Notas

ESPECIAL: 25 años de la Facso

PPEM: La lucha por la igualdad de género y la ampliación derechos, desde la universidad

El Programa Permanente de Estudios de la Mujer (PPEM) es uno de los programas de Extensión de la Facultad de Ciencias Sociales con una fuerte interacción con la sociedad debido a su perfil social y comunitario. Las acciones y campañas realizadas en conjunto con la comunidad han logrado visibilizar y concientizar acerca de la violencia familiar y de género. El PPEM ha dejado huella en la ciudad y en sus propias integrantes

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El voluntariado "Educación sexual para decidir" 
capacitó a numerosos referentes barriales. /
Foto: Melina Escobedo 

Salir del ámbito académico y articular con la comunidad. Eso fue lo que motivó a la Licenciada en Antropología Social Carolina Planes, actual coordinadora del Programa Permanente de Estudios de la Mujer (PPEM) y a la Profesora en Comunicación Social, Melina Escobedo, a formar parte del grupo. Se trata, según Escobedo, de "pensar a la Universidad no como un área cerrada de investigación sino como un espacio de interacción".

Las actividades de extensión fueron siempre un componente fundamental del PPEM desde su conformación en 1991. La Doctora en Antropología Mónica Tarducci, fundadora del programa, cuenta que el enfoque de género en esos años era toda una novedad. Se trataba del primer grupo que invitaba a pensar y a actuar contra la discriminación de las mujeres primero, y de los demás géneros después. Patricia Pérez, Licenciada en Comunicación Social, quien también participó desde los comienzos en el programa, destaca que el PPEM fue innovador también dentro de la universidad. "Eran muy pocos los que en ese entonces trabajaban con perspectiva de género", recuerda.

Laura Masson, Doctora en Antropología, relata lo difícil que era en los inicios del programa acceder a bibliografía especializada y rescata que "fueron las antropólogas feministas las que habilitaban ese acceso como así también un lugar de debate para un tema que, salvo excepciones, era devaluado o ignorado por el resto de los profesores".

Tarducci cuenta que además de formación y discusión interna en torno a temáticas de género y derechos de las mujeres, se realizaban actividades de extensión como seminarios y charlas. "Recuerdo que organizamos charlas en la Biblioteca 1º Mayo, a las que concurría mucha gente. Estaban dadas las condiciones para que las temáticas que tocábamos comenzaran a surgir", relata.

En 1994 el PPEM dejó de ser un grupo independiente para pasar a ser un programa de Extensión de la Universidad. Ese cambio dio mayor impulso al programa y generó actividades constantes de intervención en la comunidad durante los dos años siguientes y se sumaron seminarios de formación interna e investigaciones sobre género.

Las campañas gineco-mamarias que se llevaron adelante de 2000 a 2003 dieron al PPEM una gran visibilidad. Con la atención de más de 1600 mujeres en total, se convirtieron en uno de los proyectos de extensión universitaria con más alto impacto en la comunidad. Patricia Pérez valora especialmente la estrategia de comunicación aplicada. "Realizamos spots radiales, afiches y volantes y sensibilizamos a médicos y médicas para crear entornos amigables para las mujeres que se acercaban a controlar su salud".

Después de una etapa casi exclusiva de formación e investigación, se llevó a cabo el monitoreo social del Programa de Salud Sexual y Procreación Responsable en coordinación con el Consorcio Nacional sobre Derechos Reproductivos y Sexuales (CoNDeRS). "Lo que hicimos fue realizar encuestas para ver como se aplicaba y funcionaba el programa. También se solicitaba información pública y se participaba en los espacios del municipio en los que pudiéramos estar", relata la actual coordinadora. Este control de políticas públicas sirvió para detectar falencias de ese Programa en el ámbito local y mejorar su aplicación.

El primer paso de Melina Escobedo por el programa estuvo marcado por el voluntariado universitario "Educación Sexual para decidir", que se llevó a cabo durante 2007 y 2008. El proyecto consistía en capacitar, a través de talleres, a referentes barriales y docentes y difundir el Programa de Salud Sexual y Procreación Responsable desde la perspectiva de los derechos ciudadanos.

Esa experiencia significó para Escobedo realizar prácticas concretas y encontrarse en situaciones de las que aprendía día a día. "En la Sala 12 de Octubre había una señora que tenía una capacidad tremenda para resolver situaciones a partir de sus experiencias personales. Esa mujer podría haber dado el taller con cualquiera de nosotras", afirma.

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Derechos sexuales y reproductivos son plasmados
 en un mural realizado en conjunto con instituciones
educativas. / Foto: Laura Masson

La actividad de extensión se ponía realmente en práctica para ella porque "no se trataba de 'nosotros somos los iluminados que venimos a traer el conocimiento' sino que se generaba un ida y vuelta" y se producía conocimiento entre ambos actores de la sociedad: la Facultad y el barrio. "Se trata de poner los pies sobre la tierra y reconocer que esa mujer puede tranquilamente darnos cátedra a nosotros sobre cómo resolver determinadas cuestiones. El enriquecimiento se da naturalmente y esa es la mejor experiencia que me llevé", valora Escobedo.

El programa trabaja con una agenda mínima debido al poco tiempo del que disponen sus integrantes. Este año se brindaron talleres sobre violencia familiar y de género destinado a referentes comunitarios en la localidad de Cacharí y a integrantes de la Mesa Local contra la Violencia Familiar y de Género de la localidad de Azul. También se participa activamente de la Mesa Local contra la Violencia Familiar y de Género de nuestra localidad. "Nuestro objetivo es que se sume más gente al programa para que pueda mantenerse activo, con un trabajo constante, sostenido y acompañado por la Facultad", explica Escobedo.

Carolina, Griselda y Melina coinciden en que la perspectiva de género, el activismo por los derechos de las minorías, el monitoreo social de las políticas públicas y el trabajo codo a codo con la comunidad, deben ser ejes fundamentales en las políticas universitarias. Ellas concluyen que en un contexto en el que se logran ampliaciones de derechos, es necesario que más Universidades Públicas cuenten con programas como PPEM para exigir nuevas leyes y conquistas, acompañar lo realizado y seguir visibilizando problemáticas desde una perspectiva de género. / AC-FACSO

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Lo personal es político

El PPEM no sólo ha logrado, a través de sus actividades de extensión, dejar una huella en la comunidad sino que también ha marcado personalmente a sus integrantes. Muchas de las personas que han transitado por el programa, luego han seguido trabajando y militando desde una perspectiva de género. "Yo me siento una facilitadora, porque alrededor del programa salieron cuadros políticos muy buenos. Surgieron feministas y activistas en cuestiones de género. Había gente muy valiosa que el programa potenció" afirma Mónica Tarducci, fundadora del programa.

Las integrantes del PPEM, Carolina Planes, Melina Escobedo y Griselda Astudillo coinciden en que el activismo en cuestiones de género y derechos de las mujeres que se realiza desde el programa ha contribuido a visibilizar problemáticas, exigir leyes, concretarlas y ya con un marco legal existente monitorearlas y promoverlas.

Laura Masson, remarca que "los avances en materia normativa han sido muy importantes en los últimos años, mientras que los que se denominan habitualmente como 'cambios culturales' son más difíciles y sobre todo más lentos". La aprobación de una ley no significa un cambio inmediato en las actitudes. Para Masson, es deber del activismo ejercer acciones de control social que ayuden a garantizar el cumplimiento de las leyes y contribuir a un cambio cultural que repercuta en las prácticas concretas cotidianas. / AC-FACSO