Notas

Integración y participación ciudadana

La función de los grupos de pares ante el dolor

"Por amor a nuestros hijos" es una agrupación que destaca la importancia de manifestar el dolor por la pérdida mediante los vínculos y las palabras. La importancia de exteriorizar sentimientos ante estas situaciones

El grupo de pares conformado por madres y padres que, bajo distintas circunstancias, perdieron a sus hijos, surgió en 2013 con la iniciativa de Zulma Sacco, una de las referentes. Zulma es la madre de Milagros, quien a los cinco años falleció de Síndrome Hurémico Hemolítico. Desde allí su vida cambió totalmente. "Cuando estuve un poco más recuperada, a través de los medios de comunicación, realicé una convocatoria para que otros padres en mi misma situación pudieran juntarse para conversar e intercambiar sentimientos y experiencias" señala Zulma. Para su sorpresa, varias personas se acercaron a la Sociedad de Fomento Héctor Amoroso (Dean Funes Nº 3345), lugar donde se reúnen quincenalmente. "'Por amor a nuestros hijos' surgió por la necesidad de estar con otras personas que hayan atravesado lo mismo, por la importancia de sentirse acompañados, contenidos y comprendidos", comentó su fundadora.

"Los grupos de pares han demostrado tener una eficacia bastante grande en las problemáticas que no resuelve normalmente el modelo médico tradicional" afirma Marcelo Sarlingo, Dr. en Antropología. Ante esos aspectos que quedan sin resolver, el médico suele presentar un abordaje insuficiente para asistirlas desde el plano de la subjetividad del individuo y las cuestiones culturales que rodean a esa problemática, como por ejemplo la muerte.

El hecho del fallecimiento de un hijo, desde el punto de vista cultural y simbólico, es un quiebre importante debido a la histórica representación social del ciclo vital, en la cual la persona que envejece es la que muere. Ante cuestiones repentinas, muchas veces la psiquis de las personas no tiene elementos para elaborarlas. Por ello, la muerte de un hijo es una de las más difíciles de poner en palabras. Cuando un individuo no puede, estos grupos posibilitan un ámbito de trabajo desde el dolor.

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El hogar de Zulma Sacco está rodeado de fotos que recuerdan a su hija Milagros. Foto: Agencia Comunica.

Las reuniones giran en torno al intercambio de experiencias personales que se vuelven colectivas ya que todos, pese a las diferentes situaciones afrontadas, encuentran puntos en común. Se realizan lecturas de materiales que obtienen de otros grupos de similares características como "Renacer", con sedes en distintas ciudades del país. Además apuntan a dar consejos a partir de sus vivencias, organizan actividades como sueltas de globos en muestra de homenaje o realizan viajes recreativos. El grupo apuesta a la inclusión de aquellas madres y padres que se encuentran en la misma situación con el objetivo de que éstos no retengan la angustia y el dolor por la pérdida y así puedan exteriorizarlo. "En estos grupos podés hablar y sabés que la que te escucha siente lo mismo que vos, las mismas sensaciones, el mismo dolor y eso te ayuda a salir adelante" sostiene Graciela Lolli quien perdió a su hijo Mariano, de 29 años a causa de un tumor cerebral en 2006. Además encuentran en el grupo un espacio para poder hablar y expresar sus sentimientos, debido a que muchas veces en el ámbito familiar no lo hacen. Ante ello, sufre la persona y todas las redes de relaciones. De esta forma, todos los vínculos que uno puede tener sirven para transitar el dolor, incluso los vínculos del grupo.

La contención y el acompañamiento son fundamentales. "Uno a veces piensa que se está volviendo loco o que son cosas que le pasan solo a esa persona, pero en las reuniones encontrás gente que te dice 'sí, yo también viví esto' y entendés todo lo que te pasa" afirma Graciela. Para Sarlingo "la escucha del padecimiento del otro funciona ya que se busca conmover determinados núcleos de representaciones que están fijas y que pueden ser patológicas. Hay un intento de elaborar el dolor a través de lo que le pasa al otro".

El punto en común entre las 20 madres que asisten regularmente a las reuniones es la angustia por la pérdida de sus hijos. Una pena que nunca se supera, si no que se transita y se aprende a vivir con él. "El dolor es eterno, es como si fuera ayer que me hubiera pasado. Sigo con angustia a pesar de que estoy contenida por el grupo y por mi familia. La vida es así y tenés que remarla como podés, tenés que levantarte todos los días y seguir" cuenta Liliana Giudiche, mamá de Ezequiel, de 28 años, quien en 2008 perdió su vida en un accidente de tránsito.

A pesar de seguir adelante, todas afirman que "un pedazo de ellas" se fue con sus hijos y el cambio radical en sus vidas es evidente, hasta el punto de que no planifican a futuro sino que viven el día a día. Existen señales que, consideran, se las envían sus hijos para poder sobrellevar el dolor: su familia, sus nietos y "cuestiones de la naturaleza o cosas simples de la vida, porque la vida continúa a pesar de todo", afirma Zulma.

"La idea de tránsito es interesante en el sentido de que es un dolor que no se va a ir, porque no podés volver atrás el pasado" sostiene Sarlingo. La psiquis lo que necesita es una construcción de símbolos que admita un nuevo proyecto, un camino y cuando el dolor es muy fuerte esas cuestiones están bloqueadas. Armar una representación a través de las palabras posibilita una deriva hacia algún lugar, que servirá para transitarlo.

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Las sueltas de globos que realizan anualmente en el barriletódromo de Av. Del Valle y Av. Eva Perón, cuentan con una importante convocatoria. Foto: Facebook "Por amor a nuestros hijos"

El grupo, sus familias y principalmente sus nietos o bisnietos las ayudan a salir adelante. Esto le sucede a Graciela Alderete, que es otra de las madres que aguarda con ansias los lunes para asistir a las reuniones. Ella perdió dos de sus hijos: Luis falleció hace 40 años y Germán Esteban 'Mara' Navarro desapareció en 2004 y seis meses después sus restos fueron encontrados en un descampado. "Cuando llegué al grupo todos sabían lo que pasó con Esteban, me escucharon y me brindaron su apoyo" comenta.

Graciela Lolli y el resto de las madres son conscientes de que a veces la figura masculina se desdibuja en las reuniones grupales. Los padres asisten esporádicamente "tal vez porque ellos transitan el dolor de otra manera, no lo exteriorizan". Al mismo tiempo recuerda que su marido perdió muchos clientes en su taller tras la muerte de su hijo. "No sabían qué decirle, es algo raro, la gente se aleja. En los casos donde no hay palabras, que vengan a darte un abrazo y te contengan es suficiente", sostiene. Desde una mirada antropológica existe un componente que es el rol social que tiene la madre: el vínculo con el hijo que no lo tiene el padre por una ligazón biológica. "El rol de madre admite mucho más el trabajo grupal que la figura del padre, por esa razón en la rebelión contra las dictaduras o las injusticias, son ellas las que reivindican a sus hijos desde el rol de madres, por eso puede ser que haya una manera diferente de trabajar el dolor en función de la subjetividad masculina" reflexiona Sarlingo.

La manifestación grupal de lo que sienten, el recuerdo de sus hijos a través de acciones colectivas y la ayuda a quienes transitan la misma experiencia sirven para afrontar el sufrimiento, exteriorizar emociones y aprender a convivir con una nueva realidad. /AC-FACSO