Notas

Zum/ Educación y naturaleza en el Campus Universitario

Aprender y crecer con creatividad al aire libre

El proyecto “Niños del Sol” es un espacio de desarrollo integral para niños y niñas de Olavarría. Mediante juegos, expresiones artísticas y el contacto con la naturaleza se busca la valoración, el estímulo y el aprendizaje permanente

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Los niños exploran sus potencialidades creativas
con la guía de las coordinadoras. / Foto: Facebook
Niños del Sol

Se juega, se aplaude y se ríe. La tarde de este jueves no es un día cualquiera, es el primer encuentro de los “Niños del Sol”. El Campus Universitario está rodeado de jóvenes estudiantes que observan a estos niños y niñas que con su simpatía y movilidad ya son parte del lugar. “A mí me gusta jugar, pintar y cantar”, cuenta apresuradamente Sofía, de 5 años, mientras corre hacia donde está el grupo sentado en círculo. Parece no querer perderse ni un instante del encuentro. “En toda etapa de conocimiento es muy importante el contexto, por eso se piensa en un espacio abierto donde aprenden a estar en libertad. Cada aprendizaje se recibe mejor a través de una vivencia”, analiza Andrea Fernández, una de las cuatro encargadas del proyecto y docente de nivel inicial.

Lautaro tiene 3 años. Su pequeña estatura y su andar tímido llaman la atención. Sus rulos al viento reflejan el efecto de la fuerte brisa. No parece importarle. De a poco comienza a caminar en círculo y solo se detiene para examinar cada movimiento de los otros niños y niñas. “Mi hijo es un torbellino pero acá se muestra muy sereno. En otros lugares no para de correr, saltar, entonces necesitábamos encontrar un espacio donde pudiera hacer eso que tanto le gusta pero que también aprenda a jugar, interactuar desde la tranquilidad e integración”, relata Claudia, la mamá de Lautaro, con una serenidad que parece transmitida por su hijo.

“Que tengan espacios donde se los escuche en cuanto a lo que quieren es realmente importante para su crecimiento y aprendizaje porque se sienten valorados. En esto es esencial el rol de los adultos, ya que somos quienes tenemos que fomentar los cambios”, enfatiza Mónica Eyler, docente jubilada de nivel primario y una de las responsables del taller.

El sol resplandece en todo el Campus mientras el viento no deja de soplar. El pequeño grupo conformado por más de 20 niños y niñas y las cuatro coordinadoras sobresale en la inmensidad del espacio. Los ejercicios de atención y percepción se destacan desde un primer momento. El desarrollo de las habilidades posibilita estimular la inteligencia múltiple, de las cuales forman parte el lenguaje, la sonoridad, lo emocional y lo ecológico, entre otros. “Los niños y niñas utilizan estrategias maravillosas y riquísimas, por eso hacemos énfasis en que todos los aspectos de la inteligencia estén en movimiento e interacción. Nosotras somos guías, pero son ellos quienes enseñan a los adultos”, destaca Eyler.

Estimular el hemisferio creativo

Morena sonríe y se acerca al grupo corriendo. Tiene 6 años y en cada propuesta de juego se muestra ansiosa, aunque tímida, por participar. “Es un lindo espacio con objetivos interesantes y novedosos, lo que hará que ella pueda integrarse con el grupo desde el contacto con la naturaleza y la creatividad en los juegos”, describe Nilda, abuela de Morena, mientras observa sonriente y orgullosa a su nieta.

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Los chicosy chicas  pueden hacer en el campus
las actividades que no hacen en la escuela, como correr 
y jugar más tiempo. / Foto: Facebook Niños del Sol

“El hemisferio cerebral izquierdo está vinculado a la parte racional. De esta se encarga la escuela. En cambio, el hemisferio derecho está relacionado a la percepción, a la creatividad y a lo emotivo. En la educación formal se ha descuidado este hemisferio por lo que creemos que hay que trabajarlo más”, subraya Andrea Fernández, exponiendo la originalidad de trabajo del taller.

“Yo quiero hacer cosas que en la escuela no puedo hacer mucho, como correr o jugar más”, sostiene con seguridad Lucio, de 6 años. “Hace falta una escuela abierta a otras metodologías de enseñanza y estimulo. Lo importante de estas experiencias es demostrar que se pueden abrir ventanas, que hay maneras de aprender a través de las vivencias que son experimentadas de manera distintas por cada niño y niña”, resalta Eyler poniendo el acento en la importancia de encontrar otras formas de trabajar en la infancia. “Creo que es muy importante la posibilidad de generar espacios diversos para que los padres puedan elegir dónde llevar a sus hijos. Todos son valiosos”, concluye Fernández.

El cantar de los pájaros es el sonido del ambiente. La concentración en cada actividad es extrema. Se termina la primera de varias jornadas que se esperan. Niños y niñas cierran los ojos para despertar más los otros sentidos.  Se acuestan en el suelo, boca arriba y se ubican de tal manera que sus posiciones conforman estrellas. En el medio de la tarde y en pleno campo un grito en común los une: “Somos niños del sol, miremos el cielo”./AC-FACSO


Para participar

Los encuentros, de dos horas, son semanales y cuestan 100 pesos por mes y 80 para trabajadores vinculados a la UNICEN. La inscripción para este año ya está cerrada pero volverá a abrirse el próximo año. Se puede solicitar información sobre el proyecto o futuras inscripciones a través del mail Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo. o llamando a las líneas 450331 ó 450115.