Notas

Especial Monte Pelloni

La complicidad de los “notables”

Juan José Castelucci declaró sobre su secuestro y detención. En su testimonio hubo una fuerte presencia de las implicancias civiles vinculadas con el Terrorismo de Estado.

Castelluci recordó los sucesos ocurridos aquella madrugada del 22 de septiembre de 1977. En esos años, se encontraba estudiando en la Facultad de Ingeniería de la UNICEN en Olavarría. Esa madrugada, ingresó un operativo con armas largas, encapuchados, algunos de fajina y otros de civil, excepto una persona “alta, flaca, con un sweater color ocre”. Su formación académica, le permitió reconocer algunos ruidos y sonidos que lo fueron orientando. “Un Ami 8, en donde me suben, al que luego recuerdo haber visto siguiendo compañeros de estudio”, detalló Castelucci. Esa reconstrucción del recuerdo, es acompañado por su hermana que identificó el mismo ruido en esa madrugada. Luego de ser secuestrado, comenzó el viaje. En el camino, “hay un momento en que el auto para, por la ruta 226. Me bajan la capucha y me preguntan si lo reconocía”. Era una persona vestida de militar. “Sí, es Sampini”, confirmó, y lo vuelven a encapuchar. Sintió que daban  vueltas en el auto y que llegaban a una casa. “Mi formación me permitió reconocer el ruido de un generador que estaba prendido”, indicó. Cuando llegó a Monte Pelloni lo sentaron en una silla. “Contá las cosas que todos sabemos”, le decían, mientras lo desnudaban y lo ataban a una cama de elástico. Allí comenzaron las torturas que luego proseguirían.

Los mismos apodos de siempre

Durante su detención en Monte Pelloni, Castelucci pudo identificar a Vinci, Sampini, Ticera, Méndez, Cassano, Oscar Fernández (con quien recuerda haber charlado ya que era novio de su hermana) y también a Maccarini. Pudo reconocer el lugar porque “me saco la capucha, veo un ojo de buey que ahora está tapado y el techo a dos aguas. Luego no recuerdo más nada porque se dieron cuenta y me pegaron mucho. Me quebraron las costillas”. Pudo identificar “tres guardias con características nazis. Una buena, otra intermedia y otra muy violenta”. En esta última, aparecen algunos apodos que empiezan a resultar frecuentes cuando se empieza a referir a las torturas sufridas en Monte Pelloni, entre ellos destaca el de “Pájaro y Cuaco”. Durante su cautiverio en Monte Pelloni, recuerda haberlo visto a Cassano muy mal. “Comía en una escupidera, no podía mover el brazo”. Recordó también los simulacros de fusilamiento, los platos con el escudo del Ejército Argentino y  el olor de los cigarrillos “Particulares” que una de las guardias solía darles. 

Verdura, también es implicado en su testimonio, cuando Castelucci recordó que “la llamó a mi hermana y le pidió que mis padres fueran al cuartel”. Al ir, Ignacio Verdura insiste con dos preguntas: “¿Quién había adoctrinado a tu novio?”, y por otro lado, le decía “Fue Ledesma, nosotros lo tenemos a Ledesma”, en clara alusión a Juan Carlos Ledesma, quien aún permanece desaparecido.

Castelucci detalló parte de la implicancia de la comunidad durante la última dictadura. Foto: Prensa FACSO.

Los “notables” olavarrienses

En su testimonio Castelucci hizo una fuerte mención a la implicancia de los sectores civiles. “No hubo un golpe militar, hubo un golpe cívico-militar”, reflexionó cuando recordó la situación en la noche que fue secuestrado. Su hermano, que hoy está fallecido, habló con alguien de apellido La Spina, que en ese momento tenía una agencia de turismo. “En el Rotary alguien llevó la lista y en esa lista estaba tu hermano” le confesó La Spina. Por otro lado, también hizo mención al núcleo de una familia en particular: la familia Fassina, en donde estaban las “distinguidas hermanas” pertenecientes a la alcurnia olavarriense, la cual en ese entonces veían con prestigio el casamiento con un militar. Dos de ellas lo cumplieron: Clara Fassina estuvo casada con un militar de apellido Ávalos. Raquel Fassina se casó con el Teniente Coronel de Caballería Filiberto Salcerini, que terminó siendo asesor de Camps. “Pancho Aguilar, quien entró ‘desafortunadamente’ en conocimiento público por estar vinculado en la apropiación de Ignacio Guido, era amigo de mi padre”, recordó Castelucci. En este entramado, también trajo a colación la solicitada que se hizo para la elevación de Verdura, entre quienes se encontraban los apellidos “Becker, Emiliozzi, Torcuato, Girgenti, entre otros”. En su recorrido testimonial también hizo referencia a los medios locales, como El Popular, quienes tuvieron su lugar en la implicancia de los hechos desde su lugar de formadores de opinión, ya que “en la forma de sus análisis de lo sucedido, muestran tener un conocimiento de lo que sucedía”. En este sentido, señaló que “era una prensa adicta y sin una prensa adicta quizás esto se podría haber evitado, pero le daban tribuna a Fisner Oliva”. Con respecto a los conocimientos de la iglesia sobre su situación, mencionó al Obispo Novak y Marchueta, con una atención de contención. A Marchueta solía visitarlo cuando estuvo detenido en Azul. “Nos llevaron para recuperarnos. Ahí nos dan de comer, nos acondicionan un poco”, expresó. Luego serían trasladados a Tandil para ser juzgados por un “Consejo de Guerra”  basado en una declaración que lo habían obligado a firmar. Allí escuchó que un defensor, en una cínica parodia, le dice a un soldado: “Si se te escapa un tiro que le pegue a él”.

Luego de ser ‘blanqueado’ fue trasladado a La Plata. Además estuvo detenido en Caseros y en Rawson. Una vez que fue liberado, Castelucci decidió irse a vivir a otro lugar, ya que “fui echado de la Facultad. Veía a Pancho Aguilar, que era amigo de mi padre, o a los del diario estando como si nada hubiera pasado y fue fuerte para mí”. / AC-FACSO