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Zum/ La Biblioteca itinerante estrena sus primeros días en su nueva sede

Del Otro Lado del Árbol: El lugar donde niñas y niños nunca se aburren

La biblioteca itinerante Del Otro Lado del Árbol lleva en Olavarría más de dos años e inauguró su sede recientemente. Declarada de interés público por el Municipio, todos los sábados por las tarde conviven en ella niñas, niños y sus familias para interactuar, divertirse y vivir una experiencia en la que todos son partícipes.

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Niños y niñas eligen la lectura como uno
de sus principales entretenimientos
durante las jornadas/AZ-FACSO

Al acercarse al lugar, el espíritu de esta biblioteca popular se percibe en quienes la conforman. Niños y niñas corren por el parque mientras sus ropas dejan ver el contacto con la naturaleza. “Yo vine por mi primo y lo que me gusta es estar con él y jugar entre las plantas, a las escondidas o a los bomberos. Nos gusta poder ensuciarnos”, cuenta Samuel, de 5 años, antes de seguir jugando con su primo Bruno, de 4, quien lo espera con dos pequeños baldes de arena. La aventura, para ellos, ya está en marcha.

Del Otro Lado del Árbol es un espacio artístico-cultural que nació en La Plata en 2011 y se creó en Olavarría al año siguiente, siempre con participación libre y gratuita. Al comienzo funcionaron de forma itinerante, pero a partir de haber sido declarada de interés público, consiguieron constituir (en abril de este año) un espacio físico propio cedido por el municipio. La nueva sede se encuentra en el Parque Helios Eseverri (sobre calle Rivadavia) y fue totalmente reestructurada en base al trabajo voluntario de sus miembros y al aporte solidario de la comunidad. Crecer y aprender entre todos pasó ser uno de sus objetivos. “Una empresa nos donó el techo y la gente que trabaja allí vino a ayudarnos. Yo no tenía conocimientos de albañilería y fui aprendiendo en el día a día. Estamos muy contentos de poder darles esto a los chicos”, celebra Guillermo Aquaro, quien junto a su hija Clara de 10 años y su hijo Valentino de 5, asiste todos los sábados por la tarde a los encuentros de la biblioteca.

Una jornada diferente: diversión y creatividad al aire libre

La música infantil suena por los parlantes colocados fuera de la sede, mientras madres y padres acomodan mesas y sillas, preparan hojas y pinturas o acomodan la sala de lectura. Los niños y niñas se divierten cada uno a su manera. Todos encuentran algo para hacer, no muestran timidez y dan lugar a la participación y dinamismo. Clara de 10 años es la encargada de pintarles el rostro a aquellos que se muestren predispuestos a lucir corazones o flores. La tarde de otoño se muestra más colorida gracias a la ayuda de quienes hacen y forman el espacio. Milagros tiene 7 años y mientras espera que Clara le dibuje las mejillas, cuenta por qué disfruta de la Biblioteca. “Lo que más me gusta es poder hacer y compartir distintas cosas. Podemos leer libros de aventuras, pintar y dibujar o jugar a las escondidas. Nunca me aburro”.

Las actividades se realizan tanto al interior de la sede como al aire libre. Los que se inclinan por comenzar la tarde leyendo tienen una sala de lectura especialmente preparada para ello. “Me gustan todo tipo de cuentos y disfruto de poder leer y jugar porque puedo aprender más. También me gusta compartir con otros nenes, esa es la idea de la biblioteca”, detalla pausadamente Federico de 10 años, mientras se encuentra sentado en unos almohadones para seguir disfrutando de la lectura. Sus hermanas, Belén y Trinidad, de 4 y 6 años, prefieren divertirse afuera,  sentadas cada una en unos bancos junto a la mesa que oficia para todos aquellos que quieran pintar y dibujar. La variedad en las propuestas es lo que distingue al espacio, hecho que valoran tanto los más pequeños como los más grandes. “Cada cual encuentra algo para hacer. A mí por ejemplo me gusta cantar y tocar la guitarra así que en algún momento se da un espacio de canciones donde los chicos pueden acercarse. También hay madres a las que les gusta narrar y vienen a contar cuentos”, explica Miguel Viñuales, partícipe voluntario y padre de tres niños que concurren al espacio. “Encuentran algo vinculado a la cultura, al arte, y les resulta divertido. Se observa permanentemente cuáles son sus intereses. Nuestra intención es acercarles valores humanos como el respeto al medio ambiente, la no competitividad, la cooperación y el respeto”, destaca.

Andrea se sienta bajo la sombra de un árbol para contar un cuento y muchos niños y niñas se sientan a su alrededor para no perderse detalles de la historia. Guillermo coloca agua en un recipiente para que los más chicos puedan seguir haciendo burbujas. Mientras eso sucede, Lorena observa con atención cómo un grupo de niñas realizan un gran dibujo donde sobresalen muchos árboles y un gran cielo, en clara alusión a la importancia que le dan a la naturaleza. Además de la lectura, la narración de cuentos, música, títeres y talleres de plástica o danza, la biblioteca cuenta con la alternativa para que durante los días de semana visiten el lugar escuelas o jardines de Olavarría para compartir una jornada diferente. "Una de las ideas es conectar de igual a igual. Acá se puede percibir otra energía. Los chicos vienen con otra predisposición.Nosotros los dejamos expresar y tratamos de acompañarlos", sintetiza Viñuales. Entre canciones, juegos, cuentos y dibujos la luz del sol comienza a disminuir. Un nuevo encuentro llega a su fin. El permanente entusiasmo en las niñas y niños como la sonrisa en los padres y las madres dejen entrever la satisfacción por lo vivido, el poder compartir una tarde donde cada uno encuentra su lugar. /AC-FACSO