Notas
Aprendizaje y deportes

Patinaje artístico: disciplina y pasión

Un deporte que se ha expandido en Olavarría en los últimos años. Quienes lo practican lo definen como una forma de vida y una actividad muy completa que involucra al cuerpo y la concentración.

 

El patinaje artístico es considerado un deporte amateur ya que no es una disciplina olímpica. A pesar de ello, posee un gran desarrollo a nivel mundial y son muchas las personas que lo practican profesionalmente. Existen diferentes modalidades como libre (que cuenta con saltos y figuras), escuela (donde se practican diferentes movimientos en círculos), parejas, baile y grupal (en precisión o show). Argentina cuenta con destacados patinadores que han tenido grandes logros en los últimos años, como por ejemplo el primer puesto en disciplina de precisión y el segundo en libre durante el mundial realizado en Cali (Colombia) entre el 14 y el 27 de septiembre de 2015. En dicha competencia, Argentina logró quedar segunda en el medallero luego de Italia, país referente del patinaje mundial.

En Olavarría este deporte, que combina el atletismo con la elegancia y la armonía, comenzó en el Club Boca y actualmente son alrededor de diez los clubes que cuentan con escuelas de patín artístico. Entre ellos están Estudiantes, Luz y Fuerza, Mariano Moreno, Embajadores, San Antonio y el CEF Nº 44, además de sociedades de Fomento donde se enseña este deporte. “En Olavarría pudimos lograr tener nuestra propia Asociación. Antes patinábamos para la Asociación Tandilense y ahora tenemos la Asociación del Centro”, señala Mariana Espil de 28 años, patinadora y profesora del Club Estudiantes.

Para poder enseñar patinaje es necesario pasar por un examen teórico que otorga el título de Técnico Deportivo en Patinaje de las diferentes categorías de dificultad. Las profesoras señalan que desde su infancia comenzaron a sentir pasión por el patín y cuando tuvieron la oportunidad empezaron a enseñar, primero en forma de juego y luego profesionalmente. Catalina Américo tiene 21 años, patina desde los 5 y en 2013 abrió su propia escuela de patín en el Club Luz y Fuerza. “Cuando tenía 10 años ya sabía que era a lo que me quería dedicar y siempre soñé con dar clases. Me encantaba, sabía que cuando terminara la escuela era lo que quería hacer”, cuenta Catalina. Ella patinaba para el Club Boca y durante su adolescencia también tomó clases en Buenos Aires con patinadores de alto nivel. A partir de allí, uno de sus mayores logros fue haber participado en la copa de Alemania en 2012. “El torneo más importante que tiene el patín es el mundial y después sigue la copa de Alemania que también es por selección, solamente van tres patinadores por categoría y quedé. Fue un sueño cumplido”, recuerda.

Mariana también se puso los patines por primera vez a los 5 años. “Dormía con los patines puestos”, detalla entre risas. “Cuando fui a mi primer torneo, que fue a los 7 años en Tandil, veía patinar a las chicas más grandes y le dije a mi abuela: ‘yo hasta no llegar ahí arriba no voy a parar’”, agrega. Así fue como continuó patinando, en principio en el Club Boca, y luego, a partir de los 17 años, en el Club Olimpo de Bahía Blanca. “Pude representar a la Argentina cinco veces y logré la medalla de plata en el campeonato mundial de Nueva Zelanda en 2012. Eso es una gran satisfacción y una carrera realizada en todo sentido para mí”, explica la patinadora.

La mayoría de los que practican este deporte lo definen como su vida y su pasión. Sin embargo, reconocen que debieron afrontar diferentes dificultades a lo largo de sus carreras. En primer lugar, coinciden en que es un deporte costoso, desde los patines necesarios para llevarlo a cabo hasta la participación en competencias. Julieta Esparza tiene 28 años y es profesora del Club Embajadores, cuando comenzó a patinar a los 8 años “la lucha eran los patines profesionales”. Sumado a ello, generalmente el esfuerzo siempre lo realiza la familia. “El patín no recibe la ayuda que tiene que recibir”, sostiene. Por otro lado, es mucho el tiempo que requiere el entrenamiento si se buscan grandes resultados y eso hace que muchas veces deban resignarse ciertas actividades. “Hoy en día soy mamá y me toca dejarlo a mi hijo que es lo que más quiero”, destaca Julieta. “Uno cuando empieza a competir elige prioridades, lo importante es disfrutar lo que estás haciendo. Yo le dedico muchas horas a este deporte y me lo tomo en serio tanto en lo personal como en lo profesional. Son elecciones de cada uno”, describe Federico Fiscella de 23 años, patinador del Club Boca.

