Notas

Zum/ Deporte e integración

El rugby como un juego participativo y de final feliz

El deporte de origen británico se hace popular en Olavarría. Muchos niños y adolescentes llegan a él por su potencialidad inclusiva y por el compañerismo que promueve. Características como la pérdida del miedo, la fortaleza del grupo y el respeto por el rival son algunos de los valores que lo distinguen de otros deportes

rugby02

El deporte es de alto contacto físico y eso ayuda
a los niños a perder el miedo y a caer técnicamente
para no lastimarse./ Foto: Gentileza Rugby Ferro.

Siempre avanzar, nunca retroceder. Ese es el lema que destacan los practicantes y conocedores del rugby, históricamente visto como violento y elitista, una idea errónea ya que este deporte promueve la participación e integración de aquellos que se acerquen a él.
“La exigencia y presión en otros deportes es demasiada para un nene. En el rugby todos juegan por igual, siempre hay un final feliz”, reflexiona orgulloso Gustavo Corletto, ex jugador y entrenador de infantiles de rugby en el Club Atlético Estudiantes. La idea de promover la integración de los niños y niñas mediante el deporte es la base sobre la que trabajan los entrenadores. “Cualquier persona puede jugar, ya sea petiso, alto, flaco o gordo. Simplemente se juega. Le restamos importancia a lo que es individual. Ellos desde chiquitos tienen que aprender otra cosa; se tienen que divertir”, aclara Marcos Coalla, encargado de la coordinación de infantiles del CAE.
Esta disciplina en Olavarría se desarrolla en los clubes Estudiantes y Ferro con aproximadamente 260 jóvenes menores de 18 años, hecho que demuestra el gran nivel de participación. “Hoy el rugby es un deporte participativo, cada chico tiene su puesto y su rol. Todo esto lo hace una práctica que incluye y permite darles lugar a todos”, aporta Leonardo Davand, entrenador de Los Toros del Club Ferro.

Aprender a no tener miedo
Las críticas sobre esta disciplina han recaído sobre el contacto que hay en el juego. A causa de la falta de información o el propio miedo que genera, eso llevo a una visión equivocada. “Los golpes en el rugby son parte del deporte. Uno le enseña a los chicos a prepararse. Cuando entran a la cancha saben que se vendrá un golpe ¿Cuándo se lastima alguien? Cuando viene un golpe que no se espera pero eso pasa también en otros deportes” aclara Coalla.
El acercamiento a los padres sirve para que los temores desaparezcan. “A la familia le hacemos conocer el juego para que puedan estar tranquilos. Los padres deben perder los temores ya que los riesgos que tiene el rugby son menores que otras disciplinas”, defiende Gustavo Corletto, quien hace hincapié en la tranquilidad de los adultos para que los niños puedan aprender y disfrutar.
La opinión de una madre cuyos tres hijos practican el deporte realza la idea. “Lo de los golpes ocurre en cualquier deporte. Una como madre pierde esos miedos enseguida. A mis hijos el rugby les dio mucha seguridad”, aclara orgullosa Rosario Muñoz. 
Davand, con años de experiencia en la formación del deporte señala que “el acercamiento de los padres permite una mayor tranquilidad tanto para los profesores como para los chicos, todas las partes son importantes y el apoyo debe estar siempre”.
La agilidad y la capacidad para no tener miedo se logra en la etapa formativa durante los entrenamientos. “Desde chiquitos se les enseña a cómo patear, poner el hombro, caer, cuidar la espalda, el cuello, la cabeza. Son cosas que con el tiempo los chicos naturalizan”, explica Corletto.

Todos para todos
El rugby, con 15 integrantes, es uno de los deportes donde más jugadores hay por equipos. La meta es avanzar y quien tenga la pelota estará resguardado por sus compañeros. “Siempre habrá tres o cuatro jugadores cubriendo a quien tiene la pelota. Ahí es donde arrancan los valores que tiene este deporte, el tirarte por un compañero, el trabajo en equipo, el esfuerzo para todos”, valora Gustavo Corletto.

rugby03

Encuentro Provincial Infantil de Rugby realizado
en el CAE en octubre pasado./ Foto: Gentileza Rugby CAE.

“En el rugby te tenés que apoyar en el grupo. Si un nene recibe un golpe el de al lado le dice ‘dale que se te pasa’ y es ahí, desde muy chiquitos, donde nace la fortaleza del grupo. El mismo deporte hace fuerte al grupo”, destaca Marcos Coalla.
Por su parte Davand reflexiona sobre lo grupal. “Lo que se inculca desde chicos es el respeto, se trata de fomentar el compañerismo y alcanzar así una armonía entre todos que fortalezca al grupo”. La importancia del todo como grupo es señalada por Davand como una característica esencial de la disciplina. “En el rugby no existe la competencia individual. Por eso es fundamental que a la hora de entrar a la cancha cada uno sepa su función, que esté seguro y tranquilo para poder coordinarse con sus compañeros y juntos esforzarse por dar lo mejor”.

