Notas

Especial Monte Pelloni

Jornada de inspecciones oculares: Monte Pelloni

Se realizaron los reconocimientos oculares en los ex Centros Clandestinos de Detención. En Monte Pelloni estuvieron presentes Carmelo Vinci, Carlos Gensón, Araceli Gutiérrez y Juan José Castelucci, quienes permanecieron secuestrados en el lugar.

“¿Qué señores se los llevaron mamá?” preguntaba un pequeño de cuatro años a su madre en referencia a las vivencias que narraban las víctimas-testigos a los jueces durante las inspecciones oculares al ex CCD Monte Pelloni. Las mismas fueron acompañadas por más de 50 personas durante la tarde del martes 25 de noviembre. Araceli Gutiérrez contestó la pregunta del niño: “unos señores malos”. Mientras, además, respondía las preguntas que el Tribunal Oral Federal de Mar del Plata les hacía a ella y a sus compañeros de cautiverio.

La recorrida en Monte Pelloni dejó impactados a los jueces. El presidente del Tribunal, Roberto Falcone, no dudó en afirmar “esto es terrible” a medida que escuchaba los relatos de las víctimas e imaginaba las situaciones allí vividas. Carmelo Vinci fue quien comenzó a mostrarles en el exterior del lugar el camino por el cual llegaban los vehículos militares, que no es el que se utiliza actualmente sino otro situado al costado derecho de la vieja casona que fue propiedad de la familia Pelloni a principios del siglo XX y que luego el Ejército se apropió. Comentó el ruido que hacían los motores de las camionetas cuando debían subir las hondonadas que rodean al lugar y que sirven para escurrir el agua que cae del Cerro Largo. Además mostró dónde se dispusieron las carpas en las que permanecieron cautivos, junto a los espacios que utilizaban como ‘baño’ y el lugar en el cual se emplazó una especie de tanque en el que los bañaron por única vez durante los dos meses que estuvieron allí.

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Carlos Gensón exhibió al Tribunal la baja altura de los marcos de las puertas de la vieja casona, con los que se golpeaban la cabeza cada vez que los militares los hacían trasladarse.  Foto: Agencia Comunica

En la recorrida por el exterior de la casona, ubicada al pié del Cerro Largo en Sierras Bayas, las víctimas hicieron hincapié en el espacio utilizado para los simulacros de fusilamiento a los que fueron sometidos. El paredón aún guarda las marcas de las balas y se pueden ver varios orificios producidos con los fusiles. El Tribunal y todos los presentes pudieron experimentar algunas de las sensaciones que las víctimas-testigos narraron durante las audiencias. El aroma de los eucaliptus que rodean el lugar, los sonidos del ambiente, los barrenos y sirenas de las canteras que se ubican en la zona y el tren que llega hasta la cantera de Villa Mónica que se mezclaban con los desgarradores gritos de las sesiones de torturas en el baño de la casa, que hoy se encuentra totalmente destruido ya que una rama cayó sobre el techo y lo derribó totalmente. Allí fueron fotografiados por un profesional del Ejército. Muchos no pudieron reconocer el lugar debido a cambios en la estructura que realizó la Escuela Agropecuaria durante su utilización tiempo después de la última dictadura cívico-militar.

Otra de las características del lugar son los desniveles existentes entre las distintas habitaciones y la baja altura de los marcos de las puertas que comunicaban entre sí todas las dependencias. Carlos Gensón narró cómo los hacían caminar con los ojos vendados en dirección a la puerta para que se chocaran la frente con el marco en reiteradas oportunidades, a lo que los militares le respondían en tono jocoso: “Otra vez te pasaste de largo”. Todos coincidieron en los pisos de madera de la habitación en la que estaban detenidos y atados en camas de hierro, entre ellos Alfredo Maccarini, Carmelo Vinci, Carlos Gensón, Osvaldo Fernández y Osvaldo Ticera. Recordaron el particular ruido que las botas de los militares hacían al caminar sobre dicha superficie. Señalaron también las ubicaciones de distintos objetos como sillones, las camas y una mesa con un sol de noche, “por el calor que se sentía a veces”, sostuvo Vinci.

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El Tribunal junto a Juan José Castelucci pudo identificar claramente los orificios de balas que quedaron marcados en un paredón cuando eran sometidos a simulacros de fusilamiento.  Foto: Agencia Comunica

Juan José Castelucci estaba en una habitación distinta a la del resto de sus compañeros. En esa dependencia pudo ver el techo a dos aguas, que hoy está derrumbado aunque claramente se ve en las paredes la forma que tenía. Detrás de este lugar está la habitación en la que estuvo detenido Rubén Zampini, “aislado del resto porque podía reconocer las voces de los guardias” narró Araceli Gutiérrez. Los recorridos de la jornada fueron una importante prueba en aspectos jurídicos y resultaron valiosos para las víctimas-testigos que aguardaron durante 37 años la posibilidad de narrar lo sufrido y aguardar así la tan ansiada justicia./ AC-FACSO