Notas
Especial Malvinas: Segunda parte

Fin y vuelta: Entre penas y secuelas

Las experiencias que atravesaron los veteranos de guerra hacia el fin del conflicto. Las huellas de Malvinas en tres olavarrienses que hoy impulsan un rol social desde su Agrupación. 

 

En junio de 1982, los jóvenes soldados argentinos fueron testigos de un escenario triste y desolador. El orgullo herido y un profundo dolor acompañaron a una rendición que se había vuelto inevitable.   

¿Cómo fueron tratados por las Fuerzas británicas?

Ricardo Moreno: Muchos de ellos eran profesionales. Varios manejaban muy bien el castellano y nos entendíamos. Nos decían que nos quedáramos tranquilos, que la guerra había terminado y que esto era bueno para todos. El 14 de junio estábamos destruidos porque más allá del contexto político uno quiere a su país y a su bandera. Todos vivimos una guerra diferente y tenemos diversas miradas. Pero en mi caso los ingleses se portaron como señores. Nos hicieron bañar (no lo habíamos hecho en toda la guerra) y nos dieron comida caliente. A nivel general no nos maltrataron. Los tipos se la habían jugado, fueron al frente como nosotros. No tenemos que olvidarnos que ellos eran profesionales y nosotros pibes de barrio. Cuando se refieren a los argentinos siempre hablan del respeto y la valentía. Yo me quedo con eso.

José Mayi: Al principio del conflicto tuve la experiencia de cuidarlos como prisioneros. Yo no los maltraté pero sí los suboficiales nuestros. No había comida para nosotros, era lógico que no le fuéramos a dar comida a ellos. Me acuerdo que querían café y yo les decía: “no hay café ni para nosotros”. Les conseguíamos unos fideos blancos porque en el “rancho” no había nada. Era una cosa terrible. Con los Kelpers tuve buena relación, los veía todos los días. Algunos eran más fríos que otros pero la mayoría no tenía ningún problema.

José María Trinchín: Yo no tuve contacto. A Ricardo y José les tocó ser prisioneros. Tampoco tuve trato con los Kelpers. Recién a fin de año pienso ir a Malvinas y ahí voy a ver qué tipo de recibimiento tengo. 

¿Por qué situaciones pasaron antes de volver a Olavarría? ¿Cómo vivieron ese regreso?

Mayi: Nos recibieron mal, vinimos escondidos. Yo no tenía ni botines. Cuando volvimos fue todo un trastorno, nos atendían mal. No nos prendieron las calderas para bañarnos, nos duchamos con agua helada en pleno invierno. En Constitución, llamé a mi madre por primera vez desde Malvinas. Saber, después de dos meses, que yo estaba en Buenos Aires para ella era lo máximo. Ahora que soy padre y abuelo me imagino el sentimiento que habrán tenido mis padres. Por desgracia, fue todo traumático. La sociedad no sabía nada, todos creían que estábamos ganando y resulta que perdimos. Ahí nos dimos cuenta que los medios hegemónicos de aquella época, que son los mismos de ahora, tenían todo orquestado a favor del gobierno de turno.

 

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“Los medios hegemónicos de aquella época, que son los mismos de ahora, tenían todo orquestado a favor del gobierno de turno” señaló Mayi./ Foto: Yamila Palma. Agencia Comunica. 

Moreno: Fue triste. Nos trajeron escondidos, literalmente. Nosotros llegamos en un Buque inglés a Puerto Madryn. Había mucha gente que nos quería venir a saludar y no los dejaron. Después fuimos a Bahía Blanca y llegamos el 20 de junio. Recuerdo que estaban izando la bandera con toda la unidad formada y nosotros que llegábamos de Malvinas. Fue muy fuerte. Entramos al país como verdaderos delincuentes. Ése es el dolor más grande que uno lleva. Hubo algunos que lo pudieron sobrellevar y otros que lamentablemente no. En Olavarría hemos perdido a tres compañeros de 10 o 12 que éramos en el ‘82. Nos sigue doliendo que haya sucedido lo que ocurrió. Éramos “los locos de la guerra”, significábamos una carga para la sociedad y todos pagamos ese precio. La comunidad fue indiferente. Se nos mataron un montón de compañeros por no tener trabajo y no poder sobrellevar esta situación. Gracias a Dios pude formar una familia y tener oportunidades laborales pero hubo compañeros que no pudieron y terminaron quitándose la vida. Es una herida que quedará siempre abierta.

