Notas

Sábados de risas con la compañía del sol

El arte del circo germina en la ciudad del cemento

Desde hace unos meses un grupo de payasos, malabaristas y trapecistas se autoconvocan para entrenar las distintas especialidades circenses. La disciplina artística más alegre intenta instalarse en la comunidad local

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Segundo Festival de Circo Callejero./AC-FACSO

"Olavarría es muy conservadora por eso cuesta que el circo arranque. Muchas veces vamos a los semáforos no para pasar la gorra, sino para romper con las estructuras, para divertir a la gente. Donde también se ve mucho la necesidad de los nenes por jugar", opina el malabarista Matías Cartul, más conocido en el círculo circense como "Mattu". Su compañera es la payasa "Rebeca", personaje de Eugenia Aristegui, quien mientras prepara su vestuario para hacer un show, opina que "esta semilla esta comenzando a germinar, es un día soleado, el viento esta calmo y todo indica que es ideal para salir a despertar risas".

La ciudad se vistió de alegría y color con el II Festival de Circo Callejero impulsado por el municipio. La buena respuesta del público en la primera edición fue tan importante que incentivó a los organizadores a programar el festival de este año. Y entre un festival y otro, algunos malabaristas, payasos y trapecistas comparten sus destrezas en las calles que costean el Arroyo Tapalqué, entre las avenidas Colón y Del Valle.

Una de ellos es Eugenia. Su día habitual consiste en salir por su barrio, Pueblo Nuevo, o ir a las plazas a provocar situaciones y emociones en quienes la ven pasar. Su vestuario colorido atrapa la atención de grandes y chicos, generando así la atención que habilita al espectador a recordar momentos de su infancia. "Todas las personas tienen ese estado de juego que quedó simplemente bajo las estructuras rígidas de la vida adulta, solo hay que buscarlo y es el payaso quién trata de hacerlo. El payaso tiene una responsabilidad social, es un comunicador social, porque tiene algo para decir, cambiar el estado de alguien. Y esto es lo que me motiva para querer vivir de mi payasa Rebeca", analiza Eugenia mientras continúa pintando su cara.

La payasa "Rebecca" y el malabarista "Mattu" fueron los gestores del grupo de artistas expertos en malabares, trapecio, telas, aros y clown que entrenan itinerantemente en lugares públicos, previa coordinación a través del grupo de Faceboock: Circo Olavarría (Espacio Abierto). Matías estudió Diseño Industrial, es dibujante y estudiante de Ingeniería Civil, mientras que Eugenia es graduada en Administración de Empresas, estudió improvisación teatral en Buenos Aires y en un viaje que hizo a Honduras descubrió a su payasa "Rebecca", que desde entonces sale a jugar para hacer fiestas infantiles, bailes con luces y elementos para los casamientos, además de enseñar malabares swing y juegos a los chicos del Programa Municipal "La Callejeada".

Eugenia cuenta que lleva consigo todo lo que necesita para ser feliz que es su "estado natural de juego". "Todos los payasos son actores, y lo que se buscamos es entrar en un estado de juego y no que sea un personaje haciendo de payaso, es buscar al niño interior. El payaso no solo se conecta con los niños sino también con los grandes, y le saca la estructura".

Ser la payasa "Rebecca" le brinda contacto con los sentimientos del espectador y muchas experiencias inolvidables. Cuenta que en una oportunidad mientras colaboraba, como "Rebecca", con la biblioteca itinerante "Del Otro Lado del Árbol en Olavarría", se acercó un grupo de alumnos pequeños con los que jugó mucho y hubo en particular una niña que no olvida y que la tomó de la mano y no se despegó de ella. Al finalizar el show se acercó su profesor y le explicó que esa nena hacia varios días que no sonreía porque no podía ver a su madre. "Con eso ya está, que más puedo querer, qué otra cosa podés buscar; nada", concluye Eugenia con la mirada cristalina de una lágrima que aún no cae.

En un primer momento, el grupo se reunió en el gimnasio Gnomos- en Avenida Pringles 2159- y las clases eran a la gorra para comprar materiales como zancos, clavas y un monociclo. Después de unos meses se dieron cuenta de que necesitaban seguir capacitándose y dejar de lado la relación profesor-alumno que les restaba tiempo para su preparación. Con un objetivo renovado cambiaron el lugar de encuentro privado por un lugar público como el Parque Mitre. "La idea es que todos los que hacen arte circense nos juntemos para ser identificados, compartir las destrezas como un grupo de aprendizaje y motivar en Olavarría el arte circense", explica Eugenia y Matías añade: "También la idea es que la gente nos vea y se sume. Esta es una disciplina que necesita tiempo de práctica, los trucos no salen de la noche a la mañana. Nos juntamos un grupo fijo con gente que participa por curiosidad, pero también está el que le interesa aprender una sola disciplina y todos son bienvenidos".

El circo social

"Los chicos pueden encontrar una profesión, hay muchos proyectos de circo social en villas, donde hay muy buen resultado porque es una transformación para la inclusión social. En el escenario nadie va a preguntarte de donde venís y quién sos. Encuentran una aceptación muy grata, sincera sin prejuicios", explica Ignacio, "Nacho", Rey mientras borra de su cara al payaso.

El circo es un fenómeno que está creciendo y no solo en Olavarría. "El formato festival de calle se está gestando porque es una expresión popular para compartir en la plaza y porque a la gente le gusta reírse", destaca Nacho. Él empezó a los 12 años, en Mar del Plata, aprendiendo de los malabaristas. "Necesité ir a estudiar a Buenos Aires porque en Mar del Plata no estaba la información y la técnica y después tuve que ir a perfeccionarme a Europa", explica.

Nacho tiene como compañero a Federico Galván que estudió cine, diseño industrial y en el arte circense es autodidacta. Ambos conforman una compañía llamada "Cambalache" que apunta a un circo moderno que descansa en el teatro y la danza, rompe con el circo clásico y se acerca al público. "Nosotros hacemos un espectáculo de comediantes de calle, usamos técnicas circenses para sostener un cuadro teatral. Lo que nos interesa es tener una clara dramaturgia más allá del truco acrobático, mientras que el circo tradicional trata de mostrar el truco, dejando de lado la dramaturgia".

Las técnicas circenses se guardaron celosamente durante mucho tiempo y eran trasmitidas de generación a generación. "La escuela de circo criollo tiene 25 años y fueron los primeros artistas de circo tradicional que abrieron sus puertas a la sociedad, ellos fueron muy cuestionados por el circo mismo porque daban información", explica Nacho. A partir de entonces el circo empezó a ramificar y surgieron muchas escuelas de circo con estilos y formas contemporáneo como circo con teatro, circo de calle con un payaso más denunciante que toma un espacio público y lo hace su escenario", relata Nacho. El circo es tomado también como herramienta de integración y educación de jóvenes en situación de riesgo, como lo hace el Circo Social del Sur en la villa 24, de Barracas en Buenos Aires.

El circo no solo apunta el entrenamiento, la destreza y la expresividad, también a la autodisciplina y al trabajo en equipo, con lo cual en muchos lugares donde viven jóvenes en situación de vulnerabilidad el arte circense embandera la integración y esperanza tal como lo hace La Payasa "Rebecca" en cada taller de "La Callejeada"./AC-FACSO