Una regla infrangible: el tercer tiempo
El rugby tiene tres tiempos. Dos de 40 minutos donde se juega y uno que está dedicado a compartir entre todos los jugadores una comida o bebida a modo de compañerismo y lealtad. Es una regla histórica que surgió en la antigüedad cuando los pueblos se enfrentaban entre sí. Al no haber reglamento y con las consecuencias del juego en el cuerpo, el equipo visitante siempre se quedaba un día descansando, compartiendo comida y charlas. Desde que se conoce este deporte (principios del siglo XIX) se lo definió muchas veces en oposición al fútbol contraponiendo la fuerza del primero a la habilidad del segundo y el juego limpio contra juego desleal. Un antiguo dicho británico sostiene que el fútbol es un juego de caballeros jugado por villanos y el rugby es un juego de villanos jugado por caballeros. Más allá de las comparaciones forzadas, la mayoría de quienes conocen el rugby sostienen que la clave distintiva no está tanto durante el juego como al final.
“Es más doloroso que te vayas del tercer tiempo a que te peguen una trompada dentro de la cancha. Es un desprecio retirarse antes y el desprecio en el rugby no existe”, aclara Coalla sobre la relevancia de este momento de unión. La familia que asiste a los partidos también debe formar parte, ya que la idea de participación incluye a todos.
“Terminó el partido y ya está, ni siquiera se habla sobre algún pisotón de más, todo queda en la cancha. Lo bueno del tercer tiempo es que los lleva a compartir y les demuestra que por más que jueguen en equipos contrarios son compañeros igual”, destaca Rosario Muñoz.
El inculcar estos valores e ideales desde un inicio hace que las prácticas con el tiempo se vuelvan más fuertes. “En ningún deporte vas a ver, después de haberte golpeado y chocado durante 80 minutos con un contrincante, a los jugadores comer, tomar algo o charlar después del partido. Eso solo lo presenta y da el rugby, lo que lo hace único”, concluye el profesor Corletto. Integración, participación, diversión, valores y lealtad son los pilares en los que se apoya el rugby. Siempre pensando en avanzar, nunca en retroceder. /AZ-FACSO

Psicología del rugby
Las funciones sociales que desempeña el rugby en la actualidad dan cuenta de un gran crecimiento y una revalorización de la práctica por parte de quienes emprenden este juego. El deporte es una actividad que descubre a la persona en todas sus particularidades, donde se exterioriza la personalidad de cada sujeto a través de la conducta. En el rugby se trabaja sobre cualidades sociales, estima, seguridad, compañerismo, motivación, voluntad, espíritu de lucha, trabajo en equipo, manejo de situaciones de presión como así también habilidades requeridas para la propia vida.
Las particularidades de esta disciplina son muy estudiadas por la psicología deportiva. La Licenciada en Psicología del Deporte de Alto Rendimiento, Julia Álvarez Iguña, señala en el blog especializado  psico-deportes.blogspot.com.ar, que uno de los ejes centrales de este deporte es la idea de grupalidad.
Toda convivencia en cualquier deporte no es fácil. Supone aceptar y respetar las diferencias, adoptar un estilo de vida común basado en normas grupales, donde el equipo es el que otorga y da lugar a cada jugador constituyéndolo como tal. El compartir permitirá relacionarse con lo mejor de cada uno, renunciando a intereses personales y motivados exclusivamente por una meta en común. En el rugby, según Iguña, prevalece la mente colectiva donde nadie es diferente y donde nadie sobresale de los demás. Esa es la clave, donde día a día se respira la competencia como un desafío en común.
El triunfo como único objetivo, como observa la especialista, es opuesto a los valores que inculca el rugby. Algunos partidos se ganarán, otros se perderán, pero eso no quitará el desafió de seguir mejorando hasta alcanzar la meta final. A veces no resulta fácil sobrellevar el fracaso o una derrota, pero igualmente el éxito será siempre efímero, la victoria no es más que una consecuencia del partido jugado. Es esperada, deseada por todos, pero no debe ser la única búsqueda ni el único objetivo.
El rugby es un deporte duro, pero la naturaleza más importante del jugador que entra a la cancha será la habilidad de ser duro a uno mismo, de exigirse todos los días más, en cada encuentro, en cada entrenamiento, en cada competencia. /AZ-FACSO