Notas

Especial Monte Pelloni

Juan Pablo Villeres: “Hace 37 años y ocho días que seguimos esperando noticias”

Este miércoles declaró Juan Pablo Villeres y su abuela Pura Leopolda Puente por la desaparición del matrimonio Villeres-Follini. Ambos narraron lo sucedido durante la noche del secuestro y cómo han vivido durante estos 37 años

Durante la audiencia del tercer día de juicio se produjeron las declaraciones de Juan Pablo Villeres y Pura Leopolda Puente de Villeres, únicos testigos del hecho que se produjo durante la madrugada del 16 de septiembre de 1977. Juan Pablo tiene 43 años, es abogado y periodista, pero en esa fecha tenía solo 6 años y fue testigo del horror que se llevó a sus padres, Rubén Argentino Villeres y Graciela Noemí Follini de Villeres, que aún hoy se encuentran desaparecidos. Este miércoles brindó su testimonio ante el Tribunal Oral Federal de Mar del Plata integrado por los jueces Roberto Falcone (presidente), Mario Portela y Néstor Parra.

Villeres estuvo acompañado por integrantes del Centro Ulloa y por sus hijos, quienes también contaron con el acompañamiento de profesionales de este Centro. Hizo un relato basado en sus recuerdos, en las palabras de sus abuelos y en sus experiencias de vida. Contó cómo era su vida en La Plata junto a sus padres que vivieron allí hasta finales de 1976. En ese momento, un grupo de tareas perteneciente al Ejército atacó a balazos un domicilio lindero a su vivienda que dejó como víctimas al matrimonio Santucho, quienes residían en la casa de Juan Carlos Ledezma y Amelia Isabel Gutiérrez (hermana de Araceli). Esto llevó a que sus padres tomaran la decisión de mudarse a Olavarría, ciudad en la que vivían sus abuelos, Argentino Villeres y Pura Leopolda Puente.

Juan Pablo recuerda que el dormía en su casa durante la madrugada del 16 de septiembre de 1977 y sonó el timbre. Su abuelo atendió y un civil esperaba del otro lado. Rápidamente observó una veintena de militares y civiles armados en las paredes linderas que lo encañonaron e ingresaron al hogar en búsqueda de Ruben y Graciela. “Me desperté con un hombre armado al lado de mi cama, luego ingresó otro y me agarró. Me llevó a la habitación de mis abuelos y me tiró en la cama con una almohada y una frazada encima”, declaró Villeres en la audiencia. Con 6 años, pudo observar cómo este grupo de tareas se llevó a su padre primero y a su madre después, aunque su abuela le tapó los ojos con una sábana para que no viera totalmente la escena. “Esa fue la última imagen con vida de mis padres”, narró emocionado. En ese momento comenzó “la más larga pesadilla que una persona se puede encontrar”. Juan Pablo comenzó a darse cuenta que, con el paso del tiempo, “uno primero espera encontrar vida, luego noticias, después un cadáver, una tumba, verdad y por último justicia” relató ante el Tribunal.

Dentro de su testimonio hizo visible la lucha de sus abuelos en cuanto a mantener la búsqueda y la esperanza de encontrar a sus hijos, como una constante en sus vidas. Estuvieron presentes y enviaron cartas a distintos organismos: comisarías, OEA, CONADEP y el Ministerio del Interior. Incluso remitieron cartas al papa Juan Pablo I. Jamás tuvieron una respuesta.

Además recordó su paso por la escuela primaria, en la que encontraba dificultades para explicar a sus compañeros qué significaba ser hijo de desaparecidos, cuando aún no se dimensionaban los alcances de la dictadura. Finalizó su declaración recordando que su mamá estuvo presa en la Brigada de Investigaciones de Las Flores junto a Araceli Gutiérrez, y que siempre le pidió que cuidara de su hijo, que lo adoptara como propio. “No recuerdo la voz de mis viejos, aguantamos lo inaguantable que es sobrevivir todo este tiempo sin encontrar a nuestros seres queridos”. Por último, agradeció a sus abuelos que le dieron todo para criarlo y le permitieron seguir dos carreras universitarias.

Juan Pablo no abandonó el recinto, a diferencia de los restantes testigos de la jornada, y se sentó en el lugar en el que estaban sus hijos, previo a un sentido abrazo con ambos. Ya ubicado, estaba listo para escuchar a su abuela, aquella que lo acompañó durante estos 37 años.

Pura Leopolda Puente de Villeres: “Se estaban llevando a la gente del pueblo y nadie sabía nada”

Pura Leopolda, abuela de Juan Pablo, ingresó al recinto con un pañuelo blanco en su cabeza, símbolo de la lucha que llevan a cabo las Madres de Plaza de Mayo. Inmediatamente, Claudio Castaño, abogado de Leites, consultó al Tribunal: “¿Qué es lo blanco que tiene la señora en la cabeza?”. Y solicitó que los jueces evalúen la posibilidad de que se retire el pañuelo. El público se indigno y el Tribunal aceptó que la señora declare con la insignia característica de la lucha de las Madres.

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Luego de ello, comenzó con su testimonio que fue similar al de su nieto. Profundizó sobre las cartas y reuniones mantenidas con las ‘autoridades’ de esa época. “Verdura no me atendió, en la Iglesia tampoco, (el intendente de Olavarría) Portarrieu sí. También fui a Buenos Aires y La Plata, y estuve con el gobernador. Se estaban llevando a la gente del pueblo y nadie sabía nada” puntualizó. Además pudo indicar que su hijo y nuera estuvieron detenidos en Las Flores y luego en La Plata. Desde ahí no supo más de ellos.

La fiscalía dijo no tener preguntas para Pura, la querella le solicitó su edad; y por parte de los imputados el único que preguntó fue el Dr. Claudio Castaño (abogado de Leites) y el juez Falcone oficializó de intérprete para que ella pudiese contestar. Finalizado esto, el presidente del Tribunal pasó a un cuarto intermedio para el lunes 29 a las 14 hs, día en el que continuarán las declaraciones testimoniales de Araceli Gutiérrez y sus familiares./AC-FACSO