Notas

Las dueñas de la pelota

En Olavarría, Lucia Reyes y Belén Bichi juegan al fútbol hace varios años, dejan todo por la camiseta y el club al que pertenecen. Hacen otras actividades diariamente pero no importa si están cansadas. Siempre tienen las energías suficientes para entrenar y tiempo para ser felices dentro de la cancha, dejando de lado el qué dirán.

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Camila Ale* Agencia Comunica

En el verde inmenso de la cancha, que a veces llega a medir 120 metros de largo, aguarda el público para disfrutar de 90 minutos del deporte más jugado en el mundo. 90 minutos a puro fútbol. Dos arcos rectos inmóviles en cada punta, líneas blancas pintadas en el césped, arbitraje completo y una pelota, balón o bocha en el medio del campo de juego, todo listo para que se dispute el partido.

Mientras tanto, en el vestuario, 22 personas se alistan para salir. Se ponen la camiseta,  se suben el short y las medias, se atan los botines; y salen por un túnel que a veces se hace infinito si los nervios del campeonato juegan en contra, y más si solo podes escuchar a la hinchada de tu equipo cantar y cantar, gritar con pasión, con la ilusión de que la tarde se llene de muchos goles y queden primeros o primeras en la tabla. Vas por ese túnel hasta tocar pasto, pasto que está lleno de papelitos y globos, pasto que es testigo de cada pisada, de cada  pase, de cada tiro libre o de cada gol. 

En Argentina el fútbol es fundamental, es símbolo nacional, es parte de la cultura, como si fuera una religión, una forma de vivir. Un partido condiciona la semana, se respira y se transpira fútbol. Las mujeres y los hombres han armado rituales y preparaciones que realizan antes, durante y después de los dos tiempos de 45 minutos. Ir a la cancha un domingo para el argentino promedio es una fiesta.

Una fiesta a la que la mujer no había estado nunca invitada. Tal es así que hasta hace un año las argentinas no podían jugar de manera profesional, mucho menos vivir del fútbol como lo hacen nombres reconocidos como Lionel Messi o como el histórico Mario kempes. Pero los tiempos cambian. Y hoy la santafesina Macarena Sánchez es la primera futbolista en firmar un contrato profesional en el país: juega en Primera División Femenina en el Club San Lorenzo y dirige el Instituto Nacional de la Juventud. 

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En Olavarría, Lucia Reyes y Belén Bichi juegan al fútbol hace varios años. Acompañadas de sus familiares y amigas y amigos desde la platea, dejan todo por la camiseta y el club al que pertenecen. Hacen otras actividades diariamente pero no importa si están cansadas. Siempre tienen las energías suficientes para entrenar y tiempo para ser las dueñas dentro de la cancha, dejando de lado el qué dirán.

“Según me contó mi mamá, porque yo no recuerdo, cuando tenía cuatro años le dije que quería jugar al fútbol” relata Lucía Belén Reyes, recordando que sus padres encontraron un lugar perfecto para ella en el Sindicato de Luz y Fuerza, y que iba a ser dirigida por el profesor Claudio Pinedo. Tenía que jugar con varones de su edad porque no había equipos de fútbol femenino y por al menos un año fue la única, algo que para ella no representó ningún tipo de problema. Lucía tiene 26 años, está cursando el cuarto año de la carrera de medicina en la Facultad de Ciencias de la Salud (UNICEN), trabaja en la Policía Científica y juega al fútbol en el Centro de Educación Física N° 44 de Olavarría, aunque le gustaría hacerlo algún día profesionalmente.

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Belén, por su lado, empezó a jugar hace cinco años, es delantera en el Club Ferro de Olavarría, tiene 20 años. También es cinturón negro en Taekwondo y está estudiando Ingeniería Civil (UNICEN). Es muy familiera, su papá es de Boca Juniors, por eso es su equipo favorito y sueña con profesionalizarse en el club xeneize. Belén confiesa que en Ferro, a las mujeres, no le dan importancia que le tendrian que dar y advierte que no les prestan la cancha principal: “tenemos poco espacio para entrenar y pagamos cuota” aclara sarcásticamente la delantera.  Actualmente entrena con sus compañeras en la cancha auxiliar que “está pelada, no tiene pasto”. Ella siente que tienen que resolver esas cuestiones "como pueden” a pesar de que su entrenadora Marina Reyes (la hermana de Lucía) reclama constantemente esas injusticias. 

