Notas
Despidos y reclamos

AGR: una lucha que continúa

En enero el Grupo Clarín decidió cerrar el taller Artes Gráficas Rioplatenses (AGR). Los trabajadores despedidos aún mantienen el reclamo ante la empresa y el Estado para la reapertura de la planta y sus reincorporaciones.

 

En un contexto de despidos en diversos sectores, la prensa gráfica no queda exenta de ello. Uno de los casos más reconocidos fue el diario “Tiempo Argentino”. Gracias a la formación de una cooperativa en 2016, se mantiene mediante sus trabajadores bajo el nombre “Por más tiempo”. La acción se llevó a cabo luego que los dueños abandonaran la empresa y dejaran de pagar los sueldos y la seguridad social de los empleados. Otro caso de este tipo, en el sector gráfico, se produjo en abril. “Editorial Atlántida” despidió a 25 personas sin previo aviso.

Artes Gráficas Rioplatenses (AGR) es el taller gráfico perteneciente al Grupo Clarín donde trabajaban 380 personas. Ubicado en el barrio porteño de Pompeya, allí se imprimía el diario Clarín y la mayoría de sus publicaciones: las revistas “Viva”, “Rumbos”, “Genios”, “Jardín” y “Cablevisión”, además de manuales escolares y otras publicaciones. El 16 de enero de 2017 los trabajadores llegaron a la imprenta y se encontraron con un cartel en la puerta que anunciaba el cierre total del taller y la disposición del pago de las indemnizaciones. Un operativo a cargo de la Policía Federal y la Gendarmería se desplegó alrededor del edificio, mientras se llevaba a cabo un operativo similar en la redacción del diario. A partir de ese momento, los trabajadores decidieron permanecer en sus puestos de trabajo y tomar el taller, sumando el acompañamiento de sus familias con un acampe sobre la vereda de la gráfica. “Nosotros no aceptamos la indemnización porque sabemos que la gente de la empresa va a volver a la fábrica, tienen un gran capital en máquinas en el taller”, explicó Leonardo Hauser, trabajador e integrante de la Comisión Interna desde hace tres años. Meses antes del conflicto, los trabajadores notaban que la empresa había comenzado a trasladar paulatinamente parte de su trabajo a otras gráficas. “Teníamos la data de los lugares donde se llevaban a cabo las impresiones que nos correspondían y nos decían que no había nada para hacer. Esa era nuestra pelea. Actualmente Clarín sigue haciendo esos trabajos en otros lugares precarizados”, enfatizó.

Los trabajadores reclaman que el gobierno garantice la reapertura de la planta y la reincorporación de todos los puestos de trabajo, con su respectivo Convenio Colectivo y organización gremial. “La ley indica que si la empresa quisiera despedir más del 15% del personal tiene que iniciar un concurso preventivo de crisis, tiene que aportar pruebas al Ministerio, demostrar sus estados contables, desarrollar un plan, someterse a las preguntas e investigación del Ministerio de Trabajo y de la organización sindical... Pero todo eso no existió", sostuvo Pablo Viñas, miembro de la Comisión Interna y Secretario General de los Trabajadores Gráficos de Clarín.

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En 2000 se conformó la Comisión Interna, integrada por 8 delegados, con el objetivo de defender sus derechos frente a la empresa. “Las condiciones laborales habían mejorado desde su funcionamiento. Antes, en las paritarias, si el Estado establecía un 30%, Clarín te daba un 10%, lo demás se lo quedaban ellos. Había un montón de atropellos, hacían lo que querían... La comisión, con hechos, fue cambiando el pensamiento de la gente para generar conciencia”, destacó Hauser, quien trabajaba en la imprenta desde 2004. Durante ese año también existió un problema similar que duró cuatro días: en ese momento fueron despedidas 100 personas y tras una ocupación se volvió a reincorporar a muchos de ellos.

El posicionamiento de la empresa

En un comunicado lanzado en el diario, el Grupo Clarín argumentó que buscaba  “preservar la salud financiera y la fuente laboral del resto del complejo industrial de AGR” donde se desempeñan 780 personas. Asimismo, sostuvo que la planta de Pompeya cuenta con 270 gráficos. Por su parte, el gremio asegura que los trabajadores despedidos son 380, el total con el que cuenta AGR. "La empresa supuestamente estaba en quiebra, echó a 380 trabajadores para salvar su situación financiera… Y ahora inauguró un sexto piso con toda la tecnología", reflexionó Hauser en referencia a las nuevas instalaciones en los estudios de TN en Constitución.

En enero pasado hubo una audiencia de conciliación en el Ministerio de Trabajo donde participaron los abogados de la empresa, representantes gremiales y María Julia Delgado, directora de Relaciones Laborales del ministerio. El sindicato pidió que se dictara la conciliación obligatoria, retrotrayendo los despidos, medida habitual en conflictos en los que peligran empleos. Además, los trabajadores cuestionaron que la empresa permanecía activa en los registros de Afip y Anses. Pero la funcionaria sostuvo que no estaba habilitada para intervenir. Poco después, la policía intentó colocar un vallado para separar a los trabajadores que estaban en el interior del predio. Ante la imposibilidad de hacerlo, disparó con balas de goma contra los trabajadores y familiares; quienes siguieron manifestando su disconformidad a través de marchas, actos y asambleas públicas.

La vigencia del reclamo

El esfuerzo y las consecuencias de la lucha se vieron plasmados en el lanzamiento de una revista propia llamada “VIVA las luchas obreras”. La misma fue realizada y presentada en conferencia de prensa por los operarios del taller. “Se nos ocurrió hacer la ‘Viva de los trabajadores’ contando nuestra situación. Al segundo día de la ocupación hubo balas de goma, gases lacrimógenos además que no tenían ninguna orden. Todo eso está contado ahí y nos ayuda a seguir en la lucha”, relató Leonardo Hauser.

El 7 de abril, después de 82 días, los trabajadores decidieron poner fin a la toma ante una orden de desalojo aplicada para el lugar. “Como vinieron con la orden judicial, decidimos en asamblea salir pacíficamente. Pero primero pedimos que entre un fiscal a constatar y dejar por escrito que dejábamos todo en condiciones”, explica. Desde entonces se dispuso un acampe en la puerta de la planta que continúa hasta hoy, así como la venta de la revista. “Tenemos familia, cosas que pagar... Y eso se mantiene también con la ayuda de sindicatos, la gente misma que aporta al fondo de lucha”, concluyó Hauser. Aún se espera la respuesta de la empresa y del Estado, que debería plantear una solución a corto plazo para las personas despedidas. El reclamo por sus puestos de trabajo continúa, al igual que la lucha de otros trabajadores de distintos rubros en todo el país; muchos de los cuales se encuentran en situaciones similares. Las formas de visibilizar se multiplican y son diversas a medida que crece la complejidad de la situación./ AC-FACSO