Trinchín: A Olavarría recién volví en julio. Después de terminado el conflicto seguimos patrullando y navegando la zona. Regresar al puerto fue tristísimo, no había nadie esperándonos. Nadie sabía que estábamos volviendo. Por más que veníamos derrotados, teníamos otra expectativa. A Olavarría llegué en tren y de noche: fui a mi casa, hablé con mi familia y después caminé por las calles.

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El dolor por los compañeros caídos es una marca que perdurará por siempre./ Foto: Yamila Palma. Agencia Comunica.

 

¿Sintieron una especie de abandono por parte de los gobiernos y la sociedad? ¿Hubo un avance a través de los años?

Moreno: La verdad que sí. En Buenos Aires, en las estaciones de trenes estaban los veteranos vendiendo calcomanías, pulseritas y remeras para poder sobrevivir. Hoy eso no pasa más. A partir de 2004 las cosas cambiaron. Nos recibió Kirchner, que fue el primer presidente desde la vuelta a la democracia que nos abrió las puertas. Yo estuve ahí: él se emocionó y nosotros lloramos. Fue cuando firmó la pensión honorífica. Salimos y nos pusimos a cantar todos en Plaza de Mayo. Fue una fiesta. El tipo saltó la valla y se metió con la gente. Fue un momento que no voy a olvidar.

Trinchín: En la década de los 90’ sufrimos una invisibilización, eso fue durísimo. No había trabajo en general, estaba muy complicado. Era muy difícil la situación económica. Fuimos avanzando con mucha pelea y mucha unión de los veteranos. De a poco se fueron consiguiendo leyes y beneficios. Hoy en día en Olavarría estamos bien. Por ahí el tema de salud está complicando. Empiezan a aparecer secuelas por la edad que tenemos pero también por lo que hemos pasado.

Mayi: Los primeros años fueron traumáticos, no nos dejaban hablar de lo que había pasado. Hoy en día el poder hablar a mí me liberó. Poder contar y perdonar. Tanto a los ingleses como a los militares. El perdón me sanó. Hoy podemos estar bien, tenemos un buen pasar en general con la familia. No nos podemos quejar. Unos por logros personales, otros porque el mismo gobierno nos ha dado una salida. En el último tiempo hemos podido levantar cabeza porque los años anteriores la veníamos peleando como cualquiera y no teníamos ninguna recompensa. Este año nos dieron el documento donde figura que somos veteranos de guerra.

¿Están agrupados de alguna forma? ¿Cuál es el rol social de la Biblioteca?

Trinchín: Sí. Al principio nació como Centro de ex Combatientes de Olavarría y después con el tiempo pasamos a ser “Agrupación veteranos de guerra” porque las leyes internacionales no hablan de ex combatientes sino de veteranos. La biblioteca es un apéndice, nace porque alguien un día dijo: “muchachos les regalo una caja de libros…”. Después vino otra caja, se empezaron a juntar libros e hicimos la Biblioteca. Primero como un servicio social al barrio, luego se consiguió la personería jurídica, lo cual hizo que tengamos otra comisión. A través de una ayuda del Municipio conseguimos la casa donde funcionamos. La biblioteca se maneja con socios y pagamos una cuota societaria para mantener la sede, más gastos de impuestos y mantenimiento del salón.

Mayi: Acá hay que meterle horas, hay que trabajar. La gente se abre, siempre que hemos pedido ayuda nos han dado. Nos falta un poco de fondos para seguir manteniendo esto pero hay que seguir luchándola.

Moreno: Recuerdo que José Mayi arrancó con el sueño de la Biblioteca. Hace doce años que venimos funcionando. Yo fui uno de los fundadores y actualmente soy el presidente. Creo que la Biblioteca es importante. La idea era seguir dándole algo a la sociedad. Eso también es hacer patria.

La derrota militar argentina en las Islas Malvinas significó el punto final de un conflicto que se cobró cientos de vidas. El regreso a casa quedó signado por una dolorosa indiferencia hacia aquellos hombres que arriesgaron su vida por el país. Hoy permanece la lealtad hacia los caídos como también una comunión de esfuerzos para contribuir a la comunidad. /AC-FACSO