Lucía disfrutó en el Sindicato seis años, seis años colmados de aprendizajes, risas y torneos. A los 10 comenzó a entrenar en el CEF, donde juega actualmente. “No he tenido momento sin jugar al fútbol, es algo habitual en mi dia a dia” reconoce Lucía, por esa razón logró fusionar su deporte favorito y la facultad. Hoy celebra conocer el mundo del deporte universitario, ya que tuvo la oportunidad de formar parte de la Selección Argentina Universitaria. Pero además, en el 2018 participó en los Juegos Panamericanos Universitarios en Brasil y en 2019 viajó a la ciudad de Tunja en Colombia donde convirtió seis goles en los Juegos Deportivos Universitarios de Centroamérica y el Caribe.

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“Mil veces me han etiquetado de esa forma o muchas otras, ya sea por jugar al fútbol o por mi forma de vestir”  confiesa la mediocampista, que representa al Barrio CECO, en relación al típico seudónimo de “machona” por ser mujer y futbolera. Como si no fuera compatible.  A Lucia le costó transitar la adolescencia por esos prejuicios o miradas, pero siguió disfrutando y corriendo atrás de la pelota. “Son infinitos los actos discriminatorios y muchas jugadoras han sufrido situaciones de violencia por esta razón” reconoce y agrega que son varias las chicas que han empezado a jugar al fútbol de grandes porque sus familias no les permitían hacerlo cuando eran chicas.

A  Belén, en cambio, no la han juzgado, no ha recibido ningún tipo de insultos ni la han tildado de “machona”. Sin embargo es consciente de la desigualdad que existe y reconoce que a las mujeres les costó mucho llegar donde están. “Vienen de hace años trabajando y luchando para que les den el equipo - short y remera- o para que les paguen los viajes” da cuenta la delantera, y agrega en Olavarría pasa lo mismo. Para ella la lucha de las mujeres ha ayudado a la evolución del fútbol femenino y ejemplifica que hoy televisan los partidos o les pagan, “me gusta que le den la importancia que se merecen, ¿quién dijo que el fútbol es solamente de varones?” reflexiona la carbonera.

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Al principio a la mamá de Belén no le gustaba que practique fútbol porque es un deporte “bruto”. “SI, a veces lo es” admite y se ríe la delantera, y aclara que lo es como cualquier ejercicio de contacto físico y está acostumbrada. Su padre es muy exigente y a veces la reta, ya que éljugaba al fútbol hace tiempo y lo lleva en la sangre. Suelen tener una relación fría o desapegada pero cuando miran partidos todo cambia, el fútbol los une. Sus amigas dicen que está “loca” porque vive entrenando y jugando pero “siempre me van a ver, me siento acompañada” exterioriza Belén. El momento más emocionante para ella fue el año pasado en situación de tiro libre, “miré al cielo y le pedí a mi abuelo poder meter el gol y lo hice” recuerda con los ojos brillosos y una sonrisa de oreja a oreja. 


Belén está muy contenta de que en la Liga de Fútbol, donde ambas juegan en Primera División, haya muchos equipos de mujeres, y es un avance. Pero odas las autoridades son varones e incluso el Presidente del Departamento de Fútbol Femenino es Claudio Pinedo. El Presidente precisa que las mujeres tienen voz y voto, hay delegadas y algunas entrenadores sin embargo no se presentan en las candidaturas a autoridades; espera que en la nueva votación lo hagan. Hoy las mujeres tienen su lugar en el fútbol formalmente.

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Respecto a la profesionalización del fútbol femenino, Lucía cree que es una gran conquista pero no solo para las propias jugadoras sino para la sociedad en general. “Es un gran paso en el camino a la igualdad de derechos y justamente en un ambiente que toda la vida ha sido (y sigue siendo) muy desigual” fundamenta y añade que esas desigualdades siguen siendo enormes. “Espero con ansias el día en que las oportunidades puedan llegar por igual a cada jugadora del país” anhela la mediocampista. Y celebra que más allá de los innumerables obstáculos, hoy hay varios equipos que cuentan con escuelita de fútbol femenino y “es fundamental para el crecimiento del deporte” concluye Lucía. 

En definitiva, “el fútbol va a estar siempre ahí para jugarlo donde sea y con quien sea”. Muchas veces tenes una “mala racha” porque las cosas no salen como una o uno quiere, a veces los goles no se dan. Pero como dijo la mamá de Belén: “persevera y triunfarás” y así es, Lucía y Belén dejan todo, corren hasta el cansancio, han faltado hasta sus propios cumpleaños pues “por amor al fútbol hacés todo”.