdieron con el tiempo”, rescata Pablo "Tingo" Bravo, de 30 años, impulsor de la idea.
En junio del año pasado a Tingo se le ocurrió pedirle a su jefe un muñeco en desuso que estaba en el corralón municipal en donde trabaja. Con el momo en su poder, convocó a algunos de los chicos de la comparsa a reunirse al atardecer en un terreno baldío del barrio. Una vez en el lugar y a la hora indicada, llenaron el muñeco de gomas y lo rociaron con alcohol para prenderlo fuego. El grupo de Daii yará se dispuso alrededor de la gran fogata y de a poco empezaron a tocar sus repiques y bombos, atrayendo a los niños y adolescentes que pasaban por ahí. Mientras el muñeco se consumía por el fuego ardiente, Tingo les explicaba a los chicos que celebrar San Juan y San Pedro permite renovar las esperanzas y los invitó, uno por uno, a pedir un deseo arrojando algo a la fogata.
La idea tuvo aceptación entre los vecinos y este año todos los barrios del Servicio Territorial Nº 1 se sumaron al gran fuego iniciado por Daii Yará. Los barrios del Servicio Territorial Nº 3 y la Junta Vecinal del barrio Mataderos se sumaron a la propuesta, que en conjunto realizaron la fogata el pasado fin de semana en la intersección de las calles Urquiza y la ruta 226. El Servicio Territorial º 5 quemó también sus muñecos en el Barrio AOMA y la celebración contagió a las localidades serranas. Sierra Chica,  Sierras Bayas y Colonia Hinojo también se encendieron.
A bailar a lo de Bravo

En la casa de la  familia Bravo todo parece normal, sin embargo detrás del portón que cubre el patio trasero se esconde el espacio que reúne a muchas  familias del barrio. No es un cochera cualquiera, en sus paredes cuelgan las fotos que recuerdan el esfuerzo y el camino recorrido por el grupo. En un rincón las estanterías brillan por las lentejuelas y las plumas de los trajes celestes y blancos que allí descansan. Junto a la resplandeciente vestimenta están los  bombos y las casatas con las que el grupo se hace escuchar. Así es el vestuario y la sala de ensayo de los 120 integrantes de Daii Yará, la comparsa del barrio cuyo nombre significa "grupo de amigos", en guaraní. El equipo nació en 2007 por la iniciativa de cuatro primos pero, con el transcurso de los años, se convirtió en un grupo de contención para los adolescentes y las familias del barrio 4 de Octubre. 
Cuando empezó, hace seis años, los integrantes eran 35, al año siguiente eran 70, al siguiente 85 y hoy ya son 120 vecinos, entre los que unos 90 son chicos de entre 12 y 18 años.
Para Daii Yará el esfuerzo no se termina una vez finalizado el corso. El grupo de amigos que mantiene vivo al barrio se reúne todos los sábados a partir de las 21 en el garaje de la casa de la familia Bravo, donde realizan peñas con el fin de recaudar fondos para comprar instrumentos, telas para los trajes y los materiales para construir las carrozas. Además de juntar la plata para la comparsa, “las peñas son una excusa para reunirse en el barrio”, admite Carla Bravo, de 18 años. 
El conjunto que dirige la comparsa, además, conforma la comisión directiva del barrio. Tingo detalla que reutilizan el dinero con fines comunitarios. “Cuando lo agarramos pintamos y arreglamos las sillas, pusimos plantitas, le dimos el espacio a Justo Roldán, el vecino que enseña a los niños a jugar al fútbol, para que pueda entrenar con los pibes, hacemos fiestas para los chicos con los fondos que se recaudan con el alquiler”.
Los impulsores del proyecto Daii Yará asumen la responsabilidad de hacer un trabajo social fuerte en el barrio más allá de representarlo en los corsos oficiales. Generan distintas propuestas para reunir a los vecinos y hacer resurgir en los adolescentes “esas cosas sanas que se perdieron, para que se comprometan con el barrio y se alejen de la delincuencia y la droga, porque es muy triste ver cómo algunos pibes agarran malas enseñanzas, porque terminan mal”, se lamenta Tingo. 
Para los chicos el significado de la comparsa es mucho más que tocar un instrumento y bailar. “Es la segunda familia, ese cable a tierra que despeja a los más chicos de los problemas de la casa, los une como amigos y como vecinos, por eso los chicos no se van”, destaca Luis Pavón, de 26 años, otro de los integrantes. Alicia Salías, de 59 años y mamá de Pablo Bravo valora que la peña contenga a los chicos. “Se juntan todos en mi casa y comparten un ambiente familiar, todo esto es por la contención de los chicos del barrio, sobre todo para los que tienen problemas familiares”.
Con el camino recorrido hasta hoy, Daii Yará es más que un grupo de amigos. Es un espacio participativo en donde todos ponen su granito de arena, se desarrollan las potencialidades de los chicos, se propicia el trabajo en equipo y el compromiso de la familia con un proyecto que tiene como fin último el bien común de los vecinos. / AC - FACSO