Notas
Cultura y comunidad

Tierra de las artes que luchan

El centro cultural Chamula construye un proyecto alternativo e independiente en Olavarría. En un contexto adverso a las expresiones artísticas, la autogestión presenta lucha y apela al trabajo colectivo.

 

Ni adelante ni atrás de la puerta hay alguien dispuesto a cobrar entrada. Por el contrario, una pareja de jóvenes, vestidos como niños, se presentan ante los recién llegados y los invitan a jugar, a ser parte de su actuación. Detrás de la puerta hay una especie de hall y, a la derecha, un cartel que dice “cantina”. Todos están en pleno trabajo de cocina. Una pizarra indica los accesibles precios de las diferentes comidas que ofrece el lugar. En la caja, una mujer de unos cuarenta años, saluda y se presenta. “Chamula, Tierras de las Artes, nació de las ganas de crear nuevas relaciones sociales, promulgando y legitimando el arte independiente”, explica Laura, una de las integrantes de la comisión gestora.

Recorrer la ciudad en búsqueda de alguna propuesta artístico cultural, hasta no hace mucho, requería contar con dinero. Generalmente se concentraban en el Teatro Municipal. Pero hace un año, en un deteriorado edificio sobre la calle Dorrego al 2149, comenzó a gestarse la posibilidad de pensar propuestas artísticas desde otro lugar. Empezó como un grupo de teatro independiente y luego se delineó un proyecto alternativo e independiente descentralizado de las propuestas culturales olavarrienses. “Este proyecto, autogestionado, sin fines de lucros, tiene como prioridad la construcción de un espacio que contenga diferentes expresiones artísticas, otra posición con respecto a, por un lado, la oferta de espacios de divertimento y recreación como bares y boliche, pero también a lo que es la expresión artística en su conjunto”, sintetiza Facundo, integrante de la comisión y participante del taller de teatro para jóvenes.

Colaboración a la gorra

La música que se escucha viene de afuera. Cuando hay buen clima, los eventos se realizan allí. Es un patio amplio, rodeado de murales de colores vibrantes, un escenario y alrededor de treinta mesas y sillas iluminadas con velas. Estas mesas y las sillas son diferentes entre sí. Paradójicamente, esta diferencia que se exhibe, conlleva de algún modo, el fundamento de todo el significado que habita en la propuesta de Chamula. “Las mesas y sillas son distintas porque provienen de diversos lugares, son todas producto de alguna donación o préstamos momentáneos al espacio. Este centro cultural se alimenta de eso, del aporte y colaboración de la comunidad”, explica Facundo.

En una de las paredes hay un cartel con una flecha. Debajo, una caja que se propone como “gorra”: es allí donde el público hace su aporte sin compromiso. Los integrantes definen a Chamula como un espacio autogestivo ya que solventa sus gastos con los eventos que realiza. Esta modalidad de aporte voluntario se presenta, de cierto modo, como resistencia a los fines lucrativos de las propuestas culturales que presenta Olavarría. Además, el espacio cuenta con talleres de formación artística y cultural de diversas características, todos de carácter accesible. La cuota mensual es mínima y existe la modalidad de becas para quienes lo necesiten. “La cultura y el arte son una herramienta de transformación social, del pueblo y al servicio del pueblo”, expresa Laura ratificando una de las ideas centrales.

El costo de la autogestión

Roberto tiene 20 años y se acercó a Chamula con un grupo de amigos para formar parte del taller de teatro para jóvenes. Su compromiso y las ganas de colaborar lo llevaron a integrar, además, la comisión gestora. Actualmente le dedica tiempo a esta iniciativa y las satisfacciones suelen reconfortarlo. A pesar de ello, reconoce lo difícil de llevar adelante este tipo de propuestas. “Por momentos se hace difícil sostener la autogestión. La financiación para mantener el espacio se ha presentado siempre como una dificultad”, subraya. El aumento en las tarifas de los servicios públicos, a nivel nacional, obliga a muchos espacios culturales autogestivos a declararse en emergencia o a cerrar sus puertas. Chamula no escapa a esta realidad: tiene diversas cuentas pendientes, entre ellas, una tarifa de luz que supera los $4000 y a la cual no está en condiciones de afrontar. Asimismo, tiene entre sus compromisos los trabajos realizados en materia de infraestructura, que se desprenden de los requerimientos para la habilitación municipal. “Este centro cultural, junto a otros lugares de iguales características en la ciudad, aún se encuentran en búsqueda de la normalización municipal como así también del reconocimiento como espacios culturales legales, tal como lo es el Centro Cultural Municipal San José”, reflexiona Facundo. Unidos y apelando a la lucha colectiva, estos sitios de fomento de expresiones artísticas buscan que la ley y la regulación los reconozcan y ampare del mismo modo.

Son varias las mujeres y los hombres, de diversas edades, que todos los días sueñan con consolidar un proyecto independiente, con un escenario íntimo y accesible a disposición de los artistas de la comunidad y la zona. En su gran mayoría, se trata de personas dedicadas desde hace varios años a las expresiones teatrales, aunque la pluralidad actual es tal que se puede encontrar entre ellos diferentes manifestaciones artísticas. En una ciudad que propone espectáculos con montos definidos y poco accesibles, desde Chamula responden con sus puertas abiertas y una “gorra” que espera colaboración. Son ellos los que, respondiendo a sí mismos, se revelan ante una ciudad dormida de propuestas alternativas./AC-FACSO