pa2En Olavarría son alrededor de diez los clubes que cuentan con escuela de patín artístico./ Foto: Gentileza Julieta Esparza 

Las tres profesoras encontraron en la enseñanza del patín grandes satisfacciones a partir de los logros de sus alumnas y de poder transmitir sus conocimientos. “Que ellos puedan expresarse, sentir y ser felices arriba de los patines para mí es la felicidad más grande. No pretendo que nadie sea campeona del mundo sino que sean felices”, aclara Mariana. Otra característica relevante en dicha etapa de aprendizaje es la contención del entrenador. “Gabriela Montecchiari (entrenadora del Club Olimpo de Bahía Blanca) me enseñó a crecer muchísimo, tanto a enfrentar la vida de diferentes maneras como a trabajar y enfocarme en mi carrera, que hoy en día es dar clases”, remarca la profesora del Club Estudiantes. A la hora de enseñar es necesario revalidar el título todos los años y continuar con un perfeccionamiento constante. “El peor error que un profesor puede tener es no aceptar la ayuda de otro porque yo creo que todos podemos seguir aprendiendo. Siempre que te puedas capacitar o tener la opinión de alguien será para bien y no para mal”, reconoce Catalina.

Cuerpo en movimiento y concentrado

Como en todo deporte, el cuerpo es una herramienta fundamental y en este caso se utiliza de manera atlética y además expresiva. La concentración también tiene un papel preponderante a la hora de salir a la pista en las competencias donde el patinador se encuentra solo frente a un grupo de jueces que lo evalúan. Muchas veces, en las prácticas corporales, interactúan deseos, frustraciones, angustias y satisfacciones que en este caso es necesario aprender a equilibrar para obtener buenos resultados. “Hay veces en las cuales la cabeza es muy traicionera. Podes estar tranquila y segura pero al momento del silbato siempre un error tenés. Entonces eso es más de la cabeza”, manifiesta Catalina. Existe un sentido muy importante en los deportistas que se denomina propiocepción, es decir, la habilidad para conocer y controlar en todo momento la posición del cuerpo, la tensión muscular y la respiración. En patín es imprescindible desarrollar esta capacidad. “Hay que ser muy pensante para poder patinar porque cualquier cosa que esté fuera de lugar te genera una caída en donde duele, entonces hay que estar concentrado y conectarse con uno mismo para poder realizar distintas piruetas, ejercicios y hacerlo cada vez mejor”, agrega Mariana.

pa3El baile y la danza funcionan como complemento para la expresión corporal que se pretende desde el patinaje./ Foto: Gentileza Federico Fiscella.

Los patinadores destacan que para practicar este deporte requieren un cuerpo fuerte y preparado físicamente. “Para saltar se necesita un cuerpo liviano, ya que hacemos dos o tres vueltas en el aire”, señala Federico. Por otro lado, el cuerpo funciona como un medio para expresar e interpretar, mediante el baile, la música que están patinando. “Eso hace a la atracción tanto de los jueces como del público, que es lo ideal”, indica Mariana. Las coreografías tienen una duración máxima de 4 minutos y se evalúan en base a dos criterios, por un lado las dificultades, es decir, las figuras, los saltos y los trompos; y por el otro, la parte artística. En este sentido, muchos entrenadores recomiendan complementar este deporte con la danza o el baile para favorecer la expresión corporal.

Observarlos unos minutos en la pista sobre sus patines alcanza para comprender el compromiso y el afecto por este deporte que constituye una parte fundamental de sus vidas. Tal es así que no tienen pensado abandonarlo. “No creo que pueda llegar a tener otra cosa que me apasione tanto. Para mí es mi vida y mi cable a tierra, la forma de escape a lo que sea”, ratifica Catalina. Esa misma felicidad que sienten cuando están sobre las cuatro ruedas de sus patines es la que intentan transmitir a sus alumnos y al público./ AC-